Foto propia
Si tu parles, avec ton accent exotique
leurs regards condescendants te traitent d’analphabète,
même si tu te délectes des lettres.
Si tu parles, tu laisseras échapper le soupçon que tu es venue piéger un mari pour pas être
sans-abris.
Si tu parles, ils te traiteront comme une petite fille plutôt imbécile.
Si tu parles, ils te regarderont comme si tu profitais du système du fait d’être bolivienne.
El slam es una forma de poesía libre, oral, rítmica y urbana que se presenta principalmente en espacios públicos. Es un espectáculo escénico donde las palabras son las protagonistas.
Descubrí el slam hace poco tiempo aquí en Bélgica, donde he vivo desde hace 11 años. Fue un descubrimiento liberador, ya que al principio de mi estadía aquí, el idioma fue un problema evidente. Cuando uno no habla el idioma del país al que ha emigrado, se siente privado de lo esencial: poder comunicarse, expresarse, existir.
Gracias al slam, he podido encontrar palabras atrapadas en mis tripas y que rrogaban existir. El poeta belga M’sieur 13 dice que el vientre es el corazón de las palabras. Solo tienes que dejar que las emociones tomen forma en un papel, escribir de forma automática y liberar todo lo que atormenta tu mente y queda atrapado en tu garganta. La idea es permitir que tus entrañas hablen, dejar que los sonidos huecos y vacíos de tu interior canten o griten, no importa. La idea es liberar la palabra y mostrar al mundo lo que tus tripas tienen que decir.
Cuando mi compañero me dijo que había una posibilidad de dejar Bolivia para descubrir Europa, inmediatamente dije que sí. Siempre he querido conocer otros contextos, otras realidades y nutrirme de experiencias para seguir creciendo. Cuando llegamos hace 11 años con nuestro bebé de 11 meses, no sabía qué esperar. Después de pasar casi un año encerrada en mi departamento por miedo a hablar y ser objeto de burlas por las únicas dos frases que había memorizado en francés, o a que me trataran como a una niña analfabeta, decidí salir, enfrentar mis miedos y buscar un lugar donde aprender francés. Por supuesto, tenía que hacerlo con mi hijo en brazos, ya que era imposible encontrar un lugar para él en una guardería. Aquí, hay que reservar un lugar antes de que nazca tu hijo o hija.
Vivo en una ciudad pequeña, por lo que fue complicado encontrar un lugar para estudiar, pero lo logré. Encontré una asociación que ofrecía servicios de guardería. Cuando llegué a esta asociación donde me recibieron como Paola y no como una mujer migrante, es decir, como un «dossier», mi vida cambió. Me invitaron a contar mi historia sobre lo que hacía en Bolivia, cuáles eran mis planes o sueños para esta nueva vida. La verdad es que después de que tanta gente te trate como alguien que ha llegado a «aprovecharse del sistema», te das cuenta de que este tipo de asociaciones valen oro.
Estaba realmente contenta de poder finalmente aprender el idioma y poder hablar con otras personas. En mi grupo, había mujeres de unas 10 nacionalidades diferentes. ¡Estaba encantada de hacer un viaje por el mundo sin salir de Bélgica! En esos primeros meses de aprendizaje, experimenté una de mis primeras decepciones. Convencida, una de las señoras me dijo que me olvidara de trabajar en mi profesión. «Aquí, los belgas solo nos quieren para limpiar sus casas, querida, ¡asúmelo!» Yo soy una de esas personas que les costó encontrar su verdadera vocación, pero a los 24 años lo supe. Quería trabajar en lo social, en todo lo relacionado con la lucha contra cualquier forma de desigualdad social, ¡y me resistía a creer que por ser mujer migrante debía renunciar a mi vocación!
Pourquoi persistes-tu à croire que tu vas trouver ta place ici où la langue et si difficile ?
Et surtout, ne t’emballe pas à l’idée de trouver un travail dans ton métier ! Ici, les gens nous veulent pour nettoyer leurs fauteuils, c’est ce que nous savons bien faire, évidemment.
Parce que femme étrangère rime avec esclavage moderne
Non, ne rime pas! mais qu’importe, quand cette femme fait son boulot sans drame
Evidentemente, lo que la señora me dijo me causó una terrible depresión. Por primera vez, me enfrenté a la realidad de la problemática de la inserción laboral de las mujeres migrantes en Europa. Esta señora había interiorizado, como muchas de nosotras, una realidad difícil de escuchar. Porque efectivamente, es una realidad: las mujeres migrantes terminamos ocupando puestos poco valorados, precarios, siendo explotadas por el sistema solo por el hecho de ser mujeres y migrantes. Es decir, trabajos de limpieza, como cuidadoras del hogar, de adultos mayores o de los hijos y las hijas de otras personas. Y claro, aquí o en mi país, ¿eso es lo mejor que sabemos hacer, no? ¡Ocuparnos de los demás! ¡Voilà, una clara demostración de que el sistema patriarcal es universal!
