La violencia y la inseguridad se han vuelto parte del cotidiano vivir de la sociedad. Como si estuviéramos en los países de medio oriente donde las guerras, los bombazos y el derramamiento de sangre fuera cosa común del día a día de las personas. Ese es el panorama actual de México, un país donde la inseguridad en diversos estados de la República se ha apoderado de todos los sectores; un país donde los gobiernos locales se han visto debilitados en sus instituciones y donde el gobierno federal junto con su estrategia de seguridad no ha logrado contener la violencia desatada entre los distintos grupos delictivos que operan en todo el territorio.
Escenas de terror se viven a diario, sin embargo, hechos recientes como lo acontecido en la población de Caborca, Sonora, nos da muestra de que la delincuencia organizada mantiene un control total hasta de las propias ciudades y pueblos por los que transita. Ninguna autoridad local tiene las armas necesarias para enfrentar a los cárteles mexicanos, no cuentan con los recursos ni con la fuerza requerida para hacer frente a tan gran problema que acontece, mientras que la sociedad vive bajo el miedo, la inseguridad, el temor y la violencia, de la que poco a poco se ha convertido en un modo de vida en muchas regiones del país.
Un gran número de vídeos e imágenes comenzaron a circular en días pasados sobre lo acontecido en dicha población del norte del país (Caborca), en la que se observaron 20 camionetas blindadas con civiles armados, sitiando la población, ejecutando el secuestro de 9 personas y el asesinato de al menos 3 personas más en la que, según algunos medios oficiales, un mando de la policía local había sido acribillado junto con su esposa.
La violencia se ha recrudecido en municipios del estado de Sonora, el control del territorio es una constante, ya que poblaciones como Guaymas se ha convertido para los grupos criminales en un puerto importante para el trasiego de metanfetaminas y fentanilo que se exporta a los Estados Unidos. Caborca es un ejemplo del poder y control criminal sobre territorios estratégicos del país, 6 horas de balaceras constantes durante la madrugada del 16 de febrero paralizaron la vida cotidiana de las personas que ahí radican, mientras que el gobierno municipal recomendaría toque de queda a toda la población.
Zacatecas es otro territorio que en los últimos años ha enfrentado una ola interminable de secuestros y homicidios dolosos. Recientemente la Fiscalía General de Zacatecas confirmó el hallazgo del cuerpo sin vida de la joven estudiante Valeria Landeros, quien junto con cuatro personas más, habían sido secuestrados al salir de un centro nocturno la madrugada del día 12 de febrero, un acontecimiento lamentable que no cesa y que ha obligado a un gran número de familias a tener que abandonar sus viviendas para refugiarse de la violencia en otras entidades.
Ni si quiera la presencia militar y de la Guardia Nacional ha provocado temor entre las bandas delincuenciales que con total impunidad siguen ejerciendo el control en municipios como Fresnillo, Jerez, entre otros tantos que viven bajo el asedio criminal. Es importante señalar que de acuerdo con algunos medios informativos locales y nacionales como el periódico Milenio, mencionaron que 14 comunidades de la región de Jerez, pagan cuotas económicas por el uso de la luz eléctrica a los grupos de la delincuencia organizada.
Aunado a lo anterior, ha habido una serie de enfrentamientos armados entre elementos de la Guardia Nacional y civiles (sicarios) en los últimos días, sin embargo, ni con estos hechos parece que el crimen quiera retroceder en su afán por controlar el sector social, económico y político de la región.
Algo similar sucede en Michoacán, la tierra que vio nacer a personajes importantes de la historia de México y de la cual, sigue forjando la historia actual del país pero ahora conducida bajo las siglas del CJNG (Cártel Jalisco Nueva Generación).
Con la llegada de más de 1800 efectivos militares y Guardia Nacional, parecería que la calma volvería a la tierra michoacana, sin embargo, todo resulta ir en contra de la paz. Municipios como Aguililla, hoy en día se han convertido en un campo de guerra, en una zona de miedo, un territorio desolado y azotado por la delincuencia.
El grupo operativo antibombas del Ejercito Mexicano, ha logrado desactivar un aproximado de 250 minas explosivas; esto se supo debido a que el pasado 30 de enero, personal militar que realizaba patrullajes de reconocimiento, fueron atacados por minas que se encontraban en el camino transitado por los oficiales, resultando lesionados y heridos un total de 8 miembros del ejército.
Como consecuencia de dicha violencia, los medios periodísticos en semanas pasadas se vieron envueltos en el luto, debido a que en nuestro país, la libertad de expresión se encuentra silenciada por los grupos criminales o de igual manera, por la propia autoridad gubernamental. Por otro lado, el asesinato de periodistas como Roberto Toledo, Lourdes Maldonado o el propio Heber López Vázquez, encenderían las alarmas al mundo informativo, ya que, de nueva cuenta se está silenciado a quienes con hechos y evidencias documentales, han dado a conocer la total impunidad y corrupción del gobierno mexicano, así como la forma de operar de los cárteles mexicanos a través de sus rutas comerciales y los sobornos que éstos efectúan a funcionarios públicos o mandos policiacos.
Finalmente, solo basta decir que la ley en México se ha convertido en letra muerta y que a pesar de los pocos esfuerzos del gobierno federal por resarcir el daño ocasionado por la delincuencia, pareciera como si Dios se hubiera olvidado de México por completo, y solo podremos cuestionar ¿Cuál es entonces el objetivo de la lucha contra la delincuencia organizada, sino está dando resultado alguno de establecer la paz?