Willis Harman, ingeniero futurista, en su libro El cambio de mentalidad. La promesa del Siglo XXI (1) (1998, Centro de Estudios Ramón Areces) indica que todas las sociedades se apoyan en algún conjunto de supuestos básicos, tácitos en su mayor parte, sobre quiénes somos, en qué tipo de universo estamos y qué es, en última instancia, lo que es importante para nosotros. Algunos de estos conjuntos de supuestos los encontramos subyacentes a las instituciones y tradiciones, patrones de ideas y sistemas de valores, que caracterizan a una sociedad. Normalmente, no se formulan ni se enseñan porque no hay necesidad de hacerlo; cada persona nacida en esa sociedad los absorbe, como por ósmosis. Se aceptan como dadas, como obviamente ciertas. A lo largo de la historia, apenas han sido cuestionadas por la mayoría. Por eso es necesario analizar nuestro sistema de valores.
Según Harman, «La historia nos enseña que los cambios verdaderamente fundamentales en las sociedades no han sido provocados al dictado de los gobiernos o de los resultados de las batallas, sino a través de una multitud de personas anónimas que han cambiado su mentalidad, y en ocasiones solamente en una pequeña parte».
En la contraportada del libro citado se puede leer: «Vivimos inmersos en una de las transiciones más críticas de la historia de la humanidad: el cambio de sistema de valores de la sociedad occidental. Ni el poder político, ni el económico, ni el militar pueden compararse al poder de un cambio de mentalidad. Al cambiar, deliberadamente, sus imágenes de la realidad, los seres humanos transformamos el mundo. […] Algo tan moderado y tranquilo como el cambio de mentalidad emerge de la profundidades del inconsciente y se extiende a lo largo y ancho del mundo cambiando todo».
María Novo, Directora de la cátedra UNESCO de Educación Ambiental y Desarrollo Sostenible de la Universidad Nacional de Educación a Distancia (UNED, España), dedica el primer capítulo de su libro El desarrollo sostenible. Su dimensión ambiental y educativa (2) (2006, Pearson Educación) a exponer y analizar ese «conjunto de supuestos básicos» que indica Willis Harman. Según ella, esos supuestos están relacionados con el modelo científico dominante en Occidente, en la época de la Modernidad.
María Novo nos muestra, en este capítulo, los pilares de la Modernidad a través de, principalmente, Descartes, Bacon, Galileo y Newton. En la doctrina de estas personas es en donde se encuentra el conjunto de los supuestos básicos sobre los que se apoya nuestro actual sistema económico-social: quienes somos, en qué tipo de universo estamos, qué es, en última instancia, lo que es importante para nosotros. En ellos se encuentran las bases sobre las que se asienta la conducta occidental de los últimos siglos en relación con la naturaleza y el ser humano.
Un ejemplo «En su gran obra La riqueza de las naciones, Adam Smith, el padre del capitalismo moderno, sostiene que el mercado actúa de manera muy parecida a como actúan las leyes que rigen la gravedad descubiertas por Newton. Al igual que en la naturaleza, donde para cada acción hay una reacción contraria equivalente, la oferta y la demanda se equilibran mutuamente en un mercado autorregulado» -Extraído de Jeremy Rifkin, La sociedad de coste marginal cero. El internet de las cosas, el procomún colaborativo y el eclipse del capitalismo (3)-.
El pensamiento cartesiano plantea una visión matemática de la realidad física. Las matemáticas representan para Descartes el orden total. La economía es o debe ser una ciencia social y, sin embargo, en nuestro sistema la economía es una ciencia matemática que resuelve prácticamente todos los problemas mediante la utilización de hojas de cálculo.
Según la noticia «El FMI plantea a España una rebaja de sueldos de hasta un 10% para crear empleo» (4), «los técnicos del fondo han metido la rebaja de sueldos del 10%, junto con otras medidas, en sus hojas de cálculo y el resultado que les da es que se impulsaría el crecimiento, se crearía empleo y se reduciría el déficit».
En noviembre de 2010, Esperanza Aguirre, entonces presidenta de la Comunidad de Madrid, en la inauguración del XX Encuentro Financiero Internacional de Caja Madrid, dijo que los mercados financieros «están gobernados por leyes tan insobornables como las leyes de la física, la química y la biología. Quienes hablan de la dictadura del mercado no se dan cuenta de que cometen el mismo error que los que pretenden abolir por decreto la ley de la gravedad».
Soledad Gallego, en La gran evasión como daño colateral (5) critica el papel de las matemáticas en el imperante sistema económico-social, señalando: «a las matemáticas no se les pide moral y trasmiten a los profanos una rotunda sensación de cosa inapelable». Debido a que a las matemáticas no se les pide moral, en nuestro sistema económico la ética se considera una interferencia en el funcionamiento de los mercados.
Si nos fijamos en Descartes, encontramos una visión del mundo en la que lo verdaderamente importante es lo que haga nuestra mente a través de operaciones intelectuales que han quedado desprovistas del influyo de las emociones y los sentimientos. De acuerdo con esa visión del ser humano, el vigente sistema económico-social supone que el ser humano se comporta como una «máquina de calcular», es decir, es Homo economicus. Amartya Sen, Premio Nobel de Economía, en un libro titulado Los tontos racionales. Una crítica sobre los fundamentos conductivistas de la teoría económica, sostiene que los principios de este Homo economicus son los de «un imbécil social, un tonto sin sentimientos, un ente ficticio sin moral, dignidad, inquietudes, sin compromisos». ¿Dónde han quedado los resultados de las investigaciones en Psicología y Neurociencia? ¿Dónde las neuronas espejo? El Homo economicus carece de solidaridad, de empatía, de ética…
En cuanto a los animales, según Descartes, son una especie de autómatas que funcionan simplemente por reacción mecánica a los estímulos, del modo que lo haría una máquina. Consecuentemente, el conocimiento matemático de los mecanismos de funcionamiento de estas máquinas por parte de los seres humanos daría a estos la posibilidad de manejar a todo lo vivo a su alcance. De aquí la poco, o nula, preocupación por el medio ambiente.
María Novo escribe en el mismo capítulo indicado: «En el año 1727 moría Newton, reconocido y venerado por todo el mundo científico. En esos momentos, de forma generalizada y especialmente en Inglaterra, sus planteamientos desbordaban ya el propio ámbito de la Ciencia y eran considerados como una evidencia que bien podía guiar la visión general del mundo. La mayor parte de los científicos y filósofos que le sucedieron siguieron defendiendo, en líneas generales, su visón mecanicista y la consideración de la naturaleza como una máquina». «Pero, como la historia nos demuestra, las ideas científicas no se convierten en visiones del mundo, salvo cuando encuentran acogida en los procesos sociales y políticos. […]. Esto ocurrió con los planteamientos cartesianos, con el empirismo y con el reduccionismo mecanicista. Su extensión se hizo efectiva cuando atravesaron las barreras de la filosofía y de la ciencia y fueron bien acogidos en los territorios de la sociología y de la economía».
Se explica, así, el Cambio Climático y el lento avance en alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Es urgente cambiar de mentalidad si queremos dejar a nuestros descendientes un planeta habitable.
REFERENCIAS
- Harman, Willis. 1998. El cambio de mentalidad. La promesa del Siglo XXI. Centro de Estudios Ramón Areces.
- Novo, María. 2006. El desarrollo sostenible. Su dimensión ambiental y educativa. Pearson Educación.
- Rifkn, Jeremy. 2014. La sociedad de coste marginal cero. El internet de las cosas, el procomún colaborativo y el eclipse del capital. Paidos
- El País, 2 de agosto de 2013. Noticia
- Gallego Soledad. El País, 15 de febrero de 2015. Opinión