Economía para un planeta abarrotado es el título de un libro de Jeffey Sachs. Según el periódico The New York Times, Sachs es probablemente el economista más importante del mundo. En cuanto al libro, Kofi Annan, entonces Secretario general de la ONU, escribió: «Este libro es una extraordinaria herramienta para aquellos que quieran entender los cambios que traerá el siglo XXI». ¿A qué cambios se refería Kofi Annan? Sin duda a los derivados de un gran crecimiento de la población humana.
En el capítulo I, Desafíos comunes, comunidad de riqueza, Sachs indica que <el siglo XXI echará por tierra muchas de nuestras convicciones fundamentales acerca de la vida económica>. La causa de ese fenómeno reside en un gran aumento de la población humana.
Miguel Delibes, escritor, y su hijo Miguel Delibres de Castro, biólogo son autores de un libro, La Tierra herida. ¿Qué mundo heredarán nuestros hijos? En el mismo, Miguel Delibes señala: «Hace casi treinta años, con ocasión de mi ingreso en la Real Academia de la Lengua, aproveché el auditorio más intelectual y cultivado que de costumbre para dar salida a mi angustia sobre el futuro de la Tierra. El discurso que pronuncié entonces dio lugar a un libro titulado SOS primero y Un mundo que agoniza después. Aunque ha pasado mucho tiempo, aquella preocupación mía por el medio ambiente no ha disminuido, sino al contrario. […] El abuso del hombre sobre la naturaleza no solo persiste, sino que se ha exacerbado: agotamiento de recursos, contaminación, escasez de agua dulce, desaparición de especies… Además, nuevos nubarrones que en los años setenta aún no percibíamos han aparecido amenazadores, en el horizonte, especialmente dos: el adelgazamiento de la capa de ozono y el cambio climático. […]
«En aquellas circunstancias, aproveché una visita de mi hijo Miguel, unos meses después de haber sido galardonado por el Rey con el Premio Jaume I El Conqueridor por sus desvelos ambientales, para hacerle ver mi perplejidad. Dejé caer una serie de preguntas relacionadas entre sí en un tono intrascendente, que seguramente traslucía, sin embargo, mi honda preocupación. Sus respuestas, empero, fueron tan incitantes y prolijas que en poco más de veinte minutos nos habíamos enredado en una conversación, para mí reveladora y apasionante, sobre el futuro de la Tierra. Al final de aquella mañana ya había convencido a Miguel para extender nuestra charla y tratar, además, de darle publicidad, pues me parece obligado que los habitantes del planeta conocieran la opinión de los científicos sobre la situación por la que éste atraviesa. ¿Qué puede decirle un estudioso de la naturaleza a un ciudadano, como soy yo, ignorante pero preocupado? ».
La charla mantenida por Miguel Delibes y su hijo fue recogida y publicada en el libro antes indicado. En la página 28 de ese libro, Miguel Delibes de Castro le indica a su padre: «Pienso que no deberíamos afrontar las cosas con complejo de culpa. Todos los seres vivos, no solo nuestra especie, transforman su entorno, así que en ese aspecto no somos demasiado diferentes de los demás. Lo que ocurre es que nosotros somos muy numerosos y además tenemos una enorme capacidad de actuación».
«Para que te hagas una idea, desde la fecha en que leíste tu discurso de ingreso en la Academia, hace apenas treinta años, la población humana se ha incrementado en cerca de dos mil trescientos millones de almas. Eso quiere decir que en las tres últimas décadas se han sumado al mundo bastante más gente que toda la que vivía en él en 1920, cuando tú naciste. Y en lo que a mí respeta, desde que vine al mundo mediados el siglo, el número de personas sobre la Tierra se ha multiplicado por algo menos de tres. Como resultado, hoy somos seis mil cuatrocientos millones de personas y cada año se añaden a esta cifra unos ochenta millones más (¡el censo mundial se incrementa con casi un cuarto de millón de personas cada día!). Es un incremento galopante, sobre todo si tenemos en cuenta que hace dos mil años, cuando nació Cristo, el número de habitantes del globo probablemente no excedía los trescientos millones, y que para doblar esa cifra hubieron de transcurrir cerca de mil setecientos años (en el siglo XX, en cambio, la población se dobló en solo cuarenta años). Seguramente en toda la historia ninguna otra especie ha sido tan abundante como los humanos hoy, al menos en lo que tañe a nuestra biomasa, el peso corporal. Proporcionar los recursos suficientes para satisfacer las necesidades del cuarto de billón de kilos de Homo sapiens que hoy acumulamos es una tarea ímproba que da lugar a una enorme presión sobre los ecosistemas del planeta».
«Pero llegar a ser tantos ha sido posible porque nuestra capacidad de actuar sobre el medio ambiente es muy alta, cada vez mayor. Esa capacidad nos ha permitido cambiar seriamente el ambiente desde la antigüedad. Hace solo unos días, Germán, tu hijo y mi hermano, contaba en un curso a futuros arqueólogos cómo los pobladores de estos páramos burgaleses, hace cinco mil años, quemaron los bosques para poder cultivar los campos. Hoy las cenizas de aquellos árboles aparecen junto a los monumentos funerales megalíticos que Germán ha excavado. Al quemar el bosque, tanto en el pasado como en la actualidad, todo el carbono retenido por la vegetación, y en parte por el suelo, es liberado a la atmósfera en forma de CO2 y, si no es asimilado de nuevo, incrementa el efecto invernadero. El problema, se hizo grave con la revolución industrial y el consiguiente consumo masivo de combustibles fósiles. Quemar carbón, petróleo o gasolina, aunque parezca otra cosa, no es muy distinto que quemar árboles u otros seres vivos fosilizados, y en todo caso es exactamente el mismo: carbono previamente retenido (en este caso, en los combustibles) es liberado en grandes cantidades a la atmósfera en forma de dióxido de carbono. Pero además, nuestras actividades generan más metano, más óxido nitroso y también otros productos completamente artificiales, como los famosos CFC (los clorofluorocarbonos) que no existían previamente en la naturaleza y tienen una enorme capacidad de retener calor, junto a su bien conocida habilidad para destruir el ozono».
El libro de Miguel Delibes y Miguel Delibes de Castro, titulado La Tierra herida. ¿Qué mundo heredarán nuestros hijos? se publicó en 2005. Desde entonces hasta ahora la población humana supera los 8.000 millones de personas. «Nos advierten de las consecuencias para la seguridad alimentaria y la crisis ambiental, y sitúa la igualdad de género en el centro del debate».
«Los 46 países menos adelantados se encuentran entre los de más rápido crecimiento del mundo. Se prevé que muchos de ellos dupliquen su población entre 2022 y 2050, lo que supondrá una presión adicional sobre los recursos y un reto para la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)», advierten los autores del último informe del Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA).