La peste como ejercicio de literatura comparada
A la hora de proponer un canon literario sobre la enfermedad, creo que hay tres grandes obras para estructurar nuestro estudio. La primera, desde luego, es esas falsas memorias con las que Daniel Defoe no narra la cruenta epidemia de peste que asoló Londres en 1665. Y digo que son falsas memorias, porque en realidad Defoe era entonces un niño de cuatro o cinco años, un superviviente, sí, pero cuyos recuerdos han sido guarnecidos a través de una ficción. Nada menos que sobre la ficción de ofrecernos un documento, un texto no ficcional en el que se subrayan las reiteraciones, la escritura a ratos sumaria y el balance llamativo entre las tablas numéricas de mortandad y la imprecisión. Pero si por algo nos atrapa Foe es porque también ofrece un canto funerario sobre la ciudad misma.
Una vez en la isla de Cerdeña el Diablo
¿Otro proceso de la Inquisición? ¿No estamos, todavía no, fatigados de hurgar en este execrable archivo? Al parecer no, las actas de este juicio, realizado contra una pobre mujer en el siglo XVI, editadas e introducidas con un ejemplar ensayo del profesor Pinna, muerto en el 2016, me llegan de la mejor manera: de la […]