La Constitución de Estados Unidos basa su separación entre poderes en el equilibrio entre ellos y en el control recíproco. La diferencia del sistema estadounidense con otros sistemas se ha encontrado en su poder legislativo, ese delicioso Congreso con dos cámaras con procesos políticos en ocasiones divergentes y plazos electorales asimétricos, así como en la adscripción partidista de los representantes y senadores. El veto y la invalidación o superación del veto son la clave del sistema.
En los Estados Unidos los presidentes han podido gobernar, sacar adelante sus agendas legislativas y verse sometido a los bloqueos de un Congreso adverso ha sido que entre los congresistas lo prioritario era la agenda local de cada distrito o estado y que con ella podían conseguir su reelección. Tenían que construir sus campañas independientemente del partido, que no era más que una etiqueta.
El conflicto entre el Congreso y el Presidente tenía tres formas de resolución. La primera era el acuerdo ya que el Presidente no podía sacar leyes sin el Congreso, el veto si el Congreso legislaba sin el Presidente y la invalidación o superación del veto por parte del Congreso (con dos tercios de los votos).
El Presidente de los Estados Unidos que más tiempo ha permanecido en el cargo ha sido, como todos conocéis, Franklin Delano Roosevelt, que fue elegido cuatro veces antes que la 22ª Enmienda prohibiese la reelección y también fue el que más vetos ejerció a lo largo de sus años.
Los más notable es que en todos y en cada uno de los congresos que se dieron durante su presidencia, tanto la Cámara de Representantes como el Senado tenían mayoría demócrata, que era su partido. El problema surgía cuando las divisiones entre los demócratas, los del Norte y los del Sur, terminaban con una Ley aprobada que se presentaba a la firma del Presidente, que no estaba de acuerdo con su política.
Esto sucedió en 635 ocasiones y hubo, como indica el cuadro, 372 vetos formales y 263 vetos de bolsillo (no firmar y esperar que el Congreso entre en receso). Como expresa el cuadro solamente en nueve ocasiones el veto fue superado o invalidado.
El sucesor de Roosevelt, Harry S. Truman se encontró con peor situación partidista. En las midterms de 1946, elecciones a mitad de mandato, el Partido Demócrata perdió el control del Congreso, lo cual no supuso un número mayor de vetos, sino un número mayor de vetos invalidados, que fueron tantos en ese bienio como en el resto del mandato de Truman. Así y todo salvó el 85,7% de los 75 vetos en este periodo y el 93,3% en el total de su presidencia.
Salvo su primer bienio, Eisenhower tuvo casi siempre un Congreso no republicano en sus dos cámaras, pero vetó menos que Truman, a pesar que Harry casi siempre tuvo un Congreso de su partido, excepto en su primer bienio. Una porción muy pequeña de sus 181 vetos fue invalidada (2,7%).
Kennedy vetó en 21 ocasiones y nunca su veto fue invalidado. El hecho de que su partido controlase de forma abrumadora las dos cámaras del Congreso no es significativo, porque los demócratas del Sur ya habían presentado a su propio candidato presidencial en las Elecciones de 1960. No deja de resultarnos sorprendente que un Presidente tenga que parar veintiuna leyes aprobada por su propio partido en los menos de tres años en el cargo.
Lyndon Johnson era miembro del Congreso desde 1937, cuando en 1963 accedió a la Presidencia. Conocía a todos los representantes y congresistas demócratas y además era del Sur, con lo que los dixiecrats estaban controlados. Pocos vetos y ninguna superación del veto.
Y llegamos a la tormentosa presidencia de Richard Nixon. Un republicano contra un Congreso demócrata que no le tenía demasiado aprecio. Vetó en 43 ocasiones y se lo invalidaron en siete ocasiones, un 26,9%. No deja de llamar la atención que su mejor porcentaje de vetos exitosos fuera con el Congreso durante el que tuvo que dimitir.
Gerald Ford asumió una presidencia hundida y se nota en que no consiguió una resistencia a la invalidación nada buena. Su partido perdió aún más fuerza en el Congreso en el final de su mandato. En todo caso no hay que dejar de reconocerle que vetó más que su antecesor en un periodo de tiempo mucho menos.
Carter consiguió una fuerte mayoría en el Congreso y eso, aunque no impidió que vetase 19 veces, sí le garantizó que ninguno veto fuera superado en los primeros dos años. En cambio en el segundo bienio, vetó menos y sí experimentó la invalidación. Se nota que su estrella política iba en declive.
Ronald Reagan nunca gozó de la mayoría republicana en las dos cámaras. Solamente en los tres primeros bienios tuvo un Senado republicano y así y todo sacó adelante una agenda legislativa propia. Los demócratas de aquella época nos estaban realmente organizados y muchos simpatizaban con las ideas de Reagan más que con los postulados liberales de sus liderez. En cuanto al éxito de sus vetos, hasta ese momento, está en la línea de los anteriores presidentes republicanos.
En cuanto a éxitos del veto lo de George H. Bush es impresionante: con un Congreso muy adverso solamente ve cómo es invalidado uno solo de sus veintinueve vetos y se pone en cifras de Roosevelt o Eisenhower. De poco le sirvió porque no consiguió la reelección.
Bill Clinton usó la mayoría demócrata, sin derechistas del Sur que ya estaban todo en el GOP, para sacar adelante su agenda sin necesidad de vetar absolutamente nada: la primera vez que un Congreso no recibe ni un solo veto. En los otros tres congresos sí emplea el veto y solamente es superados en dos ocasiones.
La cohesión de los demócratas era fundamental, dado que por primera vez un partido como fue el Partido Republicano aplicada de forma implacable la disciplina de voto en los Estados Unidos. Las agendas de los congresistas dejaron de ser locales, como la financiación de los campañas; sus votos son fiscalizados en registros de votos que controlan su orientación ideológica a la hora de la verdad. Cambia radicalmente el sistema.
Si Bill Clinton consiguió ser el primero en esta serie en no vetar nada a un Congreso, George W. Bush pasó todo su primer mandato sin necesidad de vetar nada, especialmente porque contaba en el Congreso con unos republicanos mayoritarios y disciplinados. En la primera mitad de su segundo mandato se estrenó y en la segunda mitad, en plena caída de su popularidad, con un Congreso demócrata y organizado como los republicanos, bajo el liderazgo de Pelosi, cuando vetó más y cuando perdió el 40% de sus vetos, el peor registro de esta serie.
Como el mandato de su predecesor el mandato de Obama ha sido poco prolijo en vetos. Es curioso que cuando el Congreso era demócrata totalmente sí vetó en dos ocasiones, pero luego los intentos de invalidación fuera absolutamente derrotados. En los dos congresos intermedios de sus mandatos, Obama no ha vetado porque han sido los senadores demócratas quienes han desarrollado esa función y solamente tras la pérdida del Senado ha ejercido el veto en diez ocasiones, experimentando la primera invalidación o superación del veto.