En este artículo vamos a tratar sobre uno de géneros más prolíficos, más populares y que más grandes películas ha dado a la historia del cine: el thriller.
En su libro Thrillers (Ed. Akal, 2003), Martin Rubin nos dice que los elementos esenciales que determinan la singularidad de este género podrían resumirse en: la intriga, la manipulación de la información (revelación y ocultación), la oscilación de la atención del espectador, el crimen (consumado o latente) como punto fundamental de conflicto y uno o más personajes sobre los cuales recaiga algún tipo de duda.
Un buen thriller debería tener un componente intelectual que nos lleve a participar activamente en el desarrollo de la acción, a fin de intentar anticipar la resolución final del conflicto, y proporcionar al espectador un aluvión de emociones. Esta capacidad de generar un torrente de adrenalina es la esencia misma del género, cuyo nombre proviene del verbo inglés to thrill, que significa “estremecer, provocar una emoción intensa”. El primer uso del término está documentado en 1889, según el Diccionario de Inglés Americano Merriam-Webster. En castellano se ha convertido en una palabra muy utilizada (de hecho es el anglicismo más frecuente en revistas y blogs de cine de todos los recogidos en esta serie de artículos). El DRAE aún no la acepta, pero sí aparece en el “Diccionario de Uso del Español” de María Moliner:
thriller [zríler] (ingl.; pl. thrillers) m. Obra literaria o cinematográfica de suspense.
Aunque pueda haber debate sobre cuál fue el primer thriller de la historia del cine, en lo que hay unanimidad es en que Alfred Hitchcock fue el primer director en especializarse en el género desde los mismos inicios de su carrera. Se considera que su primer thriller fue su película muda The lodger: A Story of the London Fog (1927), estrenada en España con el curioso título “El enemigo de las rubias”. A este director le cabe el honor de haber rodado el primer filme sonoro británico, Blackmail (1929), titulado en castellano “La muchacha de Londres”, también un thriller. De las quince películas que hizo entre 1925 y 1935, seis de ellas pertenecían al género que nos ocupa, que dominó la mayoría de su producción fílmica a partir de 1935 y dio lugar a clásicos conocidos por todos tales como “Rebeca” (1940), “Vértigo (De entre los muertos)” (1958), “Con la muerte en los talones” (1959), o “Psicosis” (1960), entre otros.
Quizá el thriller sea, junto con las películas de terror, el género cinematográfico que más subgéneros comprenda. Así, podemos hablar de:
- Comedia: no son exactamente comedias, sino thrillers ligeros en los que se combina el suspense con toques de humor, como en la famosa “Charada” (1963) de Hitchcock.
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- Eróticos: un tipo de thriller con escenas de sexo que resultan relevantes para la acción o desencadenantes de la misma. Este subgénero se popularizó a partir de los 80, y ha dado lugar a películas tan famosas como “Vestida para matar” (1980) de Brian de Palma, o “Instinto básico” (1992), de Paul Verhoeven.
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- Juicios o tema legal: los thrillers protagonizados por abogados y centrados en la celebración de un juicio suelen dar buen resultado en taquilla. Los filmes de este subgénero con frecuencia extraen sus guiones de novelas de éxito, como es el caso de “Presunto inocente” (1990), dirigida por Joel Schumacher y basada en un best-seller de Scott Turow, o “El jurado” (2003), de Gary Fleder, una de las muchas películas a las que ha dado lugar la obra de John Grisham.
- Psicológicos: aquellos en los que se establece una batalla mental entre el criminal y el personaje que ha de resolver el conflicto, a menudo un agente de policía. El criminal va soltando datos que el protagonista -y el espectador- ha de ir encajando a modo de puzle hasta llegar a la resolución final. Algunos thrillers de este tipo que todos recordamos son “El silencio de los corderos” (1991), de Jonathan Demme, y “Seven” (1995), de David Fincher. En castellano también se les llama con su nombre en inglés, psycho-thriller (donde la primera parte de la palabra es una abreviatura de psychological), o con la ortografía alternativa psicothriller.
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- Sobrenatural: se mezclan la tensión y el suspense con elementos sobrenaturales que contribuyen decisivamente al desarrollo y desenlace del filme, como las premoniciones del protagonista en “La zona muerta” (1983), de David Cronenberg, o el espíritu de la joven asesinada en “Lo que la verdad esconde” (2000), de Robert Zemeckis.
- Techno-thriller: la primera parte de la palabra es una abreviatura de technological. Son películas de suspense en las que la manipulación de alta tecnología tiene un papel fundamental en la trama. “EXistenZ” (1999), de David Cronenberg, se podría adscribir a este subgénero. En castellano también se denominan con la ortografía alternativa tecno-thriller.
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