El periódico El País del 25 de agosto último dedica una página entera a lo que llama «epidemia de la soledad»[1]LABORDE, Antonia, 2019, 1. La epidemia de la soledad en EE. UU. ya es un negocio, El País, Sociedad. en Estados Unidos. Según la autora del trabajo, Antonia Laborde, esa epidemia es «una condición más dañina que la obesidad y tan perjudicial como fumar 15 cigarrillos diarios», señala que «el factor que define que una persona se sienta más o menos sola es la frecuencia con que sostiene relaciones personales cara cara». Conocido el origen de la enfermedad, Laborde señala empresas que han empezado a hacer negocio, por ejemplo, organizando «fiestas de abrazos».
Después de leer la página recordé un libro que leí hace tiempo, Solo en la bolera. Colapso y resurgimiento de la comunidad norteamericana (Galaxia Gutenberg, 2002) del mundialmente famoso Robert D. Putman, sociólogo y politólogo estadounidense, profesor en la Universidad de Harvard, preocupado por los temas de confianza social, conciencia cívica y el capital social.
En 1970, Putman, en colaboración con dos colegas, Robert Leonardi y Raffaela Nameti, publicó un libro en el que ofrecía los resultados de una larga investigación –iniciada en 1979- sobre el desarrollo desigual de las diversas regiones italianas. Para sorpresa de todos, resultó que la variable más significativa, la que mejor explicaba el éxito de unas regiones y el fracaso de otras, no eran los indicadores políticos, administrativos o económicos, sino otro tipo de variables culturales y asociativas que demostraban la presencia o ausencia de relaciones de confianza y reciprocidad generalizada. Estos investigadores observaron que las regiones del norte y centro de Italia poseían altos niveles de confianza mutua, causa última de su éxito social y económico, mientras que el Mezzogiorno se hundía en el estancamiento y depresión por ser víctima de la desconfianza.
En el libro Solo en la bolera[2]PUTNAM, Robert, 2002, Solo en la bolera. Colapso y resurgimiento de la comunidad norteamericana. Galaxia Gutenberg. , utilizando la metáfora del juego de bolos, popular en Estados Unidos, que, desde hacía años, se estaba convirtiendo en una actividad solitaria en lugar de un disfrute compartido, Putman demuestra que el capital social no solo es el factor más potente de satisfacción social y personal que influye en la salud y en la felicidad de las personas, sino que su aumento o disminución determina la marcha de la economía y la democracia.
En sociología, el capital social mide la colaboración social entre diferentes grupos de un colectivo humano. Normalmente, en los modelos económicos tradicionales, este concepto es totalmente ignorado, pero en los años 1980 volvió a ganar importancia. Fue usado por muchos autores de sociología y modelos de economía alternativa al capitalismo actual. Siempre apunta hacia aquellos factores que nos acercan como individuos y cómo este acercamiento se traduce en oportunidades para la acción colectiva y el bienestar del grupo. Se ha destacado como fuente principal de capital social, la confianza mutua. Puesto que somos animales sociales y dotados de empatía (neuronas espejo) lo apropiado es conversar, alternar, amar, practicar la solidaridad, empatizar… Lo ideal y lo humanamente natural sería disfrutar del mayor número posible de contactos amistosos y familiares.
Los resultados obtenidos por Putman han dado lugar a un análisis y advertencia ya ineludibles en el estudio de las sociedades occidentales. Ineludibles porque el primer obstáculo al aumento de capital social se encuentra en el sistema económico que ha engendrado un individuo rampante, hedonista e insolidario, que convierte a los ciudadanos en consumidores consumidos.
Una importante aportación a este tema es la del catedrático de Políticas Públicas de la Universidad de Pompeu Fabra, Vicenç Navarro. Después de muchas observaciones, Vicenç Navarro ha concluido que el vigente sistema económico en el que cada persona debe competir con otras, valiéndose por ella misma, con escasa protección social, es una variable que explica la escasa calidad de vida y salud para la mayoría de la población.
«La prueba empírica de ello es que la mejora de las tasas de mortalidad para todos los grupos del Reino Unido se ralentizó durante la época de Margaret Thatcher», es decir, cuando el actual sistema económico «alcanzó su máximo desarrollo en el Reino Unido». «Las políticas thatcherianas, con reducción de las políticas redistributivas, con énfasis en la competitividad y la falta de protección social, responsables del aumento de la inseguridad laboral y el empleo, crearon un empeoramiento de las tasas de mortalidad en todas las edades y en la mayoría de la ciudadanía. No solo se incrementó la mortalidad diferencial entre ricos y pobres, sino en todas las clases sociales». Según Vivenç Navarro, «A mayor sociabilidad y solidaridad, mayor salud»[3]NAVARRO, Vicenç, 2008, 4. Desigualdades sociales, calidad de vida y salud, El País, Columna de opinión.
Helena Béjar, catedrática de sociología, en un texto publicado en El País (10 de septiembre último), titulado «El negocio de la soledad»[4]BÉJAR, Helena, 2019, 2. El negocio de la soledad, El País, Artículo de opinión. , indica que no debemos dejarnos atrapar por las promesas del mercado, en su lugar debemos «explotar las energías de la sociedad civil».
Creo recordar haber leído en un informe acerca de la edad máxima de vida de los ciudadanos de distintos países, que España ocupa uno de los primeros puestos por su dieta mediterránea y, principalmente, por el capital social que poseen sus ciudadanos.
Referencias
↑1 | LABORDE, Antonia, 2019, 1. La epidemia de la soledad en EE. UU. ya es un negocio, El País, Sociedad. |
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↑2 | PUTNAM, Robert, 2002, Solo en la bolera. Colapso y resurgimiento de la comunidad norteamericana. Galaxia Gutenberg. |
↑3 | NAVARRO, Vicenç, 2008, 4. Desigualdades sociales, calidad de vida y salud, El País, Columna de opinión |
↑4 | BÉJAR, Helena, 2019, 2. El negocio de la soledad, El País, Artículo de opinión. |