Un domingo de verano nos presentamos en taller de Alejandro Carpintero (Rivas Vaciamadrid, 1981). Vive en Villaverde, un distrito obrero de Madrid que cuenta con la mayor tasa de inmigración de la capital. Alejandro nos invita a pasar a su casa que es donde tiene el estudio, nos cuenta que él mismo está arreglándola. En el salón nos encontramos la primera pieza que preside la estancia, sobre un sofá verde con un cojín del principito encima, se trata de «Caramelo de comunión». Una obra totémica que alude muchos rasgos de la pintura que caracteriza a Alejandro: comestible, líquida y con toques de realismo fotográfico.
Nos cuenta que trabaja en casa porque pinta hasta altas horas de la madrugada. Nos invita a un refresco, hace calor y aceptamos gustosamente. Pasamos a una de las habitaciones donde tiene instalado el taller. La paleta de colores es inmensa, los pinceles se sitúan en recipientes repletos de ellos y algunos de los bocetos cuelgan de la pared como post its aludiendo a un recordatorio de alguna idea o imagen.
Nos sentamos y charlamos, nos explica que poca gente ha entrado a su estudio. Es un lugar pequeño con relativa poca luz y un embriagador olor a óleo, sus paredes están pintadas de un color gris que hace resaltar las obras de forma similar a como lo harían en una galería de arte. Carpintero se apresura a colocar una de sus piezas terminada en el caballete. Es bastante especial pues mantiene una posición completamente perpendicular respecto a la pared. En cambio el boceto o foto lo sitúa en un verdadero caballete de madera a la izquierda del lugar donde pinta.
Hablamos a cerca de sus inicios en la pintura. Nos cuenta que recuerda dibujar desde que tiene uso de conciencia, «no recuerdo mi vida sin pintar». Aunque fue cuando estuve trabajando en el aeropuerto de Londres cuando encontré mi tema. «Allí vi colores en la cara de la gente. Continuamente persigo esas imágenes que vienen a mi cabeza. Las tengo en mi mente pero no sé de dónde vienen y tengo la necesidad de plasmarlas en mis obras. Es lo que verdaderamente me hace descansar. Pinto porque lo siento, es algo inexplicable». Nos cuenta que sus padres le llevaron a clases de dibujo cuando era joven con Miguel Ángel Oyarbide, con el que aprendió la base de la pintura saliendo en multitud de ocasiones a pintar al natural. Fue una enseñanza vivencial.
En el proceso de creación, Alejandro siente que su misión es tener algo que decir, se define como un transmisor. Hablamos a cerca de la función del arte que se encuentra al servicio de nuestra especie para enseñarnos como somos. Nos comenta que el arte está obligado a mostrar las márgenes. Carpintero quiere representar a gente real, que en algunas ocasiones son considerados raros pero que suelen ser personas de lo más normal del mundo. Tratamos la serie Princesas de barrio, que nos habla de cómo nuestra sociedad influye sobre los más vulnerables, los adolescentes. Nos comenta que es una fase de la vida muy complicada de definir en la pintura, «un poco de difuminado y parece más joven, pero si se define demasiado puede llevarnos a pensar que son mayores». La adolescencia es el periodo de la edad de las personas que más cuesta retratar puesto que representa un cambio en continua evolución. Es la adolescencia una etapa compleja y quizás por esto en sus retratos, las chicas, nunca salen sonriendo. Están vestidas de esa manera demasiado vistosa o chillona pero en cambio su mirada se dirige hacia ellas mismas, donde de algún modo reflexionan. La ropa que se puede ver es sus cuadros es sensual aunque no pretende que seduzcan al espectador. Las adolescentes a las que pinta aparecen con muy poca ropa en una especie de semidesnudo que corresponde con una realidad que proviene de la vida misma. «Es así como ellas se visten».
Su relación con la fotografía es muy estrecha. Algunos de los fondos que utiliza en sus obras son netamente fotográficos haciendo que los objetos representados adquieran una mayor importancia. La luz de flash de impacto así como el uso de luces frontales profundizan en los colores haciéndolos más vivos, algo que en la naturaleza no ocurre. «La fotografía ha situado a la pintura en un lugar mucho más interesante, las dos técnicas son modos muy similares de abordar la realidad». Pero finalmente se decanta por el uso del óleo porque tiene una densidad similar a la piedra y es aquí donde consigue superar a la foto. Alejandro nos enseña su primera cámara oscura que se fabricó él mismo durante sus estudios en la facultad de Bellas Artes. Sacó los planos de un libro montando tres de ellas que vendió en menos de una semana.
En ocasiones algunas de sus obras muestran un paisajismo urbano definido por señales que han perdido su funcionalidad comunicativa convirtiéndose en algo estético.
Sus investigaciones en las técnicas pictóricas van mucho más allá de simples pruebas. Carpintero nos comenta que la pintura contemporáneo le permite el uso de numerosos ismos como si se tratara de un cajón donde elegir cuál es el más interesante para la función que debe cumplir. En ocasiones se apoya de la tecnología i-Pad para idear cuadros y probar diferentes composiciones. También le sirve para clarificar ideas o visualizar imágenes que tenía en mente, pero nos aclara que nunca son piezas definitivas sino una transición hasta llegar a plasmar lo que tenía en mente.
Carpintero es una persona sincera que continua experimentando y enriqueciéndose con las clases de pintura que imparte a sus alumnos. Le gusta dar clase y admite que aprende una barbaridad, incluso nos recuerda que su deber es enseñar. Imparte también algún taller específico sobre retrato. Sus obras se exponen en Galerías reconocidas internacionalmente como C.O.A. (Montreal, Canadá) o Next Street Gallery (París, Francia), incluso esta empezando a trabajar con otra galería en Australia.
Algunas piezas se exponen de forma permanente en el MEAM (Museo Europeo de Arte Contemporáneo) o en la Fundación Arcilla. Realiza algún encargo y se ha presentado a concursos y certámenes donde ha obtenido diversos premios como los de la Fundación Valparaíso o la Fundación de las Artes y los Artistas.
Web de Alejandro Carpintero. E-mail de contacto: alejandro_diezcarpintero@yahoo.es |
[…] 1. En el taller de… Alejandro Carpintero […]
[…] Volvemos a la carga con “manteca de la buena”. Nadie daba un duro por nosotros pero seguimos en la brecha. Ni tan siquiera nosotros mismos pensábamos que volveríamos a nuestra querida Mengolero. Pero después de un año de ausencias y querencias nos apetecía, bueno en realidad nunca quisimos irnos, así que esta vuelta nos la tomamos como un reencuentro pasajero. Pero la realidad siempre supera las expectativas y nuestra marcha aunque fue ineludible el ahora es más fuerte que nunca. Retornamos con ilusión, motivación y ganas de trabajar, siempre nos hemos debido a nuestro público que supo y sabrá comprender nuestra maltrecha situación. Pronto podréis disfrutar de una nueva exposición que hemos preparado con todas las fuerzas que aún nos quedan para dar lo mejor de nosotros y de nuestro artista invitado. Una persona muy especial para nosotros que ha trabajado muy duro durante los últimos dos meses en el entorno troglodita, compartiendo sus bastos conocimientos de arte junto a muchas de las personas que han querido acercarse a conocerle. Esta vez seguro que no defraudaremos, aunque como siempre las críticas serán bien recibidas. Entendemos el arte precisamente así, como un cuestionamiento constante de una sociedad como la actual que se rebate entre la desidia y la esperanza, algo que perdimos en su día pero que hemos vuelto a recuperar con Alejandro Carpintero. […]