EL IRLANDÉS (MARTIN SCORSESE, ESTADOS UNIDOS)
Título original: The Irishman. Duración: 209 min. Guión: Steven Zaillian (Libro: Charles Brandt). Música: Robbie Robertson. Fotografía: Rodrigo Prieto. Reparto: Robert De Niro, Al Pacino, Joe Pesci, Stephen Graham, Harvey Keitel, Bobby Cannavale, Anna Paquin, Ray Romano, Kathrine Narducci, Jesse Plemons, Domenick Lombardozzi, Jack Huston, Jeremy Luke, Gary Basaraba, Steve Van Zandt. Producción: Martin Scorsese (Netflix / Sikelia Productions / Tribeca Productions).
Una de las obras maestras más incuestionables de los últimos tiempos. Esta crónica de la vida de Frank Sheeran, veterano de la Segunda Guerra Mundial, le sirve a Scorsese para configurar un extraordinario resumen de la historia norteamericana a partir de los años cincuenta. Con un ritmo sin duda más calmado de lo que Scorsese tiene acostumbrado al espectador, El Irlandés tiene aura de despedida, de homenaje no sólo a sus actores sino a su propio cine (desde Malas calles hasta la propia Casino), puesto que sus imágenes e historiografía (mafia, corrupción política, Florida, Cuba, Kennedy…) siguen siendo vitales y, sin embargo, Scorsese la enfoca ahora con un bisturí que parece heredado de Schrader, por su renovado énfasis en la devastación espiritual y la culpa de su protagonista, un hombre al que hace tiempo le fue amputada su capacidad de sentir remordimiento y ahora es incapaz de aceptar sus sentimientos. Impagables reparto, fotografía y banda sonora, como suele ser habitual en su extraordinario director.
Lo mejor: Toda la película es un compendio de virtudes sin excepción.
Lo peor: El pueril revuelo organizado por la –por otra parte, inocua- técnica de rejuvenecimiento digital.
HISTORIA DE UN MATRIMONIO (NOAH BAUMBACH, ESTADOS UNIDOS)
Título original: Marriage Story. Duración: 136 min. Guion: Noah Baumbach. Música: Randy Newman. Fotografía: Robbie Ryan. Reparto: Scarlett Johansson, Adam Driver, Laura Dern, Azhy Robertson, Alan Alda, Julie Hagerty, Merritt Wever, Mary Hollis Inboden, Amir Talai, Ray Liotta, Wallace Shawn, Emily Cass McDonnell, Matthew Maher, Ayden Mayeri, Kyle Bornheimer, Mark O’Brien, Gideon Glick, Brooke Bloom, Matthew Shear, George Todd McLachlan, Annie Hamilton, Juan Alfonso, Justin Claiborne, Mickey Sumner. Producción: Noah Baumbach, David Heyman (Netflix / Heyday Films).
Una historia que comienza con el fin de un matrimonio, a partir del desorden del colapso de una realidad compartida, tratando de construir una grandiosa melodía a partir de la desarmonía misma. Llena de angustia, pérdida y arrepentimiento, elude la melancolía y la afectación a partir de un espléndido cuarteto protagonista (y aparición especial de Wallace Shawn, Alan Alda y Ray Liotta) y la sobria dirección de Baumbach, que invierte la firme observación de Tolstoi sobre las familias felices e infelices, como estado que sólo existe fuera de la narración. Sin embargo, existe una intimidad que nunca se desvanece del todo: en los momentos más intensos del conflicto – cuando la delgada línea entre el amor y el odio parece haberse cruzado irrevocablemente- sabemos que aún queda un residuo de gracia entre ellos, que ofrece esperanza, no necesariamente para la reconciliación, sino para el límite del daño que cada uno infligirá y sostendrá. Obra maestra absoluta.
Lo mejor: Cada plano de Baumbach.
Lo peor: Que alguien piense todavía que es mejor Kramer contra Kramer.
MIDSOMMAR (Ari Aster, Estados Unidos-Suecia-Hungría)
Título original: Midsommar. Duración: 145 min. Guion: Ari Aster. Música: Bobby Krlic. Fotografía: Pawel Pogorzelski. Reparto: Florence Pugh, Jack Reynor, Will Poulter, William Jackson Harper, Ellora Torchia, Archie Madekwe, Vilhelm Blomgren, Julia Ragnarsson, Anna Åström, Anki Larsson, Lars Väringer, Katarina Weidhagen van Hal, Isabelle Grill. Producción: Lars Knudsen, Patrik Andersson (B-Reel Films / Parts and Labor).
