El sector financiero es, en opinión de los expertos, vital en cualquier economía, pues aporta la sustancia necesaria para crecer y progresar. Es la otra cara de la moneda, nunca mejor dicho, del sistema. Adicionalmente hay que tener en cuenta que la española es una economía muy bancarizada y ello aumenta la necesidad de dedicarle una atención especial y continuada. Sin olvidar que este sector ha recibido del Estado, es decir de todos nosotros, una significativa inyección de fondos para poder superar la delicada situación por la que atravesaron en fechas recientes algunas entidades y restablecer el clima de confianza en que se basa todo sistema financiero.
Y para empezar he ilustrado esta entrada con esa imagen de los resultados antes de impuestos de las entidades de crédito entre 1985 y 2015, para apreciar, con perspectiva histórica, la montaña rusa en la que se ha movido el sector en los años más recientes. He tomado el dato de los resultados antes de impuestos que es un valor más homogéneo y está menos afectado por los juegos contables y que, precisamente en estos últimos años, han desvirtuado los análisis con los resultados finales.
Más adelante muestro los datos agregados del sector que nos facilita el Banco de España en su página web, para así poder valorar la evolución que se está produciendo en nuestra banca. Pero antes, veamos la evolución en el número de oficinas y de oficinas por millón de habitantes de las entidades de crédito en el periodo 1985-2015. La disminución paulatina, continuada y rotunda del número de oficinas, muy relacionada con los procesos de fusión que se han producido en estos años “oscuros”, ha sido, del 2008 para acá, del 32%. Si observamos la serie histórica del número de oficinas por millón de habitantes, que crecía de forma continuada, a pesar del aumento de población, pasando de 845 oficinas por millón de habitantes en 1985 a 996 en 2007 y 2008, se puede ver la brusca caída en los años de crisis al reducirse hasta las 670 oficinas por millón de habitantes.
Como he dicho en otras ocasiones, la última de ellas aquí, el sector financiero también está afectado por la crisis tecnológica y ello supone un cambio en su estructura de negocio que, aunque cueste creerlo, se va a acelerar en el más inmediato futuro. Destaquemos la reducción de oficinas y la disminución del número de empleos, como síntoma inequívoco de esa adaptación silenciosa. Aunque por un momento parece que el fenómeno se ha ralentizado, lo que puede llevar a pensar que esas reducciones eran más una consecuencia de la crisis económica y no de la tecnológica, lo que resulta preocupante, pues el sector está abocado a una transformación profunda que no se puede demorar en el tiempo.
Pero cuando estaba terminando de editar esta entrada, la principal entidad financiera española ha venido a confirmar mis augurios y ha anunciado, de golpe y porrazo, el cierre de más de 400 oficinas y la reducción de centenares de empleos. Aquí podéis ver la noticia.
Así pues, el carrusel de cambios acaba de comenzar y es que cuando ya se habla de las transformaciones que se van a producir en el sector del transporte de mercancías por carretera, como consecuencia de los cambios tecnológicos, cuesta trabajo pensar que el negocio bancario se siga desarrollando como hace 10 años pues los únicos cambios sustanciales son los relativos a las transferencias online. En algunas cosas funcionan como hace 50 años. Puedo afirmar que la banca no gestiona adecuadamente sus bases de datos, conozco el caso de una entidad bancaria que se ha dirigido, en 2016, a un antiguo cliente, fallecido hace 20 años, para hacerle indicaciones sobre una directiva europea; es un caso típico de inadecuación tecnológica y deficiente gestión.
Basta fijarse en la evolución del Margen bruto de las entidades de crédito entre 2010 y 2015 para darse cuenta de que las capacidades de los bancos son mucho menores. En ese lapso de tiempo el margen bruto ha pasado de 63.300 millones de euros a 51.500 millones de euros, una caída de casi el 19%, sin olvidar que el punto máximo de margen bruto se alcanza en 2009 con 67.500 millones de euros. Nada ocurre por casualidad, la disminución del margen bruto va pareja a la disminución de oficinas, algo mayor en este último caso porque hay que añadir el componente de las dotaciones para cubrir los fallidos, que en los años de crisis han sido muy cuantiosas.
Por lo que al personal se refiere la serie de información que publica el Banco de España es más reducida y no está plenamente actualizada, pero partamos de que la plantilla de las entidades de crédito en 2014 era de 208.291 personas y en el momento álgido, 2008, era de 278.301, es decir, en 7 años una reducción de algo más del 25%. Esto es una reconversión sectorial sin paliativos. Y la destrucción de empleo en el sector va a continuar. No lo digo como amenaza, lo digo como simple comentario de aviso.
Y a pesar de esta reducción de oficinas y de empleos, los resultados antes de impuestos en 2015 han sido un 18% menores que en 2014, lo que no es una buena señal para el futuro. Creo que hay algunas entidades que se encuentran en una situación, cuando menos, problemática. Y a pesar de esta merma de capacidades, la revolución al sector está por llegar, si es que quiere sobrevivir. De ahí que mi visión sobre el sector bancario español sea pesimista. Un problema más que añadir al carro de problemas que espera resignado al nuevo gobierno, para que alguien empiece a tirar de él y vaya resolviéndolos.
Y todo ello sin olvidar el efecto que sobre el mercado inmobiliario tendrá la reducción de oficinas que va a continuar. Y yo creo que va a ser de forma abrupta, lo que hará más difícil para el sector paliar la caída de precios que deberá producirse en los arrendamientos. Ni tan siquiera se van a salvar los establecimientos de zonas comerciales de primer nivel. Los tiempos convulsos en los sectores financiero e inmobiliario, en este caso derivados de la revolución tecnológica, van a continuar.
Vaya, no me acordaba de esta prueba tan interesante de cómo vender banca, ¿los resultados? Eso ya es otra cosa.
salud a tod@s