El VIII Festival de Cine por Mujeres Madrid ha tenido lugar entre los días 28 de octubre y el 9 de noviembre con una programación diversa, como viene siendo habitual, que resulta imposible abrazar en su totalidad. Los títulos para reseñar dentro de la competición española junto a las conferencias, encuentros y mesas redondas hacen de esta convocatoria cinematográfica internacional un referente ineludible dentro de los festivales que tienen lugar en la capital de España.
Mi asistencia e intereses se centran en el cine que tiene por lengua el español en todas sus melodías. 15 películas he podido ver, de las que tan solo una no estaba utilizando el español como idioma. Del total de películas proyectadas, 62 he asistido (22%). De las 12 películas seleccionadas a la COMPETICIÓN ESPAÑOLA, he visto 7 (58%). Títulos como “La furia” Gemma Blasco, un paseo por la brutalidad de una agresión sexual que tiene como contrapeso terapéutico la inmersión teatral de la agredida en su actuación como “Medea”; “La buena letra” Celia Rico, intimidad y el fuera de campo como aliados imbatibles, una protagonista que nos arrastra hacia lo lúgubre de forma inquietante y junto a una delicada sensualidad por momentos; “Sorda” Eva Libertad, “Una quinta portuguesa” Avelina Prat, “Los tortuga” Belén Funes, “Los domingos” Alauda Ruiz de Azua y “La niña de la cabra” Ana Asensio, un delicioso cuento moral protagonizado por dos niñas, una paya, la otra gitana, con una cabra que las conduce en su aventura. Todas ellas producciones del 2024 y 2025.

Dos directoras esperadas: Carla Simón y Alauda Ruiz de Azua
La película “Romería” (2025), última de la trilogía del tiempo que su directora, Carla Simón, concluye después de sus dos películas, “Verano 1993” (2017) y “Alcarrás” (2022), ya había recogido cantidad de opiniones y críticas por parte de públicos y profesionales del sector, con lo que presuponía una expectativa ilusionante con la reserva de un espacio privilegiado en la programación del festival —la emisión de sus tres películas dentro del mismo—, aunque en distintos espacios, Sala Berlanga y Sala Equix.
Alauda Ruiz de Azua presentó en la competición oficial “Los domingos” (2025), una producción que no deja de cosechar premios en los festivales y que goza con una parte considerable de apoyo por parte de la crítica y de los espectadores. Una película técnicamente impecable con un dominio técnico y una fotografía a mencionar. Guionada al gusto de la directora y con un lenguaje formal cautivador. Una banda sonora de amplio alcance emocional que invita a disfrutar de lo espiritual, lo sensitivo, lo inmanente y a cuestionarnos la existencia mítica de ese Dios que nos ignora. La puesta en escena me invitó a pensar muchas cosas en torno a la materialidad y lo corpóreo de los humanos con fe o sin ella. Una película que se me hace polémica o, por lo menos, debatible.

La competición española ha proyectado 12 largometrajes —incluidos los dos mencionados— que compitieron por el Premio a Mejor Película Española 2025 y el Premio Baturu a Mejor Directora Novel 2025; resuelta la incógnita, el jurado falló en favor de las películas. “Sorda”, de Eva Libertad, me resulta muy interesante la convivencia de los dos protagonistas al tratarse de una pareja mixta, ella sorda total prácticamente, él oyente y un bebé que acaba por dar el giro a la historia. Lo novedoso y arriesgado de su propuesta formal es el uso del silencio en varias secuencias que ayudan a comprender al oyente las dificultades que tiene la sordera si además quieres educar a tu hija oyente desde una percepción sorda. Imágenes tan violentas como la del parto, en la que sufrimos y consigue ponernos nerviosos, dan una respuesta a la discapacidad y ayudan a los espectadores a comprender situaciones cotidianas y ordinarias. Y “Una quinta portuguesa” de Avelina Prat, película pequeña, pero no por ello deja de estar bien dirigida, sorprendentemente tierna y distinta a todo a lo que he asistido, con unas soluciones a los problemas que se dan, ni lo dudo, y un cuestionamiento moral que hace reflexionar a los espectadores. Un cine este que traza un camino muy interesante para los nuevos realizadores de cine español.

Antonia Zegers, una poderosa actriz chilena, protagonista de la película “Los tortuga” de Belén Funes.
La chilena Antonia Zegers, actriz universal, posee la fuerza de “las grandes”, delgada, con irradiantes ojos magnéticos, pelo distraídamente denunciante, un comer ansioso y descuidado de alimentos que envenenan, grácil cuerpo en la derrota, no solo en el amor arrebatado, al igual en su posición social de migrante que se revela contra su realidad; representa y presenta ese luto ansioso y desasosegado, al lado de una hija adolescente, confundida, llorosa y tristemente asustada, a quien ama. Una Belén Funes directora que ya nos regaló en el 2019 “La hija de un ladrón” consolida su autoría cinematográfica con esta película, “Los tortuga”. Una contraposición de escenarios que transitan de lo rural, terreno que acoge, y lo urbano, ciudad inhóspita, contiene la inteligencia, saber hacer y potencia ideológica. Esa cara desapacible de la migración y, por encima de todo ello, el derroche de verosimilitud que hace a su película más grande.

Conversatorio. Encuentro entre creadoras Antonia Zegers (Chile) y Martina Gusman (Argentina).
Muy divertido e interesante tuvo lugar en Casa de América con dos actrices señeras latinoamericanas. La chilena Antonia Zegers y la argentina Martina Gusman mantuvieron una conversación dual que el público siguió con atención y entrega. Hablaron de cómo se desarrolló en ellas la necesidad de ser artistas. Ese vivir muchas vidas en una vida. Martina Gusman contó su necesidad de investigar los personajes, sentir los personajes desde otro sitio, siendo estos los momentos en que más disfruta de su trabajo. Antonia Zegers compartió el cómo nunca sabe afrontar los personajes y por ello sale a buscarlos y en ese proceso todo le habla. Respecto a cómo se dejan atrás los personajes una vez que terminan los rodajes. Martina Gusman dijo que los abandona y transforma el dolor en acción. Antonia Zegers reconoce que hay personajes que han sido muy ella y no quiere acomodarse. Una tarde interesante y entretenida donde la cultura ocupó todo nuestro tiempo.
Fuera de concurso disfruté de “Dolores Ibárruri. “La Pasionaria”(2024), Amparo Climent, un paseo sentimental, humano y político de una de las figuras más interesantes e icónicas del siglo XX. Donde las personas que la acompañaron tienen gran relevancia y la ternura y el dolor íntimo de Dolores, junto a la fuerza de su discurso, brillan tanto como su belleza física y el convencimiento de su alma. Inés Paris nos ofreció no solo “Olvido” (2025), un thriller donde narra una dudosa conspiración que se produjo durante la riada de Valencia de 1957, cuya protagonista es una mujer periodista de investigación. Se habló en la mesa redonda que llevó por título: “Memoria histórica. La España de los años 50 y el papel de la mujer en la prensa escrita” del anecdotario acerca de las mujeres periodistas y su limitación para trabajar que infringía el poder político y social. Elena Manrique y su “Fin de fiesta” (2024) centran la película en la migración africana que busca refugio en casa señorial y andaluza. Me sigo alertando del sectarismo económico y de pensamiento, una tragicomedia donde se pasa lo suficientemente mal como para “rompernos el saque” en determinados momentos y con habilidosa dirección llevarnos a la risa. David Lara, productorde “Mucha mierda” (2025) en el Goethe-Institut Madrid, moderó la mesa redonda. “Cultura en resistencia: el Goethe Institut y la huelga de actores de 1975”, donde pudimos escuchar a dos actrices españolas que participaron, Enriqueta Carballeira y Petra Martínez. Contaron cómo la censura en la que se encontraba sumida España no se sentía igual en el Goethe Institut, un espacio donde actuaban y disfrutaban mucho de poder burlar a la censura, que en temas culturales era bastante despistada. Hablaron de cómo en el año 1975 la profesión se conocía y establecía una comunicación muy directa donde se organizaban a través de redes humanas. Sus opiniones apuntaban que si esta huelga se pudo llevar a cabo con éxito, se debió a la unión de los colectivos de trabajadores del cine, teatro, televisión… Un trabajo de investigación de largo alcance que ha contado con la colaboración de muchos artistas de la época.

Casa América proyectó las dos películas de la directora ecuatoriana Tania Hermida, “Qué tan lejos” (2006) y “La invención de las especies” (2024). Una directora que posee un sello autoral propio identificable a través de sus producciones. Su mirada es la de un país que importa producciones recientemente y debe su formación a la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños (Cuba); en ella aprendió a no circunscribirse a unos tópicos imperantes en el cine iberoamericano. Proponiéndose reinventar lo latino. “que tan lejos”, levantada con el esfuerzo titánico, ya que todavía no había ley de cine en Ecuador. Historia fresca, dinámica prometedora. Juega con la reflexión alrededor de la palabra. Disecciona a los personajes minuciosamente en su road movie llena de reflexión y buen humor. Con “La invención de las especies” demuestra su pasión por lo mágico, lo natural, lleno de misterio y complicidad por parte de tres niños que han estado en contacto con el dolor que les azota con la desaparición de seres queridos y que en un nuevo viaje a través de las islas Galápagos, pertenecientes a Ecuador, sanan con el contacto de la tierra, el agua y las viejas historias. Una película que coloca a su directora dentro del espectro de lo naturista y lo ilusorio.

Fundación Casa de México en España me regaló a Lorena Padilla con su “Martínez” (2024). Una apuesta interesante, bien pensada y planificada donde la banda sonora acompaña de forma contundente las imágenes.
Lorena Padilla buscaba en el recorrido de su guion —con algunos gags— ganarse al espectador y lo acaba logrando. Una película donde el feísmo de los escenarios no es deliberado, sino una vuelta a los recuerdos que guardaba la directora en su memoria conlleva una reflexión en torno a la soledad, sus metáforas y las congruencias e incongruencias de quien la sufre. Martínez es un personaje no precisamente amable, guapo por fuera y feo por dentro, con graves problemas en su relacionamiento con los entornos sociales que frecuenta. Con habilidad Padilla nos conduce por territorios amargos con soltura; la cámara se toma tiempo al secuenciar y los insertos de planos detalles nos cuentan mucho de lo matérico de Martínez. En el interior de la oficina, los elementos visuales dotan de fuerza argumental a la historia. Escenas que remiten al universo de Buñuel y a la misantropía del personaje de “Tamaño natural” de Berlanga. Una buena película donde vemos “cine”.
Una conferencia en el Espacio Fundación Telefónica que llevó por título “El estrellato femenino en España: breve recorrido por la historia del cine español a través de sus actrices”, impartida por Maria Adell, entusiasmó al público al traerle a actrices tan emblemáticas como Raquel Meyer, Aurora Bautista, Pepa Flores (Marisol), Concha Velasco, Sara Montiel, Lola Flores, Carmen Maura, Mercedes Sampietro. Una conferenciante muy hábil y entretenida que supo conectar y contestar a las preguntas de los contertulios dio a la sala un aroma a café de sobremesa.
Seguido de un encuentro con la actriz Pilar Castro, con inteligencia y coherencia nos alertó del buen humor que goza a pesar de que no se hayan corregido muchos errores con las mujeres actrices a las que más de un hombre perteneciente a la profesión se cree con derecho a más que el trato profesional. Contó la dificultad de encontrar papeles para las mujeres mayores de 40 años y el sesgo de edad entre papeles desempeñados por hombres y por mujeres.
Con este pequeño texto doy por concluida la información del VIII Festival de Cine por Mujeres Madrid, esperando hasta una nueva convocatoria en el año 2026.
