No es una contradicción, es una contracción del contenido, al estilo de lo que se busca hoy en día, titulares estilo tuits que, en menos de 140 caracteres, nos resuman toda una exposición. Pues ahí la tenéis. Y es que a menos de 30 días de las elecciones generales más disputadas de la historia de este país, y aun sin empezar oficialmente la campaña electoral quizá convenga plantearse alguna cuestión fundamental de cara al futuro. Porque hay futuro, aunque para algunos no lo parezca, y lo digo porque los famosos hipidos de “después de mí el caos” ya se han oído unas cuantas veces y, además de su poca sonoridad, son más falsos que un dólar de madera.
Y hablo de gastar porque las administraciones públicas gastan, a veces en demasía y otras con cicatería, y los políticos que resulten elegidos serán los que van a decidir el nivel de gasto que se va a ejecutar en el futuro, repito que tendremos. Y quizá convendría hacer algunas sugerencias o indicaciones al respecto. El nuevo mapa político que se ha puesto de manifiesto en las elecciones municipales y autonómicas celebradas este año, y que se considera que se verá reforzado en las generales, nos ha hecho conocer ciertas anormalidades en la gestión, provocadas por la bisoñez de algunos de los gobernantes surgidos de las urnas, y en los tics desarrollados por algunos mandatarios, que más parecen mandantes que otra gobernantes.
Gastar en retribuciones se ahorra con eficacia
Empezaré por mojarme y, a lo mejor, por ponerme frente a los caballos, pero mi vocación me lleva a hacer o sugerir aquello de lo que estoy convencido y no de lo políticamente correcto. No hay que reducir las retribuciones de los responsables de la administración pública ni de los políticos elegidos para dirigir las instituciones. Necesitamos a los mejores y a los mejores hay que retribuirles adecuadamente. Más allá de la corrupción sufrida y del abuso por acción y omisión de algunos, la corriente de reducir la retribución a los responsables de la cosa pública es un error y la estamos pagando con mediocridad. Aplíquense medidas de control, mecanismos de transparencia o procedimientos para asegurar el cese de los corruptos o abusadores, pero no nos castiguemos con la mediocridad.
No todo era malo
Suele ocurrir que los nuevos gestores llegados a una administración pública se dedican a cambiar los planes de actuación y eso, en algunas ocasiones, tiene un elevado coste. Pues esta práctica, tan extendida, requiere diseñar nuevos planes, coste de programación añadido, y nuevos gestores, costes de interrupción y puesta en marcha añadidos. No es tan eficaz eso de cambiar sin previo aviso y por las bravas. Más valdría que los grupos políticos avisen, cuando están en la oposición, sobre su propósito con relación a los planes que se propongan desde los gobiernos para que, si alcanzan aquél, los proveedores y suministradores sepan de antemano que va a ocurrir y faciliten la labor. El adanismo es una actitud que debemos erradicar de la vida política y, desde luego, de la económica.
No siempre eliminar ayuda
Una de las tareas que, aparentemente, tiene más partidarios es la de eliminar aquello que hicieron los predecesores y no es positivo per se. Óptese por aplicar dosis de imaginación y alterar el sentido de lo puesto en marcha, antes que decidir su eliminación. La destrucción creativa de la que habló Schumpeter no va por estos derroteros, no consiste en derribar por derribar, él hablaba de procesos de innovación que entrañan creación. Comprendo que a algunos les den ganas de eliminar ciudades de o aeropuertos de o parques de, creados sin criterio, pero ahora toca demostrar esa capacidad creativa de la que seguro hacemos gala en otras cuestiones y momentos. Desde luego no podemos arruinar los recursos empleados por la sensación de derroche que ello conlleva.
Gastemos en programar y ahorraremos en rectificar
Programar no es enunciar un deseo o unos objetivos, más o menos magníficos y grandilocuentes, tampoco es una lista de peticiones del oyente, en este caso del hablante y practicante. Programar es algo complejo, quizá por eso se practica tan poco en este país. Programar es anticipar el futuro con todo lujo de detalles sobre cómo queremos que se manifieste. El programar del que hablo se identifica con planificar, palabra muy denostada en lo político por las nefastas consecuencias vividas por los súbditos de los planificadores por excelencia, los partidos comunistas que gobernaron en otro tiempo, alguno queda aún aferrado a sus principios. De ahí que a los políticos les guste poco usar este término, pero planificar o programar es necesario, yo diría que vital para lograr el progreso. Un sistema educativo con futuro necesita un programa a largo plazo, un sistema sanitario eficiente necesita un plan a largo plazo, un sistema de atención por la dependencia requiere la adecuada planificación de los recursos a emplear.
Descubrir lo antiguo ayuda a racionalizar
El presupuesto base cero, con más de 40 años de antigüedad, ayudaría a mejorar la eficacia de las administraciones públicas. Pues, por ejemplo, me consta que no es normal replantearse la dimensión de las plantillas de las unidades administrativas de los servicios públicos y plantear que hay algunas que necesitan incrementos, que aumentarían la eficacia del servicio, y otras necesitan reducción, lo que supondría ahorros significativos en lo económico. Nada es correcto porque se hiciera antes así. El famoso experimento de los monos y los plátanos lo expresa muy bien. Experimento que alguno ha puesto en cuestión, sin afectar al paradigma al que parodia.
En definitiva, ahorrar no es no gastar o no invertir
Porque he usado el término gastar y no el de invertir de manera intencionada para llamar vuestra atención. Uno está cansado de oír hablar del ahorro o, lo que es peor, de la austeridad, malhadada palabra que se nos quiere meter entre nuestros sueños, sin que nos expliquen de verdad a qué se refieren. Así que nada de caos y ahorro falso y más de eficacia y eficiencia. Por cierto, como si fuera la prueba del nueve, recordad que lo habitual es que los más aguerridos defensores de la austeridad suelen ser aquellos que no la practican.
Terminemos recordando a uno de los más fieros enemigos de KAOS para que nos podamos reír un ratito, aunque sea breve, que buena falta nos hace.
salud a tod@s