¿Cómo surge la idea de llevar a escena el artículo periodístico de Mariano José de Larra?
Primero vino la adaptación a teatro, que fue inmediata a la lectura del artículo. Lo necesitaba hacer, surgió de dentro. Tiempo después mi pasión por el teatro y en general las artes escénicas, me hizo preguntarme, ¿por qué no? Pero no estaba segura de mi texto. Después de dejárselo leer a varias personas, parece ser que les gustó y me motivaron para llevarla a escena. Y me alegro de haberles hecho caso.
¿Cuánto tiempo ha sido necesario para llevar a escena este proyecto? ¿Cuántas trabas ha habido por el camino?
Desde el principio íbamos contrarreloj. Convoqué varios castings y nos pusimos manos a la obra en octubre. Sin embargo no pudimos contar con todos los actores hasta mediados de diciembre. Como eran navidades, empezamos a ensayar en enero. Y en un mes, atravesando una carrera de obstáculos desde la sala de ensayos, los trámites administrativos, el montaje, el vestuario, la escenografía, y un largo etcétera de sinsentidos, estrenamos el día 6 de febrero con un éxito algo más que inesperado.
¿Ha sido necesario actualizar la obra a los tiempos, o por el contrario es tan contemporánea que incluso parece redactada hoy en día?
Eso es precisamente lo que le llama la atención a la gente y sin duda lo que más me enamoró del artículo: Que después de dos siglos no ha cambiado nada. Es tan actual que por un lado es triste, porque parece que no aprendemos, pero por otro lado es bonito lo cerca que sigue estando Larra de nosotros y el profundo conocimiento que tenía sobre nuestras costumbres. Nosotros solo queremos mantenerlo vivo.
¿La similitud que esconden la época actual y la del artículo en sí, es una de las razones por lo que te has decantado por llevar la obra adelante?
Una de las razones efectivamente es la similitud entre las épocas, pero por supuesto, no es la única. La principal razón era poder ver y disfrutar de algo que solo podía imaginar. Yo lo que quería era verla, esa fue mi principal motivación. Y sobre todo reírme. La obra es cómica por sí sola, tiene ese don. El hiperbólico drama de Sans-dèlai, que queda atrapado seis meses en un país que no le deja hacer nada. El contraste entre la exagerada puntualidad y exactitud del francés (al cual Larra en un acto de diabólica ironía decidió llamar, cuya traducción literal es sin-retraso) y el carácter perezoso y desesperante de los españoles, crea un conflicto algo más que disparatado. La consecución de los días es cada vez más agobiante y eso fortalece la ansiedad del francés y su tragedia. El personaje de Fígaro refuerza esta comicidad con su ironía y sarcasmo. La estructura del artículo, al igual que la de la obra es de comedia. Si bien el artículo podría no considerase cómico, tiene un carácter burlesco y satírico con lo que facilita la risa. Pero es, sobre todo, la actualidad del tema y el comprobar que no aprendemos, lo que hace estallar en carcajadas al lector.
Curiosamente le dice Sans-dèlai a Fígaro «los españoles tienen la mala costumbre de hablar mal siempre de su país por hacerse superiores a sus compatriotas». Así el espectador español se siente ilusoriamente identificado con el único personaje de origen francés, al estar rodeado de españoles picaros y perezosos, sin darse cuenta de que también es uno de ellos.
Hay personajes de la obra que se van delineando poco a poco, otros que se ven desde el primer momento como son, ¿ese cruce de posturas hace ver más los extremos de los protagonistas?
La idea era la comedia, era mi propuesta desde el principio. El artículo de Larra lo es. Hay varios recursos que utilizo, y uno de ellos era que los personajes antagonistas fueran lo más sinceros posible. De esta manera se convertían en un estereotipo a ojos del espectador y en algo incomprensible para Sans-dèlai Es precisamente su frase de presentación la que lo define «Muchas veces la falta de una causa determinante en las cosas nos hace creer de debe de haberlas profundas para mantenerlas al abrigo de nuestra penetración». A lo que Fígaro en el quinto acto le responderá con mucha razón, «es la Pereza la gran causa oculta». Efectivamente, tanto el personaje de Fígaro como el de Sans-dèlai son personajes redondos, que aprenden y sufren un cambio a lo largo de la historia, pero, como recurso cómico, son los únicos.
Por momentos los personajes de Fígaro y Sans-Dèlai son cercanos en ideas, y distantes en posiciones ante la vida, ¿es un juego que se utiliza para ver los contrapuntos de las sociedades y las personas en sí, y para que el espectador calibre la diferencia o cercanía entre ambos?
Fígaro es cercano a Sans-dèlai porque es como él cuando llegó a España. En este caso hace de acompañante pero también es el narrador de la obra. Fígaro no es el protagonista de la historia. Su primer objetivo es ahorrarle el sufrimiento de la experiencia a Sans-dèlai, aunque enseguida se da cuenta de que el francés es mucho más persistente que él. Aun así son personajes diferentes. Fígaro, es afrancesado y se siente muy identificado con Sans-dèlai, es crítico con la España en la que vive y amante de la cultura francesa y su progreso. Sin embargo y a pesar de todo ello, sigue siendo español, y la pereza su punto débil y al mismo tiempo su fortaleza para sobrellevar el tedioso ritmo del país en el que vive… Sans-dèlai, por el contrario, jamás caerá en ese pecado.
¿Se busca, en cierta forma cómica e irónica, ver como el ser humano se acostumbra a los hechos que se vuelven en costumbre?
Es algo que compete decidir al espectador. Cada público es diferente y cada uno percibe cosas diferentes. Sin duda es una parte del mensaje, pero a cada uno le llega de una manera, es indiferente lo que se quiera transmitir.
El artículo Vuelva usted mañana lleva intrínseco un gran crítica al poder, a la diferencia de clases, a la burocracia y la corrupción ¿Qué diferencia hay entre lo escrito y reflejado, con lo que tenemos hoy en día en nuestra sociedad?
Mucho queda aún hoy día por cambiar para que el legado de Larra cumpla su cometido. Pero también debemos admitir que desde la España de Fernando VII, con la inquisición y las bulas, los matrimonios concertados, el hambre y las enfermedades, la escasez de recursos para la educación, la ausencia de derechos humanos, la falta de valor por la vida, por la libertad, por la cultura… las cosas han cambiado mucho y para bien. La sociedad tiende a evolucionar. Solo es cuestión de seguir insistiendo para que el mundo poco a poco sea un lugar mejor.
Una gran minimalismo escénico, con decorados estéticos muy simples pero que nos transportan a esa época, ¿cómo ha sido esa elaboración?
Hemos tenido que adaptarnos a lo que tenemos y eso no ha sido fácil. Me hubiera gustado hacer algo más elaborado, pero ni el tiempo de montaje, ni el espacio de la sala, ni los recursos económicos lo permitían. Aun así considero que hemos hecho un gran trabajo con lo que teníamos y la investigación sobre la época, vestuario, objetos como las plumas, el papel o el vidrio de las botellas es lo que hace que el espectador se sumerja de lleno en el siglo XIX. La verdad es que esto me ha demostrado que a veces menos es más.
¿Vuelva usted mañana ha necesitado muchas horas de ensayo?
Siempre son pocas, siempre se puede mejorar y perfeccionar más. Pero cada vez que sale al escenario, la obra gana mucho más que en cien ensayos, es donde realmente se perfecciona y se vive. Aun así seguimos trabajando concienzudamente para mejorar día a día y que este proyecto, por el que tanta ilusión tenemos, siga vivo el día de mañana.
Por momentos el espectador se puede imaginar que esté dentro de una representación de una zarzuela, ¿tiene algo que ver este dato con el hecho de que uno de los hijos de Mariano José de Larra, fuese un reputado libretista de zarzuelas, Luis Mariano de Larra?
Quizás eso tenga que ver con la elección de la música. Nos decidimos por el Barberillo de Lavapiés porque queríamos homenajear juntos a padre e hijo. Aunque es algo posterior, es también muy castizo y creo que le va como anillo al dedo.
¿Ha sido complicado conseguir el tono y el ritmo adecuado para encarar de forma irónica el texto, sin llegar a caer en diálogos retóricos y distantes?
Ha sido lo más complicado. Sin duda. Sobre todo para Germán, que ha demostrado un empeño y un arrojo admirable por este trabajo. Y eso se nota en el escenario. Sin duda ha creado un personaje único, pero por supuesto, eso no surge de la nada. Todo el proceso de creación de los personajes, situaciones, diálogos ha sido complejo. Aunque tenía claro el tono de esta comedia desde el principio, el hacerlo uniforme con todos los personajes sin duda ha sido un hueso duro de roer. El mantener el ritmo de la obra, y no dejarlo caer es un trabajo del día a día y que aún seguimos haciendo. Pero el equipo con el que cuento a pesar de ser amateur, es altamente profesional. A la hora de trabajar, nos complementamos muy bien. Todos han puesto su granito de arena y se puede decir que ha sido, sin duda, un gran trabajo en equipo.
Son tiempos complicados de sacar proyectos adelante, ¿puede más la pasión que el carácter monetario en estos casos?
Desde luego, si bien es verdad que el dinero es necesario en la sociedad en que vivimos, del teatro difícilmente se vive. Es pura vocación. Y eso tal vez haga que el esfuerzo que hemos puesto y el resultado obtenido sea aún más gratificante.
¿El éxito de que se mantengan los proyectos en salas pequeñas, y que además cada vez proliferan más, es el argumento que hay de fondo, que incita a la reflexión?
El teatro es eterno, no morirá jamás. Puede que no sea su mejor época, pero mientras haya quien siga haciendo teatro, habrá también quien venga a verlo. Es simplemente un paso más en su evolución.
Cuatro meses va a estar la obra en cartel, de momento, ¿esta buena acogida hace que La compañía se plantee otros proyectos futuros?
Por supuesto, no hay que parar, hay que seguir siempre creando y construyendo porque eso es lo que hace que la vida merezca la pena. Es lo que marca la diferencia.