«Durante las últimas décadas se hizo creer al pueblo que todos eran clase media cuando en realidad, la mayoría, no eran más que proletarios. Lo peor es que se lo creyeron porque lo segundo lo tomaron por una deshonra. O lo que es lo mismo volvieron a caer en la trampa de que el dinero y la felicidad forman parte de la misma cosa».
Finalizábamos así nuestro artículo en Amanece Metrópolis del pasado 12 de enero donde se refería la forma en que muchas personas se encuadran subjetivamente en una u otra clase social con el objeto de dar rienda suelta a su ego sin medir sus verdaderas posibilidades y las consecuencias que puedan derivarse de ello.
A tal fin, aunque intentaremos definir de manera sencilla un concepto tan poco concreto como el de la clase media según el criterio de numerosos autores, por lo general entenderemos como tal la que reconozca a sus integrantes un nivel de renta que permita un cierto margen de maniobra para el ahorro y el ocio.
La clase media
«Hay dos clases de economistas; los que quieren hacer más ricos a los ricos y los que queremos hacer menos pobres a los pobres».
José Luis Sampedro (1917-2013) Escritor y economista español.
Desde hace mucho tiempo la principal premisa que ha proyectado el neoliberalismo para persuadir a la población de sus tesis, ha sido infundir la creencia a la mayor parte de la misma que se enmarcaba dentro de ese grupo social tan difuso como es la clase media.
En primer término y a tal efecto deberíamos conocer qué parámetros delimitan dicha clase media. Sin embargo, el concepto de clase social se ha ido modelando en las últimas décadas –en algunos casos de forma interesada-, quedando en buena parte sujeto a criterios subjetivos, lo que permite a cada cual situarse en la parte del espectro que cree que le corresponde o aspira que le corresponda.
Así si una persona, sea la que sea la clase social a la que pertenezca, se crea artificialmente determinadas necesidades tenderá a reconocerse en un estatus superior, incluso por encima del que por su nivel de renta pudiera corresponderle.
No obstante todos los autores coinciden que, aunque este sea un vector muy importante a tener en cuenta, no solo es el aspecto económico el que delimita la pertenencia o no a una determinada clase social. También se dan connotaciones de carácter cultural y educativo que, en mayor o menor medida según sea el caso, ayudan a delimitar el grado de pertenencia a una clase social u otra.
Pero como quiera de la imposibilidad de establecer un criterio certeramente objetivo a este último respecto y que no nos corresponde aquí hacer un estudio pormenorizado de la cuestión atenderemos a la propuesta más generalizada que es la que establece los ingresos y salarios como referente entre clases.
Especialmente la clase media que es la que nos ocupa y que en España, según el CIS viene a representar el 70.2 % de la población, lo que viene a coincidir en líneas generales con las estimaciones del resto de fuentes.
Los ingresos
Según el barómetro del CIS de Enero del pasado año 2020, el salario mensual más habitual en España se encuentra en la franja comprendida entre los 1.200 y los 1.800 €. Y el segundo inmediatamente inferior entre los 901 y los 1.200 €.
En dicho cuadro también podemos observar la percepción de clase que de forma subjetiva tienen los encuestados y que, del mismo modo, viene a situar a la clase media de forma muy mayoritaria en los mismos tramos de ingresos señalados anteriormente.
Veamos ahora los ingresos de los hogares españoles.
Aproximadamente en el 35 % de los hogares los ingresos se situan entre los 1.000 y 2.000 € cada mes. O lo que es lo mismo, en más del 50 % de los hogares españoles dichos ingresos están por debajo de esos mismos 2.000 €, en consonancia al alto índice de precarierdad y temporalidad que caracteriza el mercado laboral español.
Para concretar más, el último dato que ofrece el INE al respecto, es el del cierre del ejercicio 2018 en el que se señala que el salario más común en España es de 18.468.90 €, es decir de 1.319.21 € por 14 pagas. A buen seguro y como consecuencia de la pandemia este se habrá reducido sensiblemente el pasado 2020.
