En los últimos días los periódicos tanto locales como a nivel internacional mucho informan sobre los acontecimientos que se viven en Ucrania desde el inicio de la invasión rusa; ataques de la milicia rusa a ciudades como Kiev, fueron documentados por la prensa internacional, dejando como resultado, una inminente migración y asilo político de ucranianos en diversos países de la Unión Europea.
Asimismo, Estados Unidos y sus aliados comenzaron a imponer sanciones económicas a Rusia, sanciones que con el paso del tiempo comienzan a surtir efecto no solo en dicho país, sino también en todo su ámbito internacional. Aunado a ello, la paz entre ambas naciones parece un tanto lejano y las negociaciones o acuerdos entre los rusos y los ucranianos no han resultado del todo favorables.
No obstante, mientras lo anterior se encuentra en boca de cualquier medio periodístico en cualquier parte del mundo, del otro lado del charco, específicamente en México, diariamente se vive una guerra que desde hace décadas parece no tener fin. Efectivamente, la lucha contra el narcotráfico ha devastado familias enteras, ha obligado a la migración de mexicanos a los Estados Unidos con la finalidad de resguardarse de la violencia que se vive día a día.
Sin embargo, dicha guerra no siempre sale a la luz, en México los medios locales y nacionales informan muy poco y de manera cuidadosa los acontecimientos en la que se involucra los temas de delincuencia organizada y esto se debe en gran medida, al miedo, al temor que infunde a través de las amenazas de muerte los grupos delincuenciales. La política y estrategia de seguridad tomada por el gobierno federal de “abrazos y no balazos”, ha desatado por completo la violencia que, si bien, no era novedad con los gobiernos anteriores al actual, si era un poco más controlada y menos vistosa a como hoy en día se muestra.
Un claro ejemplo de lo anterior, es el estado de Michoacán, una entidad en la que la violencia y la inseguridad parece difícil de controlar. En los últimos días, Michoacán se ha convertido en una completa zona de guerra, algo que en la realidad, supera a lo visto y vivido en la cruenta guerra entre Ucrania y Rusia. Solo en el mes de marzo, de acuerdo a datos oficiales y periodísticos, la entidad ha pasado a estar en el top de los cinco estados con la tasa de homicidios más alta del país; aunado a ello, en los primeros días de marzo en la comunidad de Aguililla, Michoacán, sería asesinado por un grupo de civiles armados el presidente municipal César Valencia, algo que ha alarmado al resto de los alcaldes de los 112 municipios michoacanos y de los cuales, muchos de ellos han solicitado el apoyo de protección especial en materia de seguridad al Gobierno del Estado.
La guerra no solo se vive en Ucrania. En días pasados, la población de San Juan Nuevo viviría una mañana de terror. Al filo de las 8 de la mañana, un comando armado se enfrentaría con grupos rivales de la delincuencia, fuertes detonaciones de armas de grueso calibre y vehículos blindados de guerra, se harían presente en las distintas calles de la población. Ejército, Guardia Nacional y Policía Estatal atenderían los reportes de balaceras en dicha zona y al acudir a la cabecera del pueblo antes mencionado, se dio como resultado la detención de 32 personas y oficialmente se supo que cinco personas más resultaron asesinadas ante dicho enfrentamiento.
Y por si fuera poco, la noche del 27 de marzo, de acuerdo con datos oficiales de la Fiscalía General de Michoacán, se reportó que en la comunidad de las Tinajas en el municipio de Zinapécuaro, asesinarían a 20 personas durante un evento de pelea de gallos dentro de un palenque de la zona antes mencionada. Una disputa entre grupos antagónicos de la delincuencia organizada que, sin la aplicación del Estado de Derecho, se disputan con libertad el control de las plazas y rutas del trasiego de droga del país.
Por esta razón, la guerra no solo la disputan Rusia y Ucrania, sin conocerse mucho, existe en México una sangrienta guerra de la que no se habla y de la que muy pocos conocen o solo se conoce cuando radicas en la zona de conflicto. Los efectos de la guerra contra la delincuencia organizada han sido incontrolables y han ido en constante aumento, asilo político para migrantes mexicanos, crisis económica, desplazamiento forzado, falta de empleo [que bien ha sabido aprovechar los diversos grupos criminales, al reclutar jóvenes para integrar las filas de las organizaciones], un enorme estado de fuerza de seguridad que se encuentra atado de manos ante la política de “abrazos y no balazos” que si bien se analiza, ha dejado más violencia de la que prometió erradicar.