El cuento del Felón y el Relator. Una historia de manipulaciones y paparruchas para cegar a una población, dividida, y encrespada.
Érase una vez un reino de reinos llamado España. El rey de todos los reinos no gobernaba, pero una vez al año, en Navidad, recitaba bonitos discursos. Para gobernar todos los reinos había un señor -nunca señora hasta el momento-. A éste lo elegían los súbditos cada cuatro años. Era el Gobernante Principal. Para gobernar los reinos internos, se hizo lo propio, y esos gobernadores se encargaban de sus territorios.
La oportunidad
Todo iba más o menos bien. Pero de repente vino una época de vacas flacas. Uno de los reinos, el de Cataluña, tenía unos reconocimientos reales especiales por su historia. Creció en él un movimiento de súbditos que querían irse. Creían, que solos, todo iría mejor. Los gobernantes malvados, de todos los territorios e ideas, que eran muy listos, vieron en esto un filón.
Desde otro lado, otros aspiraban a gobernar éste y los otros reinos. Descubrieron que si agitaban a la gente -bastante vulnerable y con las defensas bajas por la situación- podrían aprovecharse. Juntos, estos irresponsables, pero muy listos, malvados y avariciosos, consiguieron enfrentar al pueblo.
La crispación
Cada vez que algún gobernante hablaba, la gente más se enfadaba. Incluso, dentro de las familias, la mala semilla creció y creció, y pronto, casi era mejor estar callado que opinar. Sin embargo, a los gobernantes malvados cada vez les iba mejor. Juntos se frotaban las manos viendo como las discusiones del pueblo engordaban sus posibilidades de alcanzar el poder.
El Gobernante Principal estaba harto de tanto enfrentamiento. Veía que eso no le iba bien para mantenerse en el poder, decidió hacer un esfuerzo para calmar las aguas. Tengo una idea, dijo. Los partidarios del Reino de Cataluña independiente, y los del Reino de España unido, Se juntarán. Crearé una mesa para hablar, a ver si llegamos a un acuerdo. Los malos se pusieron muy furiosos. Sabían que si la cosa se calmaba, la gente ya no les iba a seguir.
Veneno para la gente
Los malos estaban todo el día maquinando cómo enervar a la gente. Les mandaban mensajes envenenados, da igual que fueran mentiras. Y la gente, con la guardia baja, pero con la rabia alta, se lo creía todo. Los malos siempre conseguían sus fines; los de Cataluña, y los otros. Reían y reían viendo a la gente totalmente fuera de sí por las calles de todos los reinos. La gente enarbolaba banderas, en aquelarres locos de un destructivo sentimiento llamado “nacionalismo”.
El diálogo y el relator
El Gobernante Principal, aún a sabiendas que la opinión pública se le podía echar encima, dio otro paso. Sentaré a los dos reinos en una mesa. Y para que haya constancia de todo, y nadie pueda manipular a su antojo lo que allí se hable, habrá un “relator”. Los malvados se pusieron muy locos. Los malos catalanes empezaron a criticar al Gobernante Principal, decían que eso no valía para nada. Se querían ir y punto. Los malos españoles vieron una oportunidad. Si manipulaban bien, podrían liar, lo que en aquella época se llamaba “un gran pollo”. Al Gobernante Principal solo le apoyaban unos cuantos. A estos últimos casi nadie les escuchaba porque un día fueron a un reino lejano llamado Venezuela.
¡Coged antorchas y horquillas, y a la calle!
Eres un Felón, le dijo uno de los líderes de los malos. Rápidamente, todos los grupos que habían crecido con el enfrentamiento se apresuraron a convocar a la gente. Necesitaban intoxicar mucho y liarla muy fuerte. Nadie se cuestionaría nada, solo había que envenenar rápido. ¡Coged antorchas y horquillas, y a la calle!
-Papá, ¿que es un relator? -Y qué más da hijo, si lo dice el “felón” es algo que rompe España. -Papá, ¿qué es un “felón”? -Alguien muy malo que traiciona a su patria -Papá ¿y que es una patria? -Donde viven los patriotas que la defienden. -Papá, ¿qué es un patriota? -El que sale a la calle con la bandera, y al final, sigue pensando solo en su propio beneficio, hijo.
-Papá dicen en la tele que ya no hay ni relator ni diálogo.
-Genial hijo, «la gente de mal» recula. Dile a mamá que el domingo nos vamos a la sierra.