Ari Aster demuestra una vez más –como hiciera en la extraordinaria Hereditary– que comprende los recovecos del miedo en su más profundo sentido sin dejarse llevar por los ya sobadísimos tópicos. Si su primera incursión en el género de horror tenía lugar a través de una historia de vulnerabilidad ancestral empapada de dolor, Midsommar es ahora un sacramento cinematográfico apocalíptico y terriblemente ambiguo que se mueve alrededor de una relación infructuosa en círculos vertiginosos. Esta vez no estamos metidos en una casa cavernosa llena de terror claustrofóbico, sino en medio de un entorno pastoral más bien agorafóbico, preñado de temor tangible y al que encajan como anillo al dedo la ajustada coreografía y las atmosféricas composiciones de Pogorzelski. Aunque no excesiva en su desarrollo del vastísimo y polémico tema cósmico de la película -cosechar las nociones de privilegio masculino (blanco), el derecho americano y más importante, el empoderamiento femenino-, las terribles vivencias de los protagonistas en un remoto y oculto pueblo sueco anidado en algún lugar de Hälsingland, donde la población celebra el verano a través de rituales inicialmente sólo pintorescos, se desarrollan con un pulso extraordinario, haciendo de esta Midsommar una de las mayores obras maestras del cine de terror moderno.
Lo mejor: Que vuelva a recordársenos que Aster es uno de los mejores directores de terror contemporáneos.
Lo peor: Que haya quien se empeñe en ver aquí ecos de The Wicker Man (Robin Hardy, 1973).
THE WOLF HOUR (Alistair Banks Griffin, Estados Unidos)
Título original: The Wolf Hour. Duración: 99 min. Guion: Alistair Banks Griffin. Música: Danny Bensi, Saunder Jurriaans. Fotografía: Khalid Mohtase. Reparto: Naomi Watts, Jennifer Ehle, Brennan Brown, Emory Cohen, Jeremy Bobb, Kelvin Harrison Jr., Pedro Hollywood, Maritza Veer, Justin Clarke, Ohene Cornelius, Richard Bird, Angel Christian Roman, John Palacio, Sean Pilz. Producción: Brian Kavanaugh-Jones, Bailey Conway Anglewicz, Bradley Pilz, Naomi Watts (Automatik Entertainment / Bradley Pilz Productions).
A partir de un evidente origen teatral, la película de Griffin resulta convincente gracias, entre otras cosas, a la tensa y comprometida actuación de Naomi Watts como una escritora feminista otrora celebrada -ahora encerrada en el apartamento de su abuela muerta- a la que una creciente sensación de paranoia y los consiguientes demonios desatados por su anterior éxito están llevando, de forma inexorable, hacia la locura. El exquisito diseño de producción de Kaet McAnneny, que rezuma amenaza de manera tan visceral que bien podría ser ectoplasma, así como la fotografía de Khalid Mohtaseb, hallan la suficiente maniobrabilidad en este espacio cerrado para que se evoque una sensación de claustrofobia sin que la imagen resulte nunca constreñida. Es cierto que, aunque se echa en falta algo más de desarrollo en la psicología desentrañada de June (Watts), Banks explora las ideas de contracultura, racismo, sexismo, culpa, engaño y aislamiento urbano en medio de la célebre ola de calor neoyorkina de 1977 -el llamado Verano de Sam-, y consigue un casi perfecto claustrofóbico thriller psicológico, fortalecido en su textura espacial, y con especial atención a los artificios visuales y sonoros, desde el sonido ambiental que se filtra desde el exterior hasta el uso estratégico de una partitura nerviosísima.
Lo mejor: Naomi Watts, como siempre.
Lo peor: Una cierta falta de desarrollo del personaje principal.
MULA (Clint Eastwood, Estados Unidos)
Título original: The Mule. Duración: 116 min. Guión: Nick Schenk (Artículo: Sam Dolnick). Reparto: Clint Eastwood, Bradley Cooper, Dianne Wiest, Michael Peña, Taissa Farmiga, Laurence Fishburne, Ignacio Serricchio, Alison Eastwood, Andy García. Producción: Clint Eastwood, Dan Friedkin, Jessica Meier, Tim Moore, Kristina Rivera, Bradley Thomas (Imperative Entertainment / Warner Bros. / Bron Studios / Malpaso Productions).
