Dos singles, uno de Dick Dale y otro de los Belairs. Redoble de tambores y… ¡nace la música surf! Estamos a principios de los años 60 y en dos puntos diferentes de California, de manera simultánea, comienza el despegue de esta ramificación del rock and roll instrumental que pronto se asocia al sonido de las olas. «Hey tíos, vuestra música suena como si estuviera pillando una gran ola», dijo uno de los asistentes a una de las actuaciones de Dale, comentario que se repetiría con los Belairs sobre el escenario.
Como dijo Diego R.J. en El Sótano, programa de Radio 3, en el especial por el 50 aniversario de la música surf hace cinco años, la historia del subgénero, su origen, auge y declive no dura más de cuatro años. Dos adolescentes de Redondo Beach (Los Ángeles) coincidieron en un autobús escolar a finales de 1959, descubrieron que compartían su pasión por tocar la guitarra eléctrica y así nacieron The Belairs. Esos dos jóvenes eran Ed Bertrand y Paul Johnson, fundadores de uno de los grupos pioneros de la música surf cuyo nombre hacía referencia al modelo de Chevrolet que conducía uno de sus miembros.
De manera involuntaria, sin que ninguno de los integrantes del grupo supiera lo que era cabalgar una ola, el público surfer empezó a identificarse con su música. En aquellos años, seguir las “surfer rules”, no era una moda precisamente mainstream. Los surfers eran una minoría con sus propias reglas, sus propios hábitos y su propia jerga. Según recogen Luis González y Didac Piquer en Summer Fun, toda una referencia bibliográfica de la historia de este subgénero y la primera de habla hispana, Paul Johnson recuerda: «los músicos eran músicos y los surfers eran surfers. Nosotros éramos músicos que tocábamos rock’n’roll instrumental con un estilo propio. Y la mayoría de nuestra audiencia eran surfers o pretendían serlo».
En el verano de 1961, muchos adolescentes acudían a Newport Beach atraídos por el sonido de Dick Dale & The Del-Tones. El padre de Dale había empezado a organizar unos bailes con rockabilly y rythm&blues de fondo, en el Rendezvous Ballroom. Lo que comenzó siendo una reunión de no más de veinte amigos, se acabó convirtiendo en todo un fenómeno que aglutinaba a miles de surfistas. La voz se corrió y llegó hasta los Belairs. Paul Johnson decidió acercarse a la sala y ser testigo de lo que luego calificaría como una experiencia tremenda: «su música era increíblemente dinámica, estrepitosa, y más sofisticada que lo que hacíamos nosotros con los Belairs. Y la energía entre los Del-Tones y todos esos surfers pisoteando el suelo de madera con sus sandalias, era extremadamente intensa».
Dale, cuyo nombre real es Richard Anthony Monsour, se compró su primer ukelele con el dinero que sacaba de vender cascos de botellas. Empezó a tocarlo, del revés. Acabó haciéndose con una guitarra que utilizaba como si fuera un ukelele, solo con las cuatro cuerdas superiores. Debido a ese error de principiante, Dale desarrolló una forma peculiar de tocar que se convertiría en su estilo característico. Empezó a presentarse a concursos de música country, alentado por su padre, y fue entonces cuando se rebautizó como Dick Dale. Un Dj de una emisora de radio le había recomendado que escogiera un nombre más country. Antes de la sala Rendezvous Ballroom, Dale tocaba con Ray Samra en la heladería Ricky Dink, viernes y sábados por la noche. Hasta que se le ocurrió reclamar una subida de sueldo al propietario de la heladería y el asunto terminó con el despido de la banda. Dale sabía hacer surf pero su manejo sobre olas no llegó nunca a alcanzar el que tenía con la guitarra.
El 23 de agosto de 1961, Dick Dale & The Del-Tones grabaron «Let’s go trippin’ «, algo así como “Vamos a dar caña”. Y vaya que si la dieron… Hasta septiembre no se editó. Poco antes, los Belairs habían lanzado su “Mister Moto”. El fenómeno tenía hasta su propio baile, esa manera de pisotear el suelo de madera con las chanclas recibió el nombre de “stomp”, que puede traducirse como “pisotón o pisar fuerte”. Dicen González y Piquer que el Surfer’s stomp se convirtió en un símbolo más del colectivo, incluso le dio nombre a una canción de los Marketts: «era otra forma de identificarse, al igual que lo era oxigenarse el cabello o vestir sandalias Huarachee, y la danza solo podía ser bailada por surfers nunca por ho-dads». ¿Ho-dads? Sí, los ho-dads era uno de los tres grupos identificables en los institutos del sur de California. Por una parte estaban los “jocks”, más preocupados por los deportes de equipo que por la música, eran jóvenes de tendencias conservadoras. Luego estaban los “ho-dads” o “greasers” cercanos al rock and roll y apasionados de los coches. A partir de los 60, se sumaron los surfers, enemigos naturales de los “ho-dads”.
Un punto de inflexión importante lo supuso “Surfin” de los Beach Boys, primer tema vocal que se atrevía a hablar de la pasión por el surf y la supuesta obsesión de su cantante por este deporte cuando resultaban proceder del interior de South Bay, de Hawthorne, territorio ho-dad. Fueron tachados por los surfers de foráneos y de gente ajena a sus círculos. ¿Pero por qué está reacción cuando uno de los grupos icono como eran los Belairs, no sabía lo que era subirse encima de una tabla? La diferencia era que The Belairs tenían la aceptación de los surfers porque no aparentaban ser como ellos. ¡Cómo se atrevían a hablar del surf los de Hawthorne! Según se recoge en Summer Fun, «los surfers, recelosos de que foráneos recién llegados sacaran provecho de su mundo privado, temían una posible frivolización de su credo».
Pero, llegados a este punto, ¿qué es la música surf? Para John Blair, maestro de la historia de la música surf, deben darse al menos una de las dos condiciones siguientes para constatar que efectivamente nos encontramos ante una canción del subgénero. O bien tiene en su título una referencia al surf, a la playa o a las olas, o bien cuenta con el efecto reverb de las guitarras. Es una curiosidad que los dos singles considerados los primeros en esta categoría, no contaran con ninguno de los rasgos característicos.
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