Si queremos dejar a nuestros descendientes un planeta Tierra en el que puedan vivir es necesario cambiar la manera de actuar. ¿De qué manera? Caminando hacia la creación de un mundo realmente humano. En ese camino, como ya he indicado en un texto anterior, empujados por el vigente sistema económico-social que no se ha movido ni un ápice, la mayoría de las personas no muestran estar interesadas por conocer el contenido de la Agenda 2030.
Sin embargo, es urgente un cambio de rumbo, solo posible si empezamos a caminar hacia un mundo realmente humano. Un ser empático, social y solidario, además de dotado de una gran inteligencia, sabiduría y creatividad: conscientes de que la inteligencia artificial no es nada inteligente ni sabía.
Para empezar aconsejaría leer despacio los Objetivos de Desarrollo Sostenible expuestos en la Agenda 2030. Naciones Unidas ha publicado los datos destacables que han conducido a la necesidad de caminar hacia un cambio de rumbo. Para cada Objetivo Naciones Unidas ha indicado las metas a alcanzar para el año 2030 y señala por qué es importante y qué podemos hacer como ciudadanos.
Caminar a un mundo realmente humano supone que cada uno de nosotros contribuya a alcanzar las metas que pueda según su situación social, puesto de trabajo, etcétera.
Y con ello termino hoy con el deseo de que todos contribuyamos a un cambio de rumbo que es realmente necesario si nos comportamos como verdaderos seres humanos.
Conviene recordar que hace muchos miles de años nació en el planeta Tierra la especie humana; una especie en la que, gracias a su cerebro, empezaron pronto a tener lugar dos procesos: el de homonización y el de humanización.
El primero, homonización, se refiere al conjunto de cambios que sufrieron nuestros antepasados, los primeros homínidos, al pasar de una fisionomía parecida a la de los simios hasta el estado actual: cambios en la cara y los dientes, tamaño del cerebro, caminar sobre dos pies, adquisición del lenguaje… Un largo proceso evolutivo y biológico que se prolongó miles de años.
Después de este largo proceso de homonización, empezó un, también largo, proceso evolutivo, pero no biológico, por el cual tendemos a ser cada vez más «humanos»; es un proceso relacionado con la serie de logros fundamentales relacionados con la dignidad del ser humano, es decir, se refiere a la forma cómo los seres humanos han ido manifestando claramente su «humanidad».
Entre estos dos procesos, homonización y humanización, existe una importante diferencia. Mientras que el ser humano creció orgánicamente hasta cierto punto, tras el cual dejó de crecer, en humanización puede estar creciendo sin restricciones hasta su muerte. No existe, ni existirá, según los expertos, una especie superior a la especie humana. La evolución se detiene en el Homo sapiens. A través del proceso de humanización se han ido estructurando las manifestaciones intelectuales, afectivas y sociales del ser humano, que nos separan, cada vez más, del resto de las especies animales con las que compartimos el planeta Tierra.
Ello nos obliga a cambiar de rumbo.