Desde hace tiempo la polarización y el desenfreno que provoca la misma se vislumbra en un continuo goteo de encuestas sobre la intención de voto del cuerpo electoral, a cuenta de esa campaña infinita en que se desenvuelven el PP y el PSOE desde que se pierde la memoria.
Junto a ello y conforme avanza la legislatura, se observa una anomalía que apenas si pasa de puntillas en los grandes grupos de comunicación, sobre todo en aquellos que no resultan afines al gobierno de Pedro Sánchez y que son mayoría en el ámbito informativo.
Mientras por una parte todas las encuestas resultan muy favorables al PP cara a las elecciones generales del próximo año, del mismo modo, cuando se trata de evaluar la gestión del gobierno en las cuestiones más fundamentales –coyunturales, laborales o sociales-, el grueso del electorado las evalúa positivamente.
Por no decir de aquellas en las que a la pregunta por la situación económica, como la del Pew Research Center, a más del 75 % de los españoles les parece mala o muy mala pero, sin embargo, cuando se trata en el ámbito personal esta solo lo es para el 26 % de los mismos. Algo que aun siendo habitual en las encuestas se dispara en tiempos de crisis.
Lo que nos induce a pensar que dicha respuesta resulta condicionada por esa visión apocalíptica de la economía que de manera intencionada se pretende dar desde la oposición y sus lobbies mediáticos con fines electoralistas y que puede apreciarse con facilidad cuando el gobierno hace suya una propuesta de la misma para acabar rechazándola ésta en el Congreso.
Por otra parte, en la mayoría de los casos de forma paradójica, son también los propios votantes del Partido Popular los que se muestran favorables a muchas de las propuestas del gobierno en las principales materias.
Salvo, claro está, cuando se trata el tema de la fiscalidad, como por ejemplo en el caso del nuevo impuesto a las eléctricas y los bancos, donde en virtud a su posicionamiento ideológico es indiscutible que se pronuncien mayoritariamente en contra de los mismos.
Por cierto, es esta una disciplina «la ideología», que, de manera sorprendente, es atacada continuamente desde el plano conservador considerando un perjuicio que la misma se refleje en el dictado de normas y leyes cuando estas son propuestas desde la izquierda como si no lo fueran del mismo modo cuando parten desde la derecha política.
En numerosas facetas de la vida nuestro posicionamiento ideológico, aunque sea de manera inconsciente, marca muchas de nuestras actuaciones. Luego, con más motivo, deberá hacerlo en cuestiones propias de la esfera política como son la fiscalidad, la economía, la acción social, lo laboral o la mera concepción del servicio público en donde queda todavía más reflejado.
La aritmética parlamentaria
Decíamos la pasada semana que el hecho de que el electorado le diera tan claramente la espalda a José Luis Rodríguez Zapatero durante la crisis de 2008, entra en la más pura lógica por cuanto acometió medidas que iban directamente en contra de la ciudadanía.
Sin embargo el caso del gobierno actual es distinto, tal como vemos en las encuestas, ya que sus propuestas de calado cuentan con el beneplácito mayoritario de la población.
Por contra, Núñez Feijoo a los mandos del PP se posiciona como inapelable ganador de las generales del próximo año con un discurso que choca frontalmente con las propuestas del actual gobierno y no solo con el mismo, sino con las de la Comisión Europea y el propio grupo Popular Europeo que una vez comprobado el fiasco de las medidas adoptadas en la crisis de 2008 han decidido dar un repaso a las mismas.
Es más, un caso tan significativo como el de la crisis energética, donde la denominada «excepción ibérica», ha sido vapuleada por la oposición, lleva camino de ser una referencia más en el nuevo modelo energético europeo a tenor de las declaraciones de la presidenta de la Comisión Europea y del presidente del Consejo Europeo.
Por cierto la primera, Ursula von der Leyen destacada miembro de la CDU alemana, integrada también en el PP europeo y el segundo Georges Michel, del Movimiento Reformador belga, de centro derecha. Lo que sería lo mismo que decir que mientras estos van corrigiendo errores pasados, los conservadores españoles se mantienen fieles a los mantras neoliberales.
Que al gobierno de la nación le faltan buenas dosis de pedagogía, no cabe la menor duda. Que ese rumor constante entre los socios de la coalición y los grupos minoritarios que le sustentan resulta perjudicial para el mismo, también. Como las ínfulas de Pedro Sánchez igualmente. Como los errores que hayan podido cometer.
Pero de ahí a que, como se insinúa de forma casi machacona, buena parte del electorado del partido socialista este traspasando su voto a las filas populares, debería distar un abismo a la vista de las respuestas sobre cuestiones vitales que nos muestran las empresas demoscópicas.
También en el caso de las recientes medidas de ahorro energético que, a pesar del ruido mediático, resultan aceptables para una mayoría de votantes. Incluso en trabajos publicados para medios tan poco sospechosos como El Mundo o La Razón.
Por tanto, a buen seguro el hecho de que la parte derecha del tablero haya quedado circunscrita a solo dos formaciones políticas como son PP y Vox –tras la práctica desaparición de Cs-, y que por su parte la izquierda del mismo esté tan densamente poblada debería suponer que es el propio sistema electoral el que favorece de manera sensible a la primera.
Tiempos difíciles
El que estemos en medio de una crisis global, cuyas repercusiones en todos los ámbitos están aún por ver, es una evidencia más de las secuelas de un modelo económico insostenible tal como se viera en 2008, la pandemia corroborara con tan dramáticos resultados y que ahora vuelve a poner en jaque a todo el planeta con unos mercados financieros fuera de control y unas multinacionales con un poder prácticamente absoluto.
A la vista de ello la propia Unión Europea se está viendo en la necesidad de cambiar sustancialmente dicho modelo tras cuatro décadas de desaforo y el gobierno de España, con una visión más progresista del sistema capitalista, incluso parece ejercer de punta lanza en algunas materias.
De ahí las buenas sensaciones que están brindando en la actualidad algunas de las políticas puestas en marcha en nuestro país en el seno de las instituciones europeas.
Ya veremos lo que depara el nuevo curso político, la cadena de acontecimientos y la manera de afrontarlos pero, como ya sabemos desde hace mucho tiempo, las encuestas las carga el diablo como nadie.