«Sucedió en un hospital de Londres. Una mujer estaba a punto de dar a luz a su primer bebé. Una estudiante de comadrona, una experimentada doula y el padre estaban ahí, silenciosos e invisibles, compartiendo aquel momento sagrado. La futura madre estaba de pie, y en el preciso instante en que, extasiada, empezó a decir «¡Qué placer!», «¡Es como hacer el amor!», «¡El bebé viene!», justo cuando empezó a moverse, la puerta de la habitación se abrió de par en par súbitamente. Una médica entró gritando: «¡Necesito ver cómo va todo, tienes que tumbarte encima de la mesa!». La parturienta suplicó en vano varias veces que no la molestara. Casi una hora después, necesitó una inyección de oxitocina sintética para poder expulsar al bebé… Es fácil interrumpir un orgasmo.»Michel Odent, Las funciones de los orgasmos. La vía rápida hacia la trascendencia
¿Alguna vez has oído hablar de parto orgásmico?
Sí, sí, has leído bien: PARTO ORGÁSMICO. Yo lo escuché por primera vez en la presentación de un libro feminista en donde lo mencionaron de pasada. Gracias feminismo por sembrar curiosidad en mí. Unos días después teclee «orgasmic birth» en google y encontré un vídeo que me hizo confirmar el sentir que se había despertado en mí: esto huele a gran secreto del patriarcado. Hoy, 4 años después, se encuentran muchos más vídeos sobre el tema.
¿Es posible sentir un orgasmo durante el parto?
Sé que hay muchas mujeres que no dan crédito a esta posibilidad, especialmente si ya son madres. Es cierto que este tipo de partos son muy poco habituales. Y sin duda es más fácil tener esperanza cuando no has pasado por la experiencia de un parto doloroso. Pero, ¿no sería maravilloso encontrar formas de que sea cada vez más y más habitual? ¿No sería maravilloso que todas tuviéramos historias cercanas de partos con placer?
Según una teoría evolutiva expuesta en el libro Pariremos con placer de Casilda Rodrigáñez (muy recomendable si te interesa este tema), el orgasmo es un mecanismo desarrollado por los humanos como apertura del cuello del útero. ¿Por qué? Porque al pasar de cuadrúpedos a bípedos, el peso del feto y del líquido amniótico pasó de ser soportado por el abdomen a serlo por el cuello del útero. Para sostener ese peso durante el embarazo, fue necesario desarrollar la capacidad de cerrar el cuello del útero con mucha fuerza y crear un mecanismo de apertura. Dicho de otro modo, la gran Pachamama, se inventó el orgasmo para facilitarnos/posibilitarnos la vida.
Además, si lo pensamos bien, en el fondo, el sexo y el parto no son procesos tan distintos: están involucradas las mismas partes del cuerpo y el mismo cóctel de hormonas. De hecho, Michel Odent, en su libro Las funciones de los orgasmos, explica cómo están interconectados los orgasmos genitales (los de siempre vamos), el reflejo de eyección del bebé (ese que le cortaron a la mujer de la anécdota inicial) y el reflejo de eyección de la leche durante la lactancia. Todos procesos que por naturaleza deberían ser placenteros.
Entonces, ¿por qué los partos son dolorosos?
Cuando a lo largo de tu vida todas las historias que escuchas (o que no te dejan escuchar) son de terrible dolor, es más, del peor de los dolores que puedes experimentar, difícilmente vas relajarte al acercarse ese momento. Y con tensión y miedo en el cuerpo, el dolor está a la vuelta de la esquina.
En términos científicos, tanto Casilda Rodrigáñez como Michel Odent coinciden en la importancia de apagar el neocórtex, o lo que es lo mismo, el cerebro racional. Resulta que pensar es contraproducente a la hora de parir, especialmente si lo que tienes en mente son todas esas historias de horror.
Desde mi experiencia acompañando partos como doula, puedo corroborar que la mente puede ser nuestra mejor aliada o la peor enemiga. Muchas de las mujeres a las que he acompañado se pasaban horas repitiendo «no puedo» y «me duele». Estos partos son largos y agotadores. Y finalmente, sí han podido. En algunos otros he tenido la suerte de comprobar cómo el poder de la mente ayuda.
