«Me gustan los amigos que tienen pensamientos independientes, porque suelen hacerte ver los problemas desde todos los ángulos».
Nelson Mandela, abogado, activista, político y filántropo sudafricano (1918-2013)
Democracia es literalmente, el gobierno del pueblo. Se trata de un sistema de gobierno en el que las leyes, las políticas, los líderes y los principales objetivo de un Estado son decididas directa o indirectamente por el pueblo.
España, en la actualidad, cuenta con una democracia representativa. De este modo, la dirección política que tiene el país la indican los ciudadanos, que periódicamente celebran elecciones para elegir a sus representantes.
En El País (14 de julio 2023) José Andrés Rojo, bajo el título Las elecciones y la tentación a tumbarse, escribió: «Los políticos no están consiguiendo transmitir que tienen, efectivamente, un plan que poner en marcha si ganan las elecciones. Lo que se está escuchando, sobre todo, son reproches por el tipo de socios con quienes van a firmar unos y otro para gobernar el día después. Así que se imponen los reproches, O peor aún: ruido y más ruido. Es el balance más inmediato que se pudo hacer tras el debate del lunes en televisión, ese balance que se hace de una manera espontánea, sin pararse un segundo a reflexionar. Se interrumpieron cada rato, no se entendió lo que decían, poco les importaban los argumentos del adversario, estaban obsesionados por colocar como fuera sus consignas partidistas, pero en realidad no llegaron a presentar –ni hablar ni a discutir. Ningún plan. […] El calor subía a lomos de un caballo desbocado que galopaba como loco. Pero a los líderes de los dos partidos más importantes no se les ocurrió hablar ni un solo momento de cómo combatir esos excesos, las altas temperaturas o también algunas tormentas locas que inundaron las calles de algunas ciudades. Nos están tomando el pelo. No tienen ningún plan cuando de eso trata su trabajo. Para eso están».
No es la única crítica a nuestros representantes políticos.
En una de las «Cartas a la directora» del mismo periódico Victoria Arene de Barcelona escribió: «La política se ha convertido en un circo. En una telenovela digna de las tardes, donde priman el drama y la teatralización. Me da vergüenza ajena las formas. ¿Dónde se ha visto que quienes deberían ser excelentes y ejemplares conviertan plenos en el capítulo de cualquier culebrón La política española debería estar comprometida a gestionar el país por y para los ciudadanos no para sus amigos, bancos o grandes empresarios. Merecemos una política renovada, ejemplar. Con proyectos claros que no atenten contra los ciudadanos.
Algo muy importante es de qué forma quienes desean ser representantes de los ciudadanos exponen la política que consideran mejor. En esa exposición se insultan y, una vez ganadas las elecciones, no llevan a cabo las políticas que prometieron».
En otra «Carta a la directora», Pedro Catalán García (Madrid), bajo el título Ovejas que votan al lobo, escribe: «He leído un cuento (para niños y adultos) de Davide Cali y Magali Clavelet. Cuenta que en una granja se van a celebrar elecciones. Uno de los candidatos es el lobo. Las ovejas ven que el lobo es guapo y dice cosas interesantes. Así que las ovejas y los demás animalitos votan, y el lobo sale elegido presidente. Pero, al poco de empezar su mandato, notan que faltan ovejas. Asustadas, las ovejas entran en el palacio y descubren al lobo comiéndoselas. Enfurecidas, por lo que ocurre, el lobo tiene que huir. Se vuelven a celebrar elecciones y el nuevo candidato a presidente es el zorro. Es guapo, dice cosas interesantes, piensan las ovejas. ¿A quién votaremos? ».
Son solo unos ejemplos del malestar por nuestra democracia representativa.
Jeremy Rifkin, uno de los pensadores sociales más célebres de nuestra época, es autor de un libro, La civilización empática. La carrera hacia una conciencia global en un mundo en crisis en cuya Introducción indica: «Descubrimientos recientes en el estudio del cerebro y del desarrollo infantil nos obliga a replantear la antigua creencia de que el ser humano es agresivo, materialista, utilitarista e interesado por naturaleza. La conciencia reciente de que somos una especie esencialmente empática tiene consecuencias trascendentales para la sociedad».
Ello conduce a lo que algunos autores llaman «democracia directa» y otros, entre ellos Rifkin, «democracia colaborativa». Un tipo de democracia en la que los ciudadanos no se apoyan en representantes y se empapan de los asuntos políticos En esta línea, Carlos Sánchez, periodista económico en un artículo de El Confidencial indica que cada vez se ve con mejores ojos ese tipo de democracia. Una democracia que se apoya en el hecho de que el ser humano es empático, social y solidario, además de inteligente. No se trata de competir, sino de colaborar. Hacer uso de lo que se ha llamado «sabiduría de las multitudes» o «sabiduría colectiva».
Una pregunta: ¿Estamos a tiempo de alcanzar la empatía global necesaria para evitar el desmoronamiento de la civilización y salvar la Tierra?