Es por todos bien sabido que la crisis económica que estamos sufriendo actualmente está provocando entre otras muchas cosas que la desigualdad económica y social sea cada vez mayor.
Las crisis económicas siempre afectan más negativamente a las clases menos favorecidas y además suelen crear oportunidades de enriquecimiento a quienes cuentan con la información adecuada y tienen capacidad financiera pero, no es sólo la crisis el factor que está acentuando la desigualdad. La tendencia general desde hace varios años en el mundo desarrollado es aplicar políticas que van directamente en sentido contrario al objetivo de una sociedad más equilibrada. Estas políticas de aumento de la presión fiscal y reducción del gasto social, sobre todo en educación y sanidad, acaban por afectar definitivamente al principio de igualdad de oportunidades.
La riqueza mundial cada vez se concentra en un numero menor de personas y los grandes patrimonios mundiales ven incrementar su riqueza año a año. Estas son dos de las conclusiones que se extraen de los informes anuales publicados por el ‘Credit Suisse Research Institute’, bajo el título ‘Global Wealth Report 2012’ y del reciente informe de la ‘Riqueza en el Mundo de 2013’ elaborado por RBC Wealth Management y Capgemini.
El número de personas con unos activos financieros de al menos un millón de dólares (0,74 millones de euros), excluyendo la primera vivienda y los consumibles, se situó en España en 144.600 ciudadanos en 2012, un 5,4% más que en el año anterior.
A nivel global, la riqueza de los individuos con grandes patrimonios aumentó un 10% en 2012, hasta alcanzar la cifra récord de 46,2 billones de dólares (34,5 billones de euros), después de la caída del 1,7% del año anterior.
Según la investigación del FMI del año 2011, realizada por los economistas Andrew G. Berg y Jonathan D. Ostry, en países con un elevadísimo grado de desigualdad donde el abismo entre los muy ricos y todos los demás es bastante pronunciado puede, reducir hasta en un tercio el crecimiento económico nacional.
Sin embargo, todos estos datos nos pueden suscitar una pregunta: ¿Se merecen los ricos su riqueza? Esta pregunta fue formulada en 23 países y la respuesta, publicada en “The Economist” el año pasado, se resume así: el único país que alcanza el 60% en sentido positivo es Australia. Una sorprendente mezcla de países -Canadá, USA, China, India- superan el 50%. El resto de los países no llega a ese límite. España y Turquía con sólo el 20%, Rusia con poco más del 10% y Grecia con el 9%, son los cuatro países donde la respuesta es más negativa.
“El creciente abismo entre los que más tienen y los que menos tienen (…) conllevará niveles menores de crecimiento económico y una creación de empleo más lenta durante los próximos años”
The New York Times
El hecho de que la desigualdad económica y social resulte devastadora para la economía de un país es un asunto oficial e irrebatible y, así lo llevan haciendo constar dos de los premios nobeles de economía más influyentes en la actualidad. Joseph Stiglitz, autor del libro “El precio de la desigualdad”, y el comentarista Paul Krugman, están manteniendo en los medios de comunicación un diálogo lleno de interés. Ambos afirman inequívocamente, Krugman aún con más intensidad, que este es el mayor obstáculo al crecimiento de la economía y que si no se aplican nuevas ideas y nuevas técnicas que provoquen una redistribución de la riqueza más equitativa, el futuro del país estará en grave riesgo. No es una afirmación exagerada.
Midiendo la desigualdad social
Medir la desigualdad social con precisión no es tarea fácil. Los diferentes índices y ratios existentes, permiten interpretaciones distintas y muchas discusiones sobre su fiabilidad, pero marcan con toda claridad las tendencias básicas. La aplicación del índice más conocido, el Coeficiente Gini (en el que el 0 es la igualdad completa y el 1 la desigualdad absoluta) confirma que -aunque la desigualdad ha descendido suavemente en varios países, y de manera muy especial en Latinoamérica- el mundo en su conjunto vive una situación peor que la que vivió la generación anterior. Con algunos matices se llega a esta misma conclusión, aplicando otros índices similares como el de la Curva de Lorenz, el Índice de Theil, el Índice de Atkinson y el Índice de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas – quizás el más completo y el más significativo- en el que se valora el nivel de vida digna, la educación y la salud.
En el caso de Europa el deterioro de la situación ha sido claro y destaca el fuerte empeoramiento de países como Suecia, Francia y España, con sólo leves mejoras en Holanda y Alemania. España es, en efecto, uno de los países desarrollados a quien este problema impacta con más dureza y así se confirma en el reciente “1er informe sobre la desigualdad en España” que ha publicado la Fundación Alternativas y en el número 145 sobre “Crisis, desigualdad económica y mercado de trabajo en España” de Papeles de Economía Española, dos documentos que merecen una buena atención.
La creciente desigualdad es uno de los mayores desafíos sociales, económicos y políticos de nuestros tiempos.
Se trata de la sentencia con la que The Economist encabeza su último Informe Especial sobre la Economía Mundial
Pero para valorar este debate en toda su profundidad merece la pena seguir muy de cerca lo que está sucediendo en los Estados Unidos, en donde la desigualdad y sus consecuencias se han convertido sin duda en el tema más inquietante de los últimos tiempos, tanto en términos políticos como económicos, sociales y religiosos. Es, en estos momentos “el tema”, entre otras cosas porque se trata del país con mayor desigualdad de todos los países desarrollados.
En la actualidad el 1% de los ciudadanos norteamericanos posee el 40% de la riqueza de su país mientras que el 20% más pobre sólo alcanza el 7%. Pero eso, siendo dramático, no es lo más grave. Lo grave es la aceleración brutal de la tendencia. La distribución actual de la riqueza es peor que la que existía hace veinticinco años cuando esas cifras eran el 33% y el 12%, respectivamente.
Un cierto grado de desigualdad ha sido y será inevitable y tiene sin duda efectos positivos en el dinamismo social a través del espíritu de superación y la búsqueda de una vida mejor.
Es, de hecho, una condición necesaria del progreso. Pero habrá que ir refinando y replanteándose estos conceptos. Vamos hacia unos tiempos en donde la solidaridad privada se acabará convirtiendo en un factor decisivo para la sostenibilidad y el progreso del sistema, entre otras razones porque el sector público irá reduciendo progresiva y sustancialmente su aportación.
En los últimos 20 años, 1.200 millones de seres humanos han salido de la situación de extrema pobreza, lo cual implica que han superado un ingreso de 1,25 dólares por día. El objetivo es alcanzar una cifra similar el año 2030.
[…] Aritz Calvo – Riqueza y Desigualdad: Actualidad y Consecuencias […]
[…] Tras conocer los datos que rodean a esta problemática, mucha gente se puede preguntar si el modelo económico capitalista actual es injusto, discriminatorio e ineficiente para el sostenimiento de la población mundial. […]
[…] Es por todos bien sabido que la crisis económica que estamos sufriendo actualmente está provocando entre otras muchas cosas que la desigualdad económica y social sea cada vez mayor. Las crisis económicas siempre afectan más negativamente a las clases menos favorecidas y además suelen crear oportunidades de enriquecimiento a quienes cuentan con la información adecuada y tienen capacidad financiera pero, no es sólo la crisis el factor que está acentuando la desigualdad. La tendencia general … […]
[…] distinto sexo, y aceptamos que esto es normal, absolutamente normal. Lo que no aceptamos es la desigualdad de medios o de oportunidades o de derechos, por eso en los países democráticos se establecen […]
[…] un mundo plagado de desigualdades que ejercen de elemento desestructurador, parece que esta doble homogenización pretende encargarse […]
[…] riqueza y desigualdad han tenido presencia en algunos textos de «Amanece Metrópolis» con anterioridad. También, la […]