The Mule es, si no otra cosa, un golpe certero a la noción de victimismo. Earl Stone (Eastwood) no es una víctima del sistema. Al desdichado horticultor de lirios se le ofrece un trabajo de dudosa respetabilidad que acepta y sale bien. The Mule es una película tan imperfecta como lo han sido algunas de sus mejores y más valiosas obras -pienso, por ejemplo, en Escalofrío en la noche (1971), Infierno de cobardes (1973) o Medianoche en el jardín del bien y del mal (1997)- y, sin embargo, Eastwood suple dichas imperfecciones con un trabajo técnico tan clásico como acostumbra, empezando por la exquisita fotografía de Yves Bélanger y terminando por la dirección misma, que es impecable. Incluso el resto del reparto, aunque en papeles de mucha menor envergadura si los comparamos con el suyo, está elegido a conciencia: la maravillosa Alison Eastwood, Bradley Cooper, Laurence Fishburne, Dianne Wiest y un extraordinario Andy García. The Mule refleja, en parte, la interpretación que Eastwood brindaba en Gran Torino: un veterano cansado, de angulosas facciones, que ha encontrado más dificultades en su lucha contra los problemas familiares que contra los comunistas en Corea. The Mule cimenta las nociones ideológicas de Gran Torino: a la vez que el cuerpo declina, la edad nos da algo importante, esto es, una cierta inteligencia y audacia. Y una cierta amplitud de miras. The Mule no es sólo, ni mucho menos, lo que hace Earl Stone, es lo que él es. Puede tener razón o estar equivocado, pero el mensaje está claro: por mucho que nos sonría el destino o nos frunza el ceño, nuestras decisiones son nuestras y debemos vivir con ellas. Maravillosa.
Lo mejor: Eastwood, director y actor, y la aparición de Andy García.
Lo peor: Su escasa tendencia al riesgo, pese a las posibilidades de la historia (algo que, a los casi noventa años de su realizador, también se perdona).
LA VIUDA (Neil Jordan, Irlanda)
Título original: Greta. Duración: 98 min. Guión: Neil Jordan y Ray Wright. Reparto: Isabelle Huppert, Chloë Grace Moretz, Maika Monroe, Stephen Rea, Colm Feore, Zawe Ashton. Producción: Lawrence Bender, Sidney Kimmel, John Penotti, James Flynn, Karen Richards (Anonymous Content / Sidney Kimmel Entertainment / Lawrence Bender Productions / Little Wave Productions).
En la erosión de los límites de la identidad que ejecuta Neil Jordan en su última película, esta magnífica Greta, con la cuestión de los roles cambiantes, insinúa un vínculo psicosexual más allá de la narrativa de la madre y la hija. El filme se gesta en torno a la obsesión –nunca explicada del todo- de la protagonista homónima por atraer a mujeres jóvenes a su apartamento. Sobre, en esencia, las múltiples manzanas que esa bruja siniestra, postmoderna y, sin embargo, atemporal, da a todas sus Blancanieves. La psicosis del personaje que interpreta Huppert no está demasiado lejos del problema más absurdo de nuestra era: la búsqueda obsesiva e incontrolada de la aprobación en las redes sociales. Este perverso cuento de hadas se apoya, por tanto, en cuestiones como el aislamiento y la alienación en la era de dichas redes, que marcarán los límites del cómo y cuándo una obsesión puede volverse monstruosa. Así pues, el tema subyacente en Greta es la soledad, el desamor y la pérdida. Sólo cuando cae la luz, como en los mejores cuentos de hadas, la bondad deviene mal terrible. Incluso el hecho de rodar en Toronto y Dublín una película que transcurre en Nueva York parece contribuir a esta inubicable exposición del mal. Imprescindible dueto de actrices, con Huppert y Moretz a la cabeza, en la que es, muy probablemente, una de las mejores películas de su director en estos veinte últimos años.
Lo mejor: Sus protagonistas femeninas y volver a ver a Stephen Rea.
Lo peor: Lo injustamente desapercibida que ha pasado.
THE OPERATIVE (Yuval Adler, Alemania-Israel-Francia-Estados Unidos)
Título original: The Operative. Duración: 120 min. Guion: Yuval Adler. Música: Haim Frank Ilfman. Fotografía: Kolja Brandt. Reparto: Diane Kruger, Martin Freeman, Cas Anvar, Werner Daehn, Liron Levo, Hadi Khanjanpour, Maria Gnecchi, Erez Ben-Ezra, Julia Schneider, Daniel Wandelt, Ohad Knoller, Jacob Daniel, Barnaby Metschurat. Producción: Eitan Mansuri, Anne Carey, Michael Weber, Viola Fügen (Black Bear Pictures / Le Pacte / Neue Bioskop Film / Spiro Films).
