Hace unos días las calles y carreteras de España, junto con las de otros países europeos, se llenaron de tractores para exigir a Europa reformas. En un principio, la ciencia ha demostrado, desde hace mucho tiempo, que el uso de productos químicos (fertilizantes y productos contra las plagas), conduce a una gradual pérdida de fertilidad del suelo agrícola, además de contaminación del aire y el agua.
Se necesita un cambio del modelo de agricultura. Algo que, en principio, parece no estar relacionado con la actual protesta de los agricultores.
Es muy importante conocer los efectos del cambio climático por cuanto puede transformar regiones enteras de nuestro país en algo muy cercano a los desiertos. Los cantos pronunciados por los negacionistas retratan un caso más de esos en que la ideología sirve de auténtica venda para tapar ojos y bocas. Tampoco las grandes empresas del sector energético salvarán las labores del campo.
Otra cuestión a tener en cuenta es el uso que se hace del concepto de nación, que siempre ha devenido en problemas. Los agricultores franceses se han manifestado contra los agricultores españoles, portugueses e italianos. Todos consideran que los productos del vecino tienen la culpa de sus problemas, de sus intereses particulares.
Ello convierte la batalla actual en una guerra de agricultor contra agricultor, del español contra el francés y el francés contra el español.
Un ejemplo: El Gobierno español salió en defensa del sector agrario español después de que el primer ministro francés, Gabriel Attal, apuntara a la competencia desleal de algunos socios de la Unión Europea, como una de las causas de las protestas de los agricultores franceses. «Las normas de producción y comercialización en la Unión Europea son similares en todos los países miembros y todos, desde Alemania a España, Portugal, Holanda o Italia, las aplicamos igual», afirmó el ministro de Agricultura, Luis Planas. «Por tanto, no hay ninguna ventaja competitiva derivada de la aplicación de normas distintas», zanjó. A pesar de todo, el ministro francés ha acabado respondiendo: «Vamos a seguir avanzando para luchar contra la competencia desleal. A nuestros agricultores se les impone reglas [fitosanitarias] que a otros no».
Toca hacer menos nacionalismo y más inteligencia en el diseño de lo que favorece a todos. Todos habitamos el mismo planeta, y pertenecemos a una única especie humana.
La fertilidad de la tierra
Todo esto indica la necesidad de cambiar el tipo de agricultura. Una agricultura cuyo objetivo es la obtención de alimentos de máxima calidad, respetando el medioambiente y conservando (o a veces aumentando), la fertilidad de la tierra mediante la utilización de residuos orgánicos. Para ello los residuos orgánicos deben ser tratados mediante el compostaje o el vermicompostaje. Ambos procesos han sido temas de investigación de la Escuela Técnica Superior de Ingenierías Agrarias de Palencia (Universidad de Valladolid)
El compostaje es una técnica mediante la cual se crean las condiciones necesarias para que a partir de residuos agrarios organismos descomponedores fabriquen un abono sostenible.
El vermicompostaje es compostaje utilizando lombrices de tierra. Los animales invertebrados que contribuyen de una forma muy importante al aumento de la fertilidad de un suelo son las lombrices de tierra. Las lombrices de tierra se alimentan de los residuos orgánicos que existen en el suelo, que después de ser digeridos, lo expulsan en forma de excremento (humus de lombriz), rico en nutrientes para las plantas. De esta forma, estos invertebrados influyen de manera significativa en las propiedades físicas, químicas y biológicas del suelo. En algún momento, se ha utilizado el número de lombrices de tierra en el suelo como medida de su fertilidad.
Charles Darwin fue el primer científico que fijó su atención en las lombrices de tierra. Darwin se dio cuenta de cuán importantes son para la fertilidad de los suelos, por lo cual, después de estudiar detenidamente su comportamiento, las calificó de arados naturales.
Se han descrito miles de especies de lombrices de tierra, aunque de la mayoría solo se conoce el nombre y su morfología pero se desconoce su biología y ecología.
La cría intensiva de lombrices de tierra experimentó un gran auge en España con la introducción de las llamadas «lombrices rojas californianas». Ante los problemas que la introducción de una especie animal en un hábitat distinto, podría ocasionar, se hacía necesario seleccionar lombrices de tierra autóctonas. La lombriz seleccionada fue la Eisenia andrei, una lombriz, al parecer, extendida por el noroeste de España.
En definitiva, se trata de llevar a cabo una agricultura sostenible mediante el compostaje o el vermicompostaje, si bien este último es mejor porque no necesita ningún tipo de trabajo. Es necesario destacar que el vermicompostaje es un proceso gratuito y que, sin embargo proporciona un producto final muy valioso. Las lombrices de tierra se pueden criar en el suelo de cultivo, bajo techado o, si se desea, en recinto cerrado a pequeña escala para reciclar desechos orgánicos domiciliares.
Puesto que en el proceso no se producen malos olores, los recipientes utilizados se pueden poner en la cocina, en el balcón o la terraza, en el garaje, en el sótano, en una buhardilla o en un patio, siempre que estos sitios estén suficientemente aireados y lejos de fuentes directas de calor o de frío.