Casi a vista de pájaro, haciendo un rápido primer análisis de lo ocurrido el pasado domingo, lo primero que cabría decir es que quizá el partido socialista con Pedro Sánchez a la cabeza se esté arrepintiendo a estas alturas de no haber hecho del mismo o el anterior 28 de Abril un auténtico súper-domingo electoral, haciendo coincidir también las elecciones generales. Y no es que le haya ido mal al PSOE ahora –de hecho su victoria en las europeas ha sido arrolladora-, pero a la vista de los resultados de las municipales y autonómicas a pesar de haber ganado también en ambas, su victoria ha debido saberle a poco.
Dejando un lado el notable incremento en la participación en las elecciones europeas lo que es lógico al haber coincidido con unos comicios locales, conforme avanzaba la jornada y veíamos que la participación era similar a la de hace 4 años, ya podía intuirse lo que habría de pasar ya que, como es habitual, una participación alta beneficia en conjunto a la izquierda mientras por el contrario quedarse en casa favorece a la derecha. Así que, más o menos, ese podría decirse que ha sido el resumen final de una victoria del PSOE que podría calificarse de agridulce por cuanto ha ganado en muchas más localizaciones que en otras ocasiones pero no podrá gobernar en otras tantas –salvo error u omisión de Ciudadanos-, al sumar los tres partidos de la derecha del tablero.
En vista a esto último, a la espera de lo que un partido tan camaleónico como Ciudadanos decida hacer en ayuntamientos y comunidades autónomas si mantenerse de perfil con la extrema derecha –lo que podría perjudicarle todavía más ante sus socios europeos y probablemente cara al futuro ante sus más centrados electores- o abstenerse permitiendo algunos gobiernos socialistas, podríamos sintetizar lo ocurrido en cinco sencillos puntos:
1º. Que el PSOE ha ganado las elecciones, incluso en plazas y autonomías donde no lo hacía desde hace décadas como es el caso de la Rioja.
2º. Que Pablo Casado y el PP han salvado los muebles gracias sobre todo a conservar in-extremis la Comunidad de Madrid del mismo modo que ha recuperado una plaza tan simbólica como la capital. Si es que Cs le da finalmente su apoyo mediante eso que hasta hace poco los populares llamaban «alianza de perdedores», ya que en ninguno de los casos ha resultado la primera fuerza política.
3º. Que Albert Rivera se ha quedado de nuevo con la miel en los labios de conseguir su ansiado sorpaso al PP y tampoco ha logrado la victoria en ninguna plaza significativa. A lo más es la llave en numerosos ayuntamientos y autonomías para decidir qué opción política es la que gobierna.
4º. Que se confirma la debacle de Podemos. Esta vez Pablo Iglesias no contó con un debate a cuatro que frenara el desplome y su caída es fatídica en casi todos los territorios, siendo el principal motivo de que la izquierda no pueda gobernar en muchas ciudades y autonomías. La apuesta de Errejón que casi ha triplicado a Podemos en la Comunidad de Madrid, viene a confirmar que la pérdida de la transversalidad original en el partido de Iglesias va a acabar reduciendo a éste a una nueva versión de Izquierda Unida, IU 2.0, con poca o ninguna capacidad de decisión en la mayoría de los supuestos.
5º. Que, en cualquier caso, habrá que estar a la espera de cómo van a quedar los pactos y es posible que a tenor de lo que decida Cs en cada parte podríamos tener alguna que otra sorpresa, aunque será difícil con la virulencia que ha escenificado Albert Rivera los últimos meses con respecto a Pedro Sánchez, le permita algún respiro a lo largo y ancho de la geografía española.
Para finalizar solo tres apuntes más. En primer lugar que en Barcelona el ayuntamiento va a seguir siendo una jaula de grillos con el empate virtual entre el equipo de Ada Colau y ERC, sin mayorías claras. Una nueva oportunidad para aprender a hacer política aunque es de suponer que la errática independentista siga interfiriendo en la gobernabilidad de la ciudad.
En segundo lugar que el reiterado desplome de Podemos le cierra prácticamente las puertas en su pretensión de entrar en el futuro gobierno de Pedro Sánchez, por lo que es de suponer que éste se acabará cerrando con un acuerdo de legislatura.
Y, por último, el PSOE en Europa se consagra como la mejor opción y la gran esperanza de la socialdemocracia. Habrá que esperar a ver si cumple las expectativas o como en tantas ocasiones se queda todo en agua de borrajas.
Atentos.