Resumen de los últimos días:
Parece ser que el gobierno de España le había comprado un software, de nombre Pegasus, a una empresa israelí que sirve para espiar a los malos y como los malos, según la ministra de defensa, son los independentistas el CNI -léase en este caso la T.I.A. de Mortadelo y Filemón-, considero a estos sus víctimas más propicias.
Sin embargo, nuestros intrépidos espías se han quedado con el culo al aire porque les han pillado y se ha hecho eco del lío nada menos que una afamada revista neoyorquina para mayor escarnio.
Pero en esas, va y resulta que el gobierno de la nación también ha sido escudriñado por el tal Pegasus. Nada menos que el presidente Sánchez y la ministra Robles, la de defensa, que defender, visto lo visto, se diría que defiende más bien poco.
Y es que, para colmo, ha tardado no sé cuantos meses en darse cuenta y eso que ya estaba más que advertida por Macron, Charles Michel -la propia Merkel en su día-, y demás señorías que ya fueron víctimas de tales agravios. Digo yo que ya puestos, bien podrían haber encargado el asunto al profesor Bacterio a ver si él hubiera estado más espabilado.
Claro, dice el gobierno, que hasta un año después no tuvimos la tecnología capaz de evitarlo. Bueno la verdad que tampoco podemos echárselo tanto en cara que aquí, en mi tierra, hace por lo menos 30 años que nos llevan prometiendo un tren digno para ir a la capital y todavía estamos en ello.
Al final nos dicen que lo de «los malos» no es del todo cosa del gobierno; que lo del presidente y la ministra es cosa de otros pero como es secreto nos quedaremos con las ganas de resolver el entuerto.
Hay quien dice que todo es cosa de Marruecos pero, a decir de algunos, bien lo vale un banco de pesca y que los migrantes se queden en el Gurugú antes que arrimarse a la valla. Y que, de paso para no perder la costumbre, sean los saharauis los que paguen los platos rotos.
Pero, cuidado, que no queda ahí la cosa. Ahora veremos la enésima muestra de la calidad y altura de miras de nuestros queridos parlamentarios.
Las votaciones del Congreso:
En mitad del jaleo, otra vez por los pelos como ocurriera con la Reforma Laboral, han salido adelante en el Congreso una serie de medidas para hacerles más llevadera la vida a la gente en estos duros tiempos que corren pero, a pesar de los años, no deja uno de salir del asombro del cómo y porqué de las votaciones en el hemiciclo.
Resulta que los de Esquerra han votado en contra por aquello del espionaje. Lo mismo que los del PP, del moderado Feijóo, porque los de Bildu lo han hecho a favor. Que de haber dicho estos últimos que no entonces el PP –a decir de los mentideros-, quizá se hubiera abstenido y el decreto hubiera salido igualmente adelante.
Pero, lo rigurosamente cierto es que quién nos iba a decir que ha sido Bildu el que les ha salvado ahora el culo a los españoles, que era al fin y al cabo de lo que iba la historia. Que los controvertidos vascos, aun estando también entre los espiados, han sido más responsables que el resto.
Quién sabe si de no haber sido así y se hubiera producido «un Casero», nos perderíamos el descuento en la gasolina, el precio de los alquileres no tendría límite y, en definitiva, seríamos nuevamente víctimas de todas esas tropelías que engordan a las élites mientras a los demás nos dan por saco.
Y mientras el PP, a su bola, pidiendo por enésima vez bajadas de impuestos. Y eso que semejante estrategia se ha evidenciado catastrófica para el común de la ciudadanía durante la gestión de la crisis económica. Que ha puesto aún más en evidencia la pandemia y que, de hecho hoy por hoy, todas las instituciones internacionales reprueban.
Pero la fe mueve montañas y puestos a ser liberales el PP sigue empeñado en ser más papista que el Papa. Aunque supongo que no será del actual Papá en su estado «normal», sino más bien del de «las suegras», de la misma semana.
La guinda:
En estas y puestos a rizar el rizo, en un plató de Sagunto, va el presidente de Iberdrola, Ignacio Sánchez Galán, y dice que los españoles o somos tontos o unos mentirosos. Los primeros por acogerse a una tarifa que les permite acceder al bono social y los segundos porqué estamos pagando ahora la luz más barata que los últimos años y nos quejamos encima de ello. Y eso que, en el último año, la luz solo ha subido… más de un 60 %.
Todo ello dicho por un tipo con un salario de más de 13 millones de euros anuales y que, sin pudor alguno, se ha permitido recurrir ante la U.E. –afortunadamente parece que sin éxito-, la llamada «excepcionalidad ibérica» para topar el precio del gas.
Vamos, dicho de otro modo, uno de esos que llamamos «oligarcas», como si la Rusia de Putin tuviera la exclusiva de los mismos.
En fin, creo que con la que está cayendo en el mundo esta vez la prosa no da para mucho. Que lo visto y oído lo dice todo. Que la mayor parte de nuestros políticos y políticas siguen yendo cuando no «a por uvas», a lo suyo y que solo unos pocos acaban clamando en el desierto.
Más carnaza para los de Abascal –para que luego digan los demás-, que a un servidor lo único que le que queda decir ante tanto desatino es que ¡Viva el vino! Y que, de tan estupefacto, hoy solo hasta aquí he conseguido llegar.