Operación Todo sigue igual es el nombre de la misión encubierta asignada a la agente del Mossad Rachel Currin en Teherán. Etiqueta a sabiendas de la ironía de una empresa difícil que se vuelve considerablemente menos ortodoxa cuanto más tiempo pasa. El guionista y director Yuval Adler adapta una novela del ex general de brigada del ejército israelí Yiftach Reicher Atir, con Diane Kruger como protagonista, en el papel de la ambigua Currin, que nos devuelve a un cine de espionaje que ya no se hace. A lo largo del camino, crea un intrigante estudio de personajes y son precisamente su ritmo lento y el sentimiento general de ambigüedad los que prevalecen en última instancia, haciendo de The Operative un sólido, magnífico y pavoroso retrato del espionaje en nuestros días. Kruger ofrece una actuación silenciosa e intensa, de puro acero, en la que, transformada en una figura intencionadamente sencilla y sin maquillaje, subyace unas tensísimas motivaciones en principio desconocidas. La, no por nada abrupta, conclusión de la película trae consigo la terrible certeza de que tal vez nunca conocimos tales motivaciones porque el espionaje no las tiene. Menos aún en tiempos de paz.
Lo mejor: Diane Kruger, como siempre.
Lo peor: Que nadie hablará de ella.
DÍA DE LLUVIA EN NUEVA YORK (Woody Allen, Estados Unidos)
Título original: A Rainy Day in New York. Duración: 92 min. Dirección: Woody Allen. Guion: Woody Allen. Fotografía: Vittorio Storaro. Reparto: Timothée Chalamet, Elle Fanning, Selena Gomez, Jude Law, Diego Luna, Liev Schreiber, Annaleigh Ashford, Rebecca Hall, Cherry Jones, Will Rogers, Taylor Black, Kathryn Leigh Scott, Kelly Rohrbach, Edward James Hyland, Natasha Romanova, Suki Waterhouse, Griffin Newman, Claudette Lalí, Jacob Berger, Elijah Boothe, Dylan Prince, Olivia Boreham-Wing, Liz Celeste, Catherine LeFrere, Tyler Weaks, Chris Banks, Gurdeep Singh, Suzanne Smith, Geoff Schuppert, Deniz Demirer, George Aloi, Cole Matson, Marko Caka, Shannone Holt. Producción: Letty Aronson, Erika Aronson (Gravier Productions / Perdido Productions).
Mediante la radiante cinematografía digital de Vittorio Storaro, la última película de Allen, al igual que sus personajes y su narrativa, parece pertenecer a otro tiempo y deviene una de sus mejores películas en décadas. Al hacerse introspectivo al final de su carrera, el espectador es consciente de que Allen, en un ejercicio de revisionismo –con precedentes, acaso, en un John Ford- está cuestionando su obra a la luz de las costumbres cambiantes. Un día lluvioso en Nueva York está llena, no por nada, de una especie de tristeza que ni toda la comedia del mundo podría borrar. Esa tristeza se manifiesta aquí a través de la nostalgia, tanto por una Nueva York que ya no existe -y probablemente sólo existió para los millonarios- como por una cultura en la que los encuentros entre hombres y mujeres siguen siendo leitmotiv del género. Los mejores momentos de una película plagada de ellos se logran gracias al extraordinario Timothée Chalamet, que hace un trabajo estupendo canalizando al típico antihéroe alleniano –de nombre Gatsby Welles (nótense ambas referencias)- un neurótico, enflaquecido e inteligente crítico neoyorquino, escoltado de cerca por Fanning y el descubrimiento como actriz de la cantante Selena Gomez. Nadie sabe cuántas películas hará ya Woody Allen, ni siquiera si conseguirá igualar los envidiables resultados de ésta, pero si de algo podemos estar seguros es de que, hasta ahora, no ha faltado a su estilo ni lo ha traicionado.
Lo mejor: Chalamet y el descubrimiento de Selena Gomez como actriz.
Lo peor: Que hay quien se ha perdido esta obra maestra por las absurdas acusaciones a su director.
AN ELEPHANT SITTING STILL (Hu Bo, China)
Título original: Da xiang xi di er zuo aka. Duración: 234 min. Guion: Hu Bo, según su novela. Música: Hua Lun. Fotografía: Fan Chao. Reparto: Zhang Yu, Peng Yuchang, Wang Uvin, Li Congxi. Producción: Wang Xiaoshuai, Fu Dongyan (Dongchun Films).
