En los últimos meses he pasado por varias revisiones de mi teoría, mis posiciones políticas, las alianzas construidas y los conceptos y categorías que utilizo como criterio para mi escritura y prácticas políticas. Uno de los temas que más me incomoda es la discusión sobre el colorismo en Brasil.
Vengo a dialogar con ustedes a través de este artículo sobre la necesidad urgente y real de orientar este debate, solo así creo, que podemos avanzar en la discusión del racismo sin tener que explicar algunas evidentes experiencias de dolor y exclusión que esta violencia genera.
Sabemos que todo el proceso de colonización se construye bajo los signos de exclusión, diferenciación, categorización y deshumanización de los pueblos saqueados. Europa con su proyecto colonial viene trabajando desde el siglo XVI en un sistema muy depurado de distinción entre naciones, las consecuencias de esta desigualdad se reelaboran a diario aprovechando las fragmentaciones mismas de los movimientos sociales organizados e incluso, a un nivel más micro, de la inseguridades físicas y psicológicas de las minorías políticas. Podría escribir aquí sobre las incontables experiencias que existen, pero voy a centrarme en la molestia más reciente que he llevado a cabo, que es la cuestión de las clasificaciones raciales.
Necesitamos hablar sobre la VIOLACIÓN. Sí, sobre VIOLACIÓN y en mayúsculas. Para entender una serie de cuestiones en la sociedad como la violencia de género, de raza y de clase en sí misma para responder quién es o no negro en nuestra sociedad. La palabra es un detonante y genera muchos (y con razón) malestares, decidme qué mujer no ha tenido la experiencia de sufrir un acoso, una invasión de su cuerpo, hasta tener su no ignorado incluso por sus compañeros. Este es ciertamente un tema para un próximo artículo, pero como dije aquí, me centraré en otros temas.
Hoy quiero abordar la violación como una estrategia de dominación, utilizada incluso hoy en las misiones de paz de la ONU . Frantz Fanon (2008) autor del libro Piel Negra, Máscaras Blancas ya denunció cómo la violación fue ampliamente utilizada como una forma legítima de control y deshumanización de la mujer, a diferencia de un escritor contemporáneo suyo, Gilberto Freyre (2010) en el libro Casa grande e senzala, y es importante señalar cómo en las universidades europeas este autor todavía es reconocido como una fuente legítima de literatura sobre la realidad de la formación de la sociedad brasileña, y que, sin embargo, entre las/os estudiosas/os del tema provoca extrema indignación y preocupación pues se supone la posibilidad errónea de un contacto pacífico y negociado entre los colonizadores y los colonizados, este mismo autor romantiza y endulza la violación haciendo analogías tanto del acto cuanto de las mujeres indígenas y negras con sabores y olores. Freyre sigue siendo, peligrosamente, una de las mayores referencias también en nuestro país en las traducciones más cotidianas de cómo se desarrolla el racismo en nuestra sociedad.
Si es verdad que podemos encontrar consenso entre muchos brasileños sobre la existencia del racismo y que es algo horrendo, pero es verdad también que se debe enfatizar que la población tiene serios problemas de identificación de uno mismo y del otro, lamentablemente hay que decir que el momento político ha traído una revisión de la existencia misma del racismo y cómo se manifiesta realmente, principalmente , por parte de la extrema derecha aliada a la agenda del actual (des) gobierno del genocida Bolsonaro. Estamos viviendo un desmantelamiento de las políticas públicas más importantes conquistadas y por eso traigo este cuestionamiento de la propia violencia.
Ser negro en Brasil es un revuelo de malas experiencias de diferentes maneras. Las dificultades se experimentan desde el nacimiento, pasando por la socialización, el afecto, la violencia cotidiana y el desconocimiento de la negrura del otro. Muchas personas negras en Brasil viven la experiencia de no ser reconocidas por sus propios pares y por los blancos. Es esta herida aquí la que quiero tocar.
En los últimos tiempos hemos acompañado con entusiasmo un nuevo movimiento para revalorizar la cultura, la estética, los afectos, la escritura y las producciones artísticas negras. Esta revalorización me recuerda la iniciativa de Steve Biko con el slogan «¡Black is beautiful!» que inspiró hasta los Black Panthers (EE.UU.) en la dimensión estética del movimiento. Estamos viendo algo similar, pero actualizado con los nuevos accesos y la diversidad que tiene la estética negra. A pesar de la belleza del movimiento y el impacto que ha tenido en el fortalecimiento de las subjetividades, también estamos mirando algunas apropiaciones indebidas de las experiencias raciales. Tenemos que escapar de las generalizaciones.
