Cuando acaba la temporada, en esos tediosos meses del verano, la prensa deportiva proclama sin descanso que el Madrid va a fichar a tal o cual futbolista. Son tantas las propuestas que, en ocasiones, acaban acertando con alguna lo que acaba concluyendo con un «Ya lo dijo Marca…» y santas pascuas.
Pues, más o menos, es lo que vendrá a ocurrir con el impresionante apagón de la semana pasada en toda la península ibérica –y más allá-, que a pesar de haber sorprendido a todos, desde ese mismo día han surgido en todos los medios periodistas, analistas, ingenieros y demás sabelotodo lanzando teorías de todo tipo sobre lo ocurrido, vertiendo acusaciones a tutiplén y, como no, pidiendo dimisiones a diestro y siniestro.
La verdad que la sensación que tiene uno es que el personal no tiene la menor idea de lo ocurrido salvo, evidentemente, los apadrinadores de todo tipo de conspiraciones que surgen en estos casos y máxime los tiempos que corren.
Tanto como que la cosa es rara, que claro que lo es, en un mundo de presunta tanta supremacía tecnológica, pero como quiera que solo se trata de eso, de una «presunción», tampoco cabría rasgarse las vestiduras por ello. Máxime cuando el asunto parece haberse solucionado en unas pocas horas.
Sin que eso exima de los problemas causados, sobre todo a los que tuvieron que pasar la noche en un tren en medio del campo y los que, en su casa -peor todavía-, pasaron el susto necesitados de algún tipo de asistencia mecánica.
Habrá que dar pues con el quid del asunto aunque, a decir de los que saben, la cosa no es tan fácil; salvo claro está también para los de la oposición al gobierno de turno que exigen desde el minuto uno una explicación –que, en cualquier caso ni le valdrá ni le parecerá suficiente-, o lo que es lo mismo justo lo contrario que si hubieran sido ellos mismos los que hubieran estado al cargo de gobernar.
No digamos ya cuando se utiliza el tan manido argumento del «sectarismo ideológico», con el que siempre vierte su dedo acusador la derecha a la izquierda como si ser de derechas no fuera también cuestión de ideas.
Claro que las energías renovables andan todavía por la adolescencia, tanto como la energía nuclear es igual de eficiente que peligrosa –parece que se nos olvida muy pronto lo de Chernobyl o Fukushima y el tema de los residuos -, pero cuando se pretende justificar el desaguisado a costa de las primeras tengo la sensación que lo que pone en evidencia es la ola negacionista que nos asola de un tiempo a esta parte.
A un servidor lo que más me le importa ahora es que saquemos conclusiones de lo ocurrido y a ver si aprendemos alguna vez de algo que no sea solo tirarnos los trastos a la cabeza a las primeras de cambio.
Por ejemplo y entre otras cosas que no estaría de más hacer nuestra sociedad algo más offline que online, aunque me temo que una vez visto lo sucedido tras la pandemia, con miles y miles de muertos sobre la mesa, unas pocas horas a oscuras acabarán sirviendo de muy poco por no decir que de nada.