La salida del escenario se hace sin ruido, salvo que el autor lo exija expresamente. Pero en este caso, en el que coinciden autor y actor, la salida será de forma queda. Y es que ya tenemos suficiente ruido alrededor para incrementarlo artificialmente y sin provecho alguno. Nunca me gustó el ruido, será porque me gusta la música. Bueno, seré sincero, casi toda la música, porque hay algunas músicas que semejan ruido y esas me alteran aún más que el simple ruido. Y hay ruidos que se ven, pero no se oyen, como nos ocurre cuando contemplamos El Grito de Munch y vemos el chillido.
De todas formas, los humanos somos algo complicados, porque el ruido que produce el agua que se vierte desde una fuente no nos causa molestia alguna, será porque conocemos que ese agua es vida. Nos ocurre lo contrario cuando escuchamos el crepitar de las hojas por el fuego, ese ruido nos espanta, será porque conocemos el daño que puede causar. En la misma medida que hay palabras que al leerlas nos atormentan por el ruido que producen desde su silencio culpable, culpable por lo que callan y por ello molestan. Algo así me ha pasado en las últimas semanas en las que me he sentido atormentado por palabras ruidosas, ensordecedoras, angustiosas, sucias y que no son un asunto aislado o único, sino el reflejo de una parte de la sociedad que, en mi opinión, está enferma. Palabras de las que no me queda más remedio que recordar, en esta despedida temporal, las últimas habidas.
Un club de fútbol ha organizado una campaña de apoyo a su jugador más conocido porque ha sido condenado a 21 meses de cárcel, de los que no cumplirá ninguno, por haber cometido tres delitos de fraude fiscal. Como la sentencia es recurrible judicialmente, lo que ocurrirá sin duda alguna pues el jugador tiene medios económicos para ello, no podemos aún afirmar con rotundidad que Messi sea un delincuente. Lo que tampoco podemos hacer técnicamente, pues no han sido condenados por un tribunal, con los directivos del Barcelona, a pesar de haber firmado un documento de auto inculpación por simular unas operaciones para evadir el pago de impuestos. A todo esto, los dirigentes políticos de aquella comunidad autónoma siguen pensando que los que les roban son otros. No sé cómo se dice en catalán, pero deberían salir al balcón de la Plaza Sant Jaume y gritar ¡Vivan las caenas!, como hicieron el resto de sus compatriotas al regreso de Fernando VII.
Uno que dice ser profesor, no sabemos de qué asquerosa materia, se ha regodeado en público con la muerte de un torero por una cornada. No tenemos noticias de que este supuesto enseñante, defensor de los animales, haya salido a la palestra de las redes sociales a defender la vida de otras personas que murieron por la acción de asesinos, parece ser que a este enseñante de baja estofa solo le preocupan la vida de los animales. Por eso me pregunto ¿ha denunciado este enseñante en Tarragona los correbous, toros embolados, de esa tierra? No alcanzo a comprender las razones de un odio que lleva a defender la muerte de personas y a poner, por encima de cualquier otra cuestión y de los más elementales valores morales, las propias ideas. Si Paulo Freire levantara la cabeza.
En cambio, hay silencios que reconfortan porque proceden de imágenes que trasmiten empatía, como esas en las que se ve a un niño, seguidor de la selección portuguesa de fútbol, que en la noche posterior al partido consolaba al hincha de la selección francesa que lloraba abatido por la derrota de su equipo en la final que ambas selecciones acababan de disputar en París y que ganó la primera. La alegría sincera no entiende que pueda haber dolor al tiempo.
Espero que mi salida del escenario sea silenciosa y que las casi 40 entradas en el blog, a lo largo de dos años, hayan servido para acercar de otra forma los asuntos relacionados con la economía e intentar hacerlos más accesibles a todos. En la primera entrada me cuestionaba la validez de la definición de economía que nos habían enseñado en la escuela y a día de hoy la pongo más en cuestión todavía porque ya sabemos que no todos los recursos son escasos y seguimos sin saber asignarlos. Sin olvidarnos de los desastres económicos que se han ido sucediendo en el tiempo y que, lamentablemente, van en aumento. ¿Será que, a pesar de todos los intentos por esconderla, lo importante es la política y no la economía, como han pretendido algunos?
Y hablo de salida porque, aprovechando que llega el descanso veraniego, he decidido hacer un alto. Seguiré en mi real de a ocho. Luego, ya veremos. Permitidme que el hasta luego lo personifique en Juan Rico. Un fuerte abrazo Juan.
salud a tod@s
Hola amigo Pedro.
Una pena que te marches de estos lares. Se te echará de menos. Esta ha sido tu casa durante 2 años como dices, y cuando quieras puede serlo de nuevo. Tienes las puertas abiertas. Un abrazo 🙂