Una cosa que siempre escuché en las clases de epistemología, especialmente las epistemologías feministas y negras, es que necesitamos superar los binarismos. Según Collins (2019), el pensamiento binario da forma a la comprensión de la diferencia humana, en el pensamiento binario un elemento es objetivado como el Otro y es visto como un objeto a ser manipulado y controlado. En el caso de la experiencia racial, el negro siempre será el Otro del blanco, pero entre este yo (blanco) y el Otro (negro) hay una multiplicidad de experiencias, violencia e incluso privilegios que necesitan ser discutidos. Así como es urgente superar este binario en la academia, también necesitamos superar las definiciones de blanco y negro para clasificar a las personas racialmente.
En Brasil, especialmente en el nordeste, el proceso colonial fue mucho más agresivo que en otras regiones, durante casi 200 años fuimos la principal fuente económica que sostuvo a Portugal. A través del palo de Brasil (un árbol que existía en casi toda la costa) y la caña de azúcar (que sigue siendo una economía en varios municipios) la formación de nuestra sociedad estuvo marcada por las incesantes violaciones de europeos y sus descendientes contra mujeres indígenas y negras. Un artículo reciente publicado en Folha revela un estudio con 12000 genomas mapeando la diversidad de la población brasileña, los gráficos a continuación explican cómo ocurrió esta violencia:
A partir de este estudio, dado los datos históricos no parecen ser suficientes, visualizamos cómo el pueblo brasileño se formó la base de la violación. En el nordeste, la variedad de características fenotípicas es muy notoria: cabello rizado de las más variadas ondas, pieles de varios tonos, nariz, boca, manos y pies, glúteos, senos y caderas en pieles más claras y multitud de mestizaje que marcan la confirmación. de la violencia colonial en los cuerpos femeninos subordinados.
Traigo esta reflexión para finalmente incitar a un debate más honesto y elaborado sobre los temas de las identificaciones raciales, no se puede negar la experiencia del dolor de nadie, pero tampoco podemos equiparar estas vivencias con quienes portan las formas más crueles exclusión en su cuerpo político.Y sí, en esta lógica, cuanto más negro «peor».
En Estados Unidos, la categoría de colorismo se ha utilizado para entender las variedades raciales y sus especificidades, aunque se sostiene que las teorías y epistemologías pueden ser universales, debemos prestar atención a las particularidades que producen los territorios con sus contextos.
Luego a los que se definen como negros sin serlo, pero que tampoco se reconocen como blancos, es hora de hacer un esfuerzo por situar tus vivencias en la búsqueda de una categoría racial que mejor defina quién eres, ya no aceptamos que los académicos blancos nos definan, nos categoricen, nos escudriñen, y a los blancos decimos: cuida de tu blanquitud, de tus privilegios, revisita tus racismo y replantea la postura de la alianza a cada segundo de tu existencia, si de hecho la propuesta es ser antirracista y nosotros como resultado de este mestizaje cuidamos de nuestras vivencias, busquemos nuestras autodefiniciones para incluso elaborar mejor las resistencias, como bien trata Collins (2019).
Son heridas conmovedoras, sí, pero quién dijo que hablar de racismo es fácil. El racismo es una herida que no sana, estructura el capitalismo, está arraigado en nuestras vidas, pero ir al enfrentamiento pensando en cualquier transformación solo es posible si nos apropiamos de nuestras historias, con todos los lados que tiene. Cierro este artículo con una provocación del increíble e indispensable Fanon (2008, p.26)
“Hay un área de no-ser, una región extraordinariamente estéril y árida, una rampa esencialmente despojada, donde puede ocurrir un auténtico resurgimiento. La mayoría de los negros no disfrutan del beneficio de hacer este descenso a los verdaderos infiernos «
Así que bajemos a nuestros infiernos, revisemos nuestra historiografía y construyamos una teoría y una práctica que nos contemple.
¡Ya nadie puede hablar por nosotros!
Maravilhoso!!!!!!!! Estamos falando de mais de 300 anos de escravidão e apenas 130 de «abolição», seguindo sob as opressões coloniais. #Resistir.