Por mi parte, como suelo hacer a menudo, decidí cuestionarlo todo, y esta vez cuestionar todo el sistema. Necesitaba entender cuáles eran los factores, las barreras que impiden a las mujeres migrantes encontrar un trabajo en sus diferentes rubros. Los estudios nos dicen que, efectivamente, una gran parte de las mujeres que emigran, sin importar las razones, tienen educación superior. Solo en mis clases de francés había abogadas, doctoras, periodistas, ingenieras, académicas, enfermeras, profesoras y muchas otras con diferentes capacidades. Todas tenían ganas de trabajar y lo único que pedían era una real oportunidad para construir una vida social y cultural activa (que no es reflejo para nada el estereotipo que se nos cola: mujer migrante=pasiva, inactiva, dependiente)
La mayoría de ellas sabían que era imposible encontrar trabajo en sus profesiones, así que muchas de ellas estaban dispuesta a reinventarse y validar otras capacidades o simplemente trabajar en limpieza. A partir de esta evidencia, decidí realizar un estudio (parte de mi tesis en género) sobre la problemática de inserción sociolaboral de las mujeres en Bélgica. En realidad, más que una investigación, fue un increíble intercambio con más de 20 mujeres geniales. Fue un verdadero placer poder compartir, transformarme y crecer gracias a las historias de resistencia de cada una de ellas.
Sin importar las nacionalidades, todas habían desarrollado estrategias para sobrevivir en una sociedad racista, donde el sistema decide el puesto que ocuparás como mujer migrante. No es sorprendente que cuando creamos espacios donde podemos liberar la palabra, ¡queramos transformar el mundo! Estaban contentas de poder hablar sin ser juzgadas, de expresar sus preocupaciones, sus sueños, sus vocaciones y de saber que sus casos no eran aislados.
Gracias a muchas de ellas, pude conocer de cerca los feminismos musulmanes, que cuestionan los feminismos eurocentristas y piensan que las mujeres que usan velo, incluso estando en Europa, son sumisas e incapaces de liberarse de las manos de sus opresores. «¿Por qué ellas tienen que decirme qué debo o no usar? ¿Por qué ellas tienen que decirme cómo vivir mi feminismo? ¿Acaso sus miradas no son una forma de opresión hacia las mujeres no europeas?
En este punto es donde adquiere fuerza mi feminismo interseccional, que es un feminismo que reconoce cómo algunas mujeres enfrentan múltiples formas de discriminación. Una mujer migrante latina no experimentará las mismas formas de discriminación que una mujer musulmana que usa velo. Esta última enfrentará discriminación por ser mujer migrante, pero también por ser musulmana, lo que cierra aún más puertas debido a que vivimos en una Europa islamófoba.
Estas reflexiones, entre otras, nutrieron mi investigación, la cual me ayudó a comprender por qué las mujeres, a pesar de estar dispuestas a trabajar, no logran ingresar al mercado laboral. La primera constatación es que dominar el idioma no garantiza encontrar oportunidades laborales. ¿Por qué sucede esto? Para entender mejor los resultados de la investigación, los clasifiqué en tres categorías. La primera son razones «personales y culturales»: miedos, baja autoestima, responsabilidades familiares, entre otros.
Sin embargo, quiero detenerme y profundizar en las dos categorías siguientes: las barreras institucionales/políticas migratorias y la esfera sociocultural. Intentemos responder a la pregunta que planteé anteriormente. ¿Por qué una mujer migrante que, digamos, ha dedicado cinco años al estudio del francés y que domina el idioma no puede encontrar trabajo en su rubro?
No lo logra debido a un sistema deficiente para valorar las competencias, un complicado y largo proceso de convalidación de títulos y una falta de información sobre los procedimientos a seguir. No lo logra porque vivimos en una sociedad occidental racista, inclinada hacia la extrema derecha, es decir, una sociedad que difunde por todos los medios posibles el mensaje de «la culpa de todo la tienen los y las migrantes».
¿Cuáles son las consecuencias para todas nosotras? Se nos priva del derecho de decidir si queremos desempeñar trabajos de cuidado o no. Estos trabajos son esenciales, no hay duda al respecto; el problema radica en que en estas sociedades sexistas, capitalistas y racistas, este trabajo es poco valorado y mal remunerado, y, por supuesto, somos las mujeres de origen extranjero (en su mayoría) quienes debemos realizarlo.
Las conclusiones de mi investigación no son muy optimistas, a menos que tengamos una solución mágica para cambiar radicalmente el sistema actual por uno más justo, igualitario y solidario. Mientras sigamos buscando esa solución, nos toca, como siempre, encontrar estrategias que nos permitan romper paradigmas.
Si eres una mujer que acaba de migrar a un país francófono y tienes como objetivo encontrar un trabajo acorde a tus capacidades, mi consejo es que, además de aprender francés, realices voluntariados y pasantías, tantas como sea posible, donde puedas demostrar tus habilidades (en función de la realidad que te toca vivir). Busca asociaciones donde te permitan practicar el idioma al mismo tiempo que disfrutar de una vida cultural y social activa. Intenta encontrar espacios para hablar sobre los problemas que atraviesas. Busca maneras de expresar todo lo que tienes dentro, ¡te aseguro que es potente todo lo que tienes que decir y que hay gente dispuesta a escucharte!
A mí me tocó hacer todo eso y hoy trabajo en una asociación feminista donde sigo luchando por los derechos de las mujeres, viviendo mi feminismo interseccional como una forma de solidaridad con las luchas de otras mujeres. Yo no quiero ser un ejemplo de inclusión (como tantas me dicen), pues sabemos que no solo depende de la voluntad de una. Quiero ser un ejemplo de resistencia, porque, ¡si no hay justicia para todas las mujeres, no hay justicia para nadie !
Oui, je veux exister, exister en faisant ce qui a du sens pour moi,
pas ce que le système raciste capitaliste et sexiste attend de moi,
non,
Je veux travailler pour faire tomber toutes les barrières qui m’empêchent de trouver ma place et celle de tant d’autres femmes.
Je veux travailler en faisant ce que me fait vibrer
oui
Vivre et pas survivre.
Peut-on vivre d’aimer? D’écrire? D’aider
D’resister? De voyager? De connaître?
De rêver? De danser?