Algunas experiencias de parto
Me nace compartir tres experiencias de parto que recuerdo con especial amor. En el primero de ellos la clave fue la profunda certeza de la mamá en su capacidad de parir. Ella se concentró en conectar con su bebé recordándole una y otra vez que lo estaba haciendo muy bien y que pronto se verían. En el segundo de ellos, la fórmula que aceleró increíblemente el parto fue dormir. Aunque parezca increíble, durante la dilatación, entre contracción y contracción, es posible dormir. En el tercero, la mamá era experta meditadora, así que meditó. El factor común: ninguna de sus mentes opuso resistencia al proceso natural que estaba teniendo lugar en sus cuerpos. No fueron partos placenteros, pero sin duda estuvieron más cerca de serlo que la gran mayoría.
¿Cómo acercarse a un parto placentero?
Antes de entrar en materia, quiero hacer hincapié en la importancia del lenguaje y el motivo por el que ahora voy a hablar de «parto placentero» y no de «parto orgásmico». Cuando nos centramos en el objetivo final, a veces nos sucede que nos olvidamos del proceso. De hecho, uno de los motivos para no alcanzar el orgasmo durante las relaciones sexuales es estar pensando en si lo vamos a lograr. Por eso, propongo poner el foco en sentir placer durante el proceso del parto más que pensar en que la culminación vaya a ser orgásmica. Con este detalle claro, veamos qué elementos pueden sernos de ayuda.
Preparando el escenario del parto
El primer paso es seleccionar el lugar donde queremos parir. Tengamos en cuenta que permita intimidad y que nos transmita tranquilidad. Dudo que ninguna de nosotras se imagine teniendo un orgasmo en mitad de una habitación de hospital, salvo que nos guste jugar a los médicos. Aunque cada una es libre de seleccionar lo que más calma le dé. Podemos ambientarlo a nuestro gusto con velas, incienso y música. La iluminación es un detalle a tener en consideración. Cuanta menos luz haya, más fácil será que nos relajemos. De hecho, en la oscuridad nuestro cuerpo segrega melatonina, una hormona que nos ayuda a bajar la actividad del neocórtex y nos permite dormir.
Elegir acompañante/s
Si lo que queremos es un parto placentero, probablemente prefiramos tener a nuestra pareja al lado en lugar de a nuestra madre. Otra opción es estar en soledad o con personas que no nos vayan a hacer sentir observadas ni juzgadas. ¿Por qué digo esto? Porque cualquier sensación que nos haga estar en estado de alerta va a impedirnos desconectar el cerebro y fluir con las sensaciones. Se parece bastante a estar preocupada durante el sexo porque alguien te interrumpa o te observe. El lenguaje mantiene encendido el cerebro racional, así que palabras, las justas y solo si son verdaderamente necesarias.
De dolor a placer
A partir de este momento, se trata de tener en cuenta y poner en práctica todo aquello que nos funcione en el sexo. Está probado que al estimularnos sexualmente segregamos endorfinas, hormonas que actúan como analgésicos naturales. Esta disminución del dolor se acentúa si alcanzamos el orgasmo. Lo que significa que podemos tener un calmante natural sin eliminar la sensibilidad puesto que las endorfinas no son anestésicas. Nuestro cuerpo está preparado para ser mucho mejor que la epidural, sólo tenemos que darle la oportunidad.
Caricias, masajes, besos, abrazos,… todo sirve. Hasta el semen puede sernos de ayuda puesto que contiene prostaglandina, hormona que acelera el parto. Por cierto, ¿no te parece maravillosa la ubicación del clítoris? Está ahí, como pidiendo a gritos ser estimulado mientras la vagina y el útero están a pleno rendimiento. Es cuestión de tomar conciencia y darnos permiso para convertir el parto en lo que verdaderamente es, un acto sexual.
Más allá del espacio-tiempo
Algunas mujeres, durante el parto entran en estado de trance llegando a alcanzar estados emocionales trascendentales y experiencias místicas. Conozco la historia de una mujer para la que cada contracción, una vez consiguió vencer el miedo, representaba un viaje increíble hacia su mundo interior.
¿Qué pasaría si cuando nos enteramos de que estamos embarazadas supiéramos que la cuenta atrás nos acerca al orgasmo más intenso de nuestras vidas? ¿Y si no tuviéramos miedo? ¿Y si no diéramos por sentado que dolerá?