Nada más terminar la película, el realizador Hu Bo se suicidó, interrumpiendo de raíz una prometedora carrera que empezaba con este difícil e inolvidable drama de cuatro horas. An elephant…, impregnada del tipo de desesperanza que se adueña del cine de cuando en cuando (Béla Tarr es un buen ejemplo, no por nada maestro del propio Hu), es el acto de rendición suicida de un hombre, a través de la relación que se ejerce, en el filme, con la política de supervivencia en una nación sin esperanza. Adaptada libremente de una de las dos novelas escritas por su propio director, esta fría e incolora película, tocada de manera muy leve por un agradecido realismo mágico, tiene lugar en el transcurso de un solo día en la desolada –infernal, diríase- provincia industrial de Hebei, justo al sur de Pekín, donde se encuentran cuatro personas sin futuro alguno. An elephant… es un mosaico decrépito en el que, aunque sus personajes se crucen ocasionalmente, se nos evitan las conveniencias narrativas más cómodas y predecibles. Uno de los méritos de esta extraordinaria película es el poco interés que demuestra en el drama convencional de causa y efecto, sino que su estructura fracturada se utiliza para enfatizar la distancia entre estas personas en lugar de los lazos que las unen.
Lo mejor: Conseguir que cuatro horas transcurran como si fuesen una. La fotografía de Chao.
Lo peor: Que la desesperanza presente en la película sea un hecho real en China.
SECRETOS DE ESTADO (Gavin Hood, Reino Unido)
Título original: Official Secrets. Duración: 112 min. Guion: Gregory Bernstein, Sara Bernstein, Gavin Hood (Libro: Marcia Mitchell, Thomas Mitchell). Música: Paul Hepker, Mark Kilian. Fotografía: Florian Hoffmeister. Reparto: Keira Knightley, Matt Smith, Ralph Fiennes, Matthew Goode, Indira Varma, Tamsin Greig, Conleth Hill, Kenneth Cranham, Lee Byford, Dave Simon, Jeremy Northam, Rhys Ifans, Adam Bakri, MyAnna Buring, Hattie Morahan, John Heffernan, Monica Dolan, Jack Farthing, Peter Guinness, Angus Wright. Producción: Ged Doherty, Colin Firth, Elizabeth Fowler, Keira Knightley, Jennifer Fowler, Melissa Shiyu Zuo (Clear Pictures Entertainment / Raindog Films / Screen Yorkshire).
Basado en el caso real de Katharine Gun, una traductora que trabajaba para los servicios de seguridad británicos en los meses previos al estallido de la guerra de Irak, este drama de espionaje –probablemente uno de los mejores realizados en la última década- aborda el tema de la conspiración a través de la kafkiana problemática que implica defenderse legalmente contra una acusación de traición. La película de Hood demuestra que los dramas de espionaje de la vida real no son, en absoluto, thrillers de acción –ni Bourne ni 007-, sino algo más parecido a la política de oficina a nivel nuclear. Aunque no detuvo la guerra, el juicio a Gun (que desveló un intento de chantaje a políticos contrarios a la intervención en Irak) desempeñó un papel importante en el cambio de la prensa y la opinión pública. Más allá del pulso y el clasicismo que desprende Hood tras la cámara, es necesario mencionar a Keira Knightley –una de las mejores actrices contemporáneas- en una actuación enfocada y plausible. Magnífica película sobre un mundo que parece de ayer y permanece, empero, de rabiosísima actualidad.
Lo mejor: Knightley y la aparición del exquisito Ralph Fiennes.
Lo peor: Que pasará desapercibida por su agradecidísima falta de acción, precisamente.
APÉNDICE:
A pesar de esta clasificación, considero importante mencionar otras películas que, vistas también este año, se mantienen en un nivel cualitativo que no quedaría lejos de las diez comentadas más arriba: Spider in the web (Eran Riklis), Parásitos (Bong Joon-ho), The Report (Scott Z. Burns), El día que vendrá (James Kent), Adiós (Paco Cabezas), The Poison Rose (Francesco Cinquemani, George Gallo, Luca Giliberto), The Kill Team (Dan Krauss), El peral salvaje (Nuri Bilge Ceylan), La portuguesa (Rita Acevedo Gomes), Largo viaje hacia la noche (Bi Gan), La Favorita (Yorgos Lanthimos), Érase una vez en Hollywood (Quentin Tarantino), Nosotros (Jordan Peele) y Retrato de una mujer en llamas (Céline Sciamma).