I: De la propaganda y la guerra al periodismo para la paz y la resolución del conflicto.
La libertad tiene sed de sangre y hambre de dinero y poder
Malos augurios para la paz. El secretario general de la OTAN Jens Stoltenberg ha afirmado que “es realmente posible que esta guerra se extienda durante meses o años. […] Los aliados de la OTAN se están preparando para brindar apoyo [militar a Ucrania] durante un largo período de tiempo”. La presidenta de la Cámara de Representantes Nancy Pelosi ha dicho que “nuestro compromiso es estar allí para ustedes hasta que la lucha termine”.
Estamos en un “momento muy peligroso”, según George Beebe (ex-director de análisis sobre Rusia para la CIA y exasesor especial sobre Rusia), quien apunta que la tendencia tanto por parte de Rusia como de EEUU es hacia la escalada, lo que aumenta notablemente la probabilidad de “choque militar directo” entre ambos países.
Avril Haines, jefa de la inteligencia estadounidense, ha dicho que Putin podría llegar a utilizar armas nucleares si cree que va a perder la guerra. Moscú ha reconocido que podría emplearlas en caso de enfrentarse a una “amenaza existencial” y ha simulado ataques nucleares en la frontera de la UE. La Casa Blanca ignora los riesgos de una escalada y apuesta por enviar tropas a Europa del Este y $40 mil millones más a Ucrania.
Rusia continúa arrasando Ucrania, extendiendo su propaganda, reprimiendo disidentes internos y cumpliendo con el objetivo de fragmentar y polarizar las sociedades en diferentes lugares del planeta.
Mientras tanto, Washington también está en campaña propagandística para difundir su versión de la guerra a favor de sus propios intereses. Los medios hegemónicos invisibilizan y atacan los análisis que cuestionan la narrativa oficial y recogen propuestas de paz.
Lo mismo que los líderes europeos, que lanzan el grito desesperado de quien se sabe perdedor porque decide someterse a los intereses de EEUU. Boris Johnson sobreactúa para liderar simbólicamente la histeria belicista.
La economía mundial se resiente y los pueblos sufren. El vicepresidente de la Comisión Europea, Josep Borrell, ya pidió a los ciudadanos (europeos) que apagasen la calefacción en invierno. La propaganda occidental ignora los efectos mortíferos de la Guerra en el Sur Global y esconde la responsabilidad de Occidente en la guerra y la posibilidad de alcanzar soluciones diplomáticas.
La estrategia estadounidense de no negociación, expansión, sanciones económicas y apoyo militar y económico a Ucrania no ha tenido el pretendido efecto de disuadir a Putin ni de fortalecer la posición de Kiev ante posibles negociaciones. Al contrario, solo está sirviendo para alargar el conflicto, aumentar el número de muertos e incrementar el peligro de que se produzca una mayor catástrofe, potencialmente nuclear.
Sigue siendo necesario impulsar caminos diplomáticos para construir la paz y resolver el conflicto subyacente. El periodismo para la paz da prioridad a parar la guerra, que haya el menor número de víctimas posible, evitar la escalada nuclear y, a nivel estructural, reorganizar las relaciones geopolíticas.
Desde este punto de vista, surgen algunas preguntas. Rusia es culpable de una invasión criminal y sangrienta, pero ¿qué han hecho EEUU y Europa? ¿Tienen alguna responsabilidad en la gestación y resolución de esta guerra? Pueden optar en cualquier momento por decir alto el fuego y negociación ya. ¿Por qué no lo hacen?
Los mandatarios rusos dicen luchar por un nuevo orden mundial en el que Rusia en alianza con China pueda crear la Gran Eurasia. Conciben la de Ucrania como una guerra existencial en la que la derrota es impensable. Han expresado su objetivo de tomar militarmente el este y sur de Ucrania. Propagan discursos ultranacionalistas y niegan la existencia de la nación ucraniana.
A pesar de la retórica imperial y brutalidad de Moscú, a Putin le puede interesar llegar, antes o después, a una salida negociada a la guerra. Además, sabe que EEUU sigue siendo mucho más poderoso en el orden internacional y es capaz de poner límites a sus ambiciones. Hay una ventana de oportunidad para parar la guerra y las muertes si Putin cree que no se verá perjudicado.
Desde EEUU y Europa es necesaria una mayor reflexión, asumir responsabilidades y dar un giro en la política exterior respecto a Rusia y Ucrania y, en términos más generales, la geopolítica mundial.
La Casa Blanca ha reconocido recientemente que su objetivo no es solamente apoyar la independencia de Ucrania, sino “debilitar” a Rusia, “hacerle pagar el precio de la agresión” y que una Ucrania independiente y soberana sobreviva a Putin. Va a “intensificar” una campaña internacional para ganar “la lucha de hoy y las que vendrán”. Escalada retórica y militar. El objetivo no es la paz, sino “romper la espalda” de Rusia, en palabras de Ben Hodges, excomandante de la US Army Europe. Hay quien se beneficia. Las empresas armamentísticas y de combustibles fósiles se enriquecen. Rusia duplica sus ingresos por la venta de dichos combustibles a la UE.
No hay alto el fuego a la vista ni victoria de ningún bando en el corto plazo (en todo caso el de Rusia cuando así lo decida Putin). Se impone desde hace tiempo el objetivo estratégico Brzezinski de debilitar a Rusia y controlar Eurasia. Según Hillary Clinton, su estrategia para Afganistán es el modelo a seguir en Ucrania —es decir, financiar, armar y asesorar al país invadido hasta que pueda expulsar al invasor. Esto supone el desangramiento del país invadido. El precio a pagar. En palabras del veterano diplomático Chas Freeman, Washington se empeña en luchar “hasta el último ucraniano”.
Un choque entre dos imperialismos, donde el mayor domina la partida global, mientras que el menor lanza una guerra estratégica. El segundo aspira a construir un imperio y el primero quiere mantenerlo y expandirlo. En medio, el pueblo ucraniano.
Noam Chomsky ha dicho que “este conflicto es el más peligroso y a la vez el más fácil de resolver”. El fin de la guerra depende de que Putin alcance sus objetivos por la fuerza, de su derrota militar… o de que EEUU y Rusia acepten negociar soluciones viables.
Con este artículo comienza una serie de seis entregas guiada por la aspiración de paz y la pregunta clave de qué ha hecho, hace, pudo y puede hacer Occidente. Esta primera colaboración ha presentado el contexto, las preguntas y el marco del análisis.
El segundo artículo de la serie presenta el proceso histórico de escalada previo a la invasión rusa. Cabe recordar el Acuerdo Dos Más Cuatro por el que Rusia acepta la reunificación de Alemania y su incorporación a la OTAN a cambio de que ésta no se expanda hacia el Este. Sin embargo, a partir de 1997 EEUU promueve la expansión de la OTAN, desecha las soluciones diplomáticas y después comienza a armar, financiar y entrenar a Ucrania como si fuese “una extensión de la OTAN”.
La tercera colaboración se centra en los momentos inmediatamente anteriores a la invasión, cuando EEUU rechaza negociar con Rusia sobre la no incorporación de Ucrania en la OTAN, ofreciendo en su lugar medidas de desarme a cambio de una desescalada Rusa, que Moscú descartó.
La cuarta entrega se ocupa de las posibilidades de parar la guerra y resolver los conflictos subyacentes. Se discuten los acuerdos de Minsk, un estatus de neutralidad para Ucrania y otras propuestas que podrían servir de base para para construir una paz duradera. Son propuestas viables que permitirían alcanzar un alto el fuego y avanzar en la transformación de las relaciones Rusia – Ucrania, EEUU/OTAN y Europa.
El análisis de estas relaciones geopolíticas permite comprender mejor la propaganda distribuida por ambos bandos, tema que se aborda en el quinto artículo, basándose en las diferencias y similitudes de los sistemas mediáticos, las estrategias de comunicación y los contenidos.
La última contribución de la serie destaca las características clave del periodismo para la paz como alternativa a la propaganda de guerra. Identifica los límites fijados por el sistema mediático hegemónico para el ejercicio profesional de este tipo de periodismo y reconoce la importancia y el mérito del trabajo de los reporteros sobre el terreno.
Una versión en inglés de este artículo ha sido publicada en Propaganda in Focus
Este artículo es la Parte I de una serie de seis. La Parte II será publicada el 21 de junio.