Los gastos
España no se caracteriza, precisamente, por disfrutar de unos precios en las cuestiones más básicas de nuestra vida diaria, muy acordes con el nivel de ingresos de sus ciudadanos. Tanto es así que la propia UE en su índice de calidad de vida, que es el que contempla dicha percepción, no deja a nuestro país muy bien parado, en relación a los de similar desarrollo.
Lo que viene a decir que a los españoles les cuesta más llegar a final de mes que a los de esos otros países. Pero, vayamos por partes:
- La vivienda
Sin duda el factor más determinante. España es un país donde tradicionalmente se alquila poco y mal en comparación al resto de países de nuestro entorno y, especialmente, con los de parecidas características. Una secuela más del modelo de desarrollo español desde el fin de la autarquía en la década de los 50 del siglo pasado hasta nuestros días y que tiene en la especulación inmobiliaria uno de sus pilares fundamentales.
En cualquier caso, la precariedad laboral por una parte y de otra el desarrollo de otros hábitos más próximos al modelo europeo, ha hecho que la tendencia a la compra de la vivienda vaya poco a poco en detrimento en favor del arrendamiento.
Pero lo que más nos interesa saber ahora es cuál es el porcentaje sobre sus ingresos que dedican las familias españolas al alquiler de la vivienda. Cuando el máximo recomendado se sitúa en el 30 % de los mismos, en España ese porcentaje se dispara hasta el 42 %, como vemos en el siguiente cuadro, bastante por encima del que se le dedica en otros países de nuestro entorno más cercano.
Para hacernos una idea más clara de ello, veamos ahora los precios de la vivienda de alquiler en nuestro país.
Uno de los portales de referencia en España sobre el mercado inmobiliario idealista.com arroja datos muy clarividentes acerca de ello. Según este el precio medio de la vivienda en alquiler en Septiembre de 2020 es de 11.5 €/m2. Además nos facilita un dato muy significativo y es que el precio se ha visto incrementado en el último año el 5.7 %, es decir muy por encima del -0.6 % que lo hizo el IPC en su conjunto a principios de éste. Lo que vuelve a poner en evidencia el marcado carácter especulativo de este mercado.
Veamos lo que ha ocurrido los últimos años.
Como vemos, siguiendo la lógica del mercado, el aumento de la demanda ha provocado una evidente subida de los precios, especialmente a partir de 2016, casualmente coincidiendo con la premisa de la supuesta superación de las crisis financieras inmediatamente anteriores.
El espectacular aumento de la desigualdad registrado en los últimos años y que de manera tan brusca presenta el gráfico es otro parámetro a tener en cuenta y que nos puede resultar interesante a la hora de ciertas comparativas.
Es obvio que en ciudades como Madrid o Barcelona, el número de ejecutivos y altos directivos altamente remunerados es mucho más alto que en otras y eso hace elevar de manera muy sensible las medias salariales.
Pero, del mismo modo, es bastante reconocible que la mayor parte de la población en un entorno laboral similar y en virtud a los datos facilitados por el CIS y la AEAT en cuanto a los salarios más comunes, dichos ingresos no ofrece grandes variables entre territorios.
Volviendo al tema de los precios de alquiler, nos encontramos extremos muy significativos entre las diferentes comunidades y ciudades de nuestro país.
Y veamos ahora el tamaño de la vivienda que, aunque al alza –lo que la hace todavía menos asequible-, según el INE la más extendida se sitúa alrededor de los 83 m2.
En un momento de bajada momentánea a consecuencia de la pandemia, como vemos, el precio medio del alquiler en España se situaba en Enero de este mismo año en los 11 €/m2.
Aun con las notables diferencias sobre el precio de la superficie de alquiler en España podríamos concluir, una vez desglosados los datos al detalle, que en la mayor parte de ciudades mayores de 100.000 hab. o capitales de provincia, una vivienda de alquiler de poco más de 80 m2 rondará los 700 € mensuales.
Lo que viene a colocarnos de manera muy próxima a los datos facilitados hasta ahora. Es decir si el salario más habitual en España es de unos 1.600 € y se dedica el 42 % al pago de la vivienda estaríamos hablando de 650 € mensuales de gasto medio a este mismo respecto.
En el caso de la compra de vivienda, dada la tendencia de nuestro país, según el portal de Bankinter, la cuota hipotecaria media en España se situaba en 2019 en 591.14 € mensuales, lo que viene a significar, aproximadamente el 30 % del salario. Con las mismas oscilaciones que en el caso del alquiler entre CC.AA.
Es aquí donde surge el dilema entre comprar o alquilar. Si bien a primera vista la opción de comprar a la larga resulta más económica y provee además un patrimonio que puede ser reconvertible en el tiempo, el problema para la adquisición de vivienda radica en la incapacidad de ahorrar lo suficiente para sufragar los gastos de la entrada inicial.
Es decir, en España con las condiciones laborales existentes, en la mayoría de los casos sinónimo de precariedad –lo que se acentúa más aun en el caso de los jóvenes-, solo el 13 % de los inquilinos con ingresos para hacer frente a una cuota hipotecaria, tiene capacidad de ahorro suficiente para acceder a la entrada inicial que le permita adquirir en propiedad una vivienda.
- La energía
España tiene unos costes energéticos de los más altos de la UE. Las razones de ello han sido altamente comentadas en otros foros, mucho más allá del argumento simplista de hacer recaer la culpa de ello a que conocidos políticos de la escena pública hayan recabado ostentosos cargos en las principales compañías eléctricas.
Aun no siendo esto de recibo qué duda cabe que no es el factor más determinante salvo quien entienda que se prevarique en tal sentido. Lo que haría aun quedar peor no solo ya a los políticos sino sobre todo al propio entramado de las grandes empresas de este país.
Vayamos con los datos.
Como vemos, España se sitúa casi en el podio de la UE y en lo más alto antes de impuestos.
En el caso práctico que nos ocupa el recibo medio para una familia con dos hijos, se situaba en España en Enero de 2020, según la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia en los 63 €, IVA incluido.
- Teléfono e internet
Para no ser menos los españoles somos de los que más pagamos en Europa por los servicios de internet y telefonía. Un 27.4 % más que la media europea -sólo nos superan Bélgica, Noruega, Irlanda, Suiza e Islandia- y, como de costumbre más caro que en Italia, Francia, Reino Unido, Alemania, etc. Con respecto a esta última nada menos que el 57.43 %.
Por citar a nuestros vecinos más próximos mientras en España el precio medio es de 41 € en Francia y Portugal es de unos 26 €.
- La cesta de la compra
Así podríamos seguir viendo más y más datos que de su comparativa puede extraerse muy fácilmente que en España, muchos de los productos básicos no se corresponden al nivel de salarios en relación a los países europeos de un desarrollo similar.
No es así en el caso de la alimentación, donde España se posiciona por debajo de la media europea. Por poco, un 5 % menos aprox. pero al fin y al cabo por debajo. Ojo, que estamos ante el segundo gasto más importante que tenemos en casa y que, como el de la vivienda, resulta insalvable.
Y, por supuesto somos los más baratos en productos directamente relacionados con el ocio, como son por ejemplo las bebidas alcohólicas y el tabaco.
Pero ¿cuánto se gasta una familia por regla general en España todos los meses en alimentarse?
De acuerdo a la OCU en su informe de Septiembre de 2019, el gasto medio mensual por familia en España de la cesta de compra es de 426.08 €. Aunque reconoce igualmente que puede haber grandes diferencias en el acumulado anual dependiendo en qué centro se realicen las compras.
El caso más flagrante es el de Madrid donde, según la OCU, una familia con la diferencia de comprar en el supermercado más caro de la capital podría abastecerse durante 8 meses en el más barato.
Ahora, una vez vistos los datos, hagamos una pausa y el próximo jueves extraeremos las conclusiones.