Según el Diccionario de la Lengua Española (DEL), una crisis es, entre otras acepciones posibles, un cambio brusco en el curso de una enfermedad, ya sea para mejorarse, agravarse el paciente, una mutación importante en el desarrollo de otros procesos, ya de orden físico, ya histórico o espiritual o una situación dificultosa o complicada. En el ámbito social, político y económico, se puede decir que una crisis es una situación dificultosa o complicada que, si se trata de forma adecuada, puede conducir a un mundo mejor.
Como han indicado muchos expertos, para hacer frente a la actual crisis se necesitan ciudadanos, hombres y mujeres, que tengan «conciencia de especie». Pero qué es tener «conciencia de especie».
Eudald Carbonell, catedrático de Prehistoria, codirector del yacimiento de Atapuerca (Burgos) y premio Príncipe de Asturias, a lo largo de una conferencia que impartió en la inauguración de unos Cursos Monográficos sobre Patrimonio Histórico que tuvieron lugar Reinosa (Asturias), reflexionó sobre la necesidad de «generar conciencia de especie».
El ser humano es el último eslabón en la cadena de la evolución y, quizás como tal, tiende, a cada vez más humano, aunque en ese proceso, conocido como «humanización», en ocasiones, experimenta importantes retrocesos que requieren un especial esfuerzo para recuperar le senda correcta.
Un periodista y escritor que ha cursado estudios de Teología, Filosofía. Psicología y Filología Comparada, Juan Arias, escribe en uno de sus libros Proyecto esperanza. Motivos para amar nuestro tiempo que «ese impulso del ser humano inteligente hacia una mejora de la especie y, por tanto, hacia una civilización perfeccionada, es asombrosamente poderoso» y surge «cuando la Humanidad de encuentra ante un peligro o una tentación de retroceso».
El hecho de presentar una configuración humana no es suficiente para pertenecer a la especie humana: hay personas, efectivamente, que con sus actos han dejado de formar parte de ella. Los seres humanos estamos legitimados para defendernos de quienes, teniendo nuestra misma configuración, no pertenecen a la especie humana: estamos legitimados para establecer un sistema económico y social verdaderamente humanos. Eso hacen los que pertenecen a la asociación «NO A LA GUERRA», la guerra no es propia del verdadero ser humano.
En una ocasión, le preguntaron a Eudald Carbonell: ¿De qué depende nuestra supervivencia? «De que tengamos conciencia de especie», fue su contestación.