Un ejercicio de imaginación…
Imagínate que un día te das cuenta de que tu fotografía ha sido atribuida erróneamente a otra persona. Voy más allá, imagínate que ves en un periódico digital una noticia, sobre la biografía de una compañera con la que has militado y al abrirla, ¡pum!, te encuentras una imagen tuya en cuya leyenda aparece el nombre de tu compañera, pero ni rastro del tuyo; toda la noticia es sobre otra persona pero la imagen que la encabeza eres tú. Párate un poco y piénsalo.
No sé si el ejercicio de imaginación os lleva a poneros en contexto, a experimentar la confusión, a sentir cierta angustia, quizá desorientación, un extraño desdoblamiento. No sé siquiera si podéis imaginar lo que estoy pidiendo. Lo que sí sé es que esto mismo le pasó a Antonia Fontanillas, y menudo disgusto.
El error que no cesa
Desde luego, vengo a hablar de Lucía Sánchez Saornil; de hecho, antes de ponerme a escribir este artículo he ido a Google y he puesto en el buscador su nombre. He recopilado los rastros del error que no cesa, algunos ya están subsanados, otros me miran impertérritos diciéndome: «Aquí sigo, da igual vuestro esfuerzo, aquí seguiré, da igual los mensajes, las llamadas a subsanar, no me importa, soy una entrada antigua, no rectificaré». Le doy vida abstracta a cada entrada porque resulta impenetrable cualquier empeño por contactar con el ser humano que hay detrás de cada fallo.
Tengo buena memoria, aunque confieso que no sabría decir el día exacto en el que me tomé en serio lo de la fotografía de Lucía. Lo que no se me ha olvidado es la multitud de espacios webs o noticias en los que se hacía referencia a Sánchez Saornil y, sin embargo, la fotografía era de otra mujer.
Cada error un nombre y una vida que no se (re)conoce
Al menos he contabilizado cuatro mujeres con las que se confunde a Sánchez Saornil: Antonia Fontanillas[1], América Barroso[2], Simone Weil[3] y Soledad Estorach[4], si bien las tres primeras son con las que más se cometen errores, siendo una fotografía de Fontanillas la más reproducida como equívoco.
Son muchas las cosas en común de estas cinco mujeres; no solo les tocó vivir una misma época, sino que todas ellas lucharon contra el fascismo en la Guerra Civil española, todas ellas tomaron partido por la Revolución, todas ellas abrazaron el anarcosindicalismo y creyeron en que las desheredadas podían transformar el poder—difuminándolo— y la sociedad —instaurando el comunismo libertario—. Pero, aunque estén conectadas, cada una tiene una biografía propia, una historia con sus propias fechas, con sus propios matices, con sus propios pensamientos, con sus propios hechos. Todas merecen que se las recuerde, que se escriba sobre sus vidas, que sus nombres y fotografías sean (re)conocidas.
Empezar a emendar el enredo
Hablo sobre el tema con Ricardo, de la extinta librería y editorial LaMalatesta, es un asunto del que ya hemos hablado en otras ocasiones. Ricardo me cuenta que cuando Antonia Fontanillas publicó, junto a Pau Martínez Muñoz, el libro Lucía Sánchez Saornil. Poeta, periodista y fundadora de Mujeres Libres (LaMalatesta y Tierra de fuego, 2014)[5] «ya me pidió escribir a la Wikipedia para que cambiaran la foto de Simone Weil por una de Lucia, abrí una revisión, aportando las fotos que teníamos, incluyendo la del carnet de identidad, para evitar más confusión». Ricardo me especifica que ellos cambiaron la foto directamente de la ficha pero en lugar de mantenerla, al poco tiempo, rechazaron la petición y volvieron a poner la foto de Weil.
Sin embargo, para el editor «lo mas «grave» es que se ha confundido a Antonia con la propia Lucía y no se le ha reconocido el trabajo a Antonia, ni el aporte que hizo de las fotos de Lucía a Wikipedia». Hoy el error en Wikipedia está subsanado, así como en otros portales, pero el embrollo no hay quien lo pare, ya tiene vida propia.
Ricardo reconoce que cuando veía el fallo «daba la turra», sin embargo —como bien os decía más arriba—resultaba impenetrable cualquier empeño por contactar con el ser humano que hay detrás de cada fallo.
Una lista inacabada, incompleta y a medio rectificar
Son muchos los espacios webs en los que la atribución de la fotografía de Lucía es o ha sido errónea, sería interminable ponernos aquí a hacer una recopilación exhaustiva —tampoco es mi pretensión—, pero sí que me gustaría esbozar algunos errores que creo son importantes y que han favorecido que el fallo se reproduzca en campañas virales, en alguna ocasión hasta grotescas en fondo y forma:
-Atribución errónea en la biografía de Wikipedia: subsanada, aparecía la fotografía de Simone Weil.
-Atribución errónea en su ficha del Portal de Archivos Españoles (PARES) del Ministerio de Cultura: subsanada, aparecería la fotografía de Antonia Fontanillas.
-Atribución errónea en una noticia que colgó CNT sobre su vida y militancia: subsanada, aparecía una ilustración de Simone Weil.
– Atribución errónea en un homenaje que le hicieron desde CGT Valencia en 2015: el cartel sigue con la imagen de América Barroso de fondo.
-Atribución errónea en su ficha de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes: la entrada sigue con la imagen de América Barroso encabezándola.
-Atribución errónea en una entrada sobre ella en el Museo de la Mujer de Ciudad de México: la entrada y recursos gráficos siguen con la imagen de Antonia Fontanillas.
Podría seguir y seguir, de hecho hay cuantiosos blogs libertarios y literarios con ilustraciones y/o fotografías equivocadas indistintamente entre Antonia, Simone, Soledad y América. Esto ha hecho que investigadoras, activistas y militantes hayan ido reproduciendo el error sin cesar; hasta se ha pintado el rostro de Antonia Fontanillas en un mural que la identifica como Lucía Sánchez Saornil (desde luego, hablo del famoso mural de Ciