Comienza un nuevo curso político que de no haber milagro de por medio va a seguir la misma trayectoria que lo andado desde las elecciones de 2023.
Acosados por una corrupción casi endémica, ahora también por el llamado virus de la “curriculitis”, PP y PSOE son pasto de esa nefasta corriente que ha tomado cuerpo nuevamente en Europa y también en buena parte de occidente con clara reminiscencias a los movimientos fascistas de hace un siglo.
De no cerrarse el intervalo e incluso así, es difícil imaginar que el PP pueda obtener rédito suficiente como para desviar el foco de Vox. Si cabe más bien todo lo contrario, lo más factible en el escenario actual es que Vox aumente de forma más que sensible su presencia en el Congreso a costa, sobre todo, de los populares y, en virtud al reparto electoral, de la más que previsible abstención de buena parte de los votantes del PSOE y de lo que queda por su izquierda.
Con un PSOE en sus horas más bajas y una izquierda a la izquierda del mismo, cierto es que insistentemente vapuleada por la poderosa artillería mediática conservadora, pero que vuelve una vez más a ser víctima de su eterna capacidad auto destructiva, sus innumerables cuitas y continuos desapegos a pesar de su discurso coincidente en numerosos aspectos.
Lo que, tal como muestran todas las encuestas, acaba agotando como siempre a su electorado.
El futuro más cercano

Ya se vio desde la misma noche electoral, que esta iba a ser una legislatura imposible. No ya por el deterioro actual de las relaciones entre los partidos de izquierdas sino porque el gobierno tendría que enfrentarse al continuo chantaje de Junts como volvió a manifestar de nuevo en la tribuna del Congreso su portavoz con motivo del debate sobre la corrupción, donde vino decir que los destinos de la nación española le importan un carajo y que solo están allí para defender los intereses de Cataluña.
Lo que no dijo es que se refería solo a los de una parte de Cataluña. De los de la Cataluña más adinerada, rancia y aristocrática, prueba de ello que ha sido el mayor escollo del gobierno para sacar adelante buena parte de sus propuestas.
Junts es un partido, además de nacionalista, claramente conservador y ultra liberal que de no ser por sus ambiciones independentistas y el maltrato de la justicia a sus líderes con motivo del «Procés», irían muy de la mano del PP y en algunos ámbitos incluso con Vox.
Por tanto, sin Junts, prácticamente sin Podemos por su encarnizada batalla con Sumar, y vista la imposibilidad de sacar unos presupuestos generales sin el casi anunciado concurso de ambos va a ser prácticamente imposible que la legislatura avance pocos meses más.
Para colmo y aunque lejos de que España este inmersa en ese apocalipsis que desde la oposición conservadora y sus prolíficas tribunas se insiste machaconamente, no es menos cierto que cuestiones vitales como la precariedad laboral –hemos vuelto a verlo ahora con el caso de los bomberos forestales-, sigue siendo una de las máculas de un país también acuciado ahora por un problema tan sensible como el de la vivienda.
Este último, un fenómeno que sacude ya a todo el continente resultado del devastador modelo económico que ha sacudido a Europa las últimas cuatro décadas.
Un compendio de circunstancias que favorecen los enunciados por muy incendiarios, disparatados –como deportar a millones de inmigrantes- y anti sistema, de todas esas formaciones de extrema derecha que están acaparando día sí y otro también cada vez más poder en Europa.
El contexto

En un contexto global donde el ultra conservadurismo se ha apropiado de la voluntad de cientos de millones de personas, víctimas de los continuos despropósitos de los tradicionales partidos liberales y socialdemócratas y de la inoperancia de una izquierda democrática de buenas palabras pero malgastada en infinitas tribulaciones, avanzar resulta una tarea hercúlea para el único gobierno europeo con ciertas dosis de progresismo de todo su entorno.
Peor aún con una coalición formada por un PSOE con sus continuas luces y sombras y por su izquierda Sumar al que intenta maniatar el primero mientras a su vez es denostado desde los ambientes neoliberales y defenestrado por los que aun compartiendo buena parte de su ideario anteponen su celo por la hegemonía de su lado del tablero.
Para colmo y a última hora, tal como ocurriera en otros sucesos de extraordinaria magnitud, el PP ha vuelto a escurrir ante el electorado sus responsabilidades en materia de prevención en las CC.AA. que gobierna y echar toda la culpa de la ola de incendios que ha devastado parte de España al gobierno de Sánchez, pervertidos fantasiosos y organizaciones ecologistas; en su lógica de acoso y derribo al primero y a la búsqueda del votante más radicalizado.
Desde el primer día ya advertimos que estábamos ante una legislatura imposible en la que se darían pocas, poquísimas leyes. Acertamos en el caso de Junts, erramos de manera ingenua esperando alguna dosis de pragmatismo en la izquierda, mientras el PSOE volvió a salirse por peteneras.
En definitiva una mayoría pírrica y dudosa con una oposición vehemente que ha convertido en enemigo a todo aquel que no asuma a pie juntillas sus propuestas mientras sucumbe abducida en la deriva arbitraria de los confines de la derecha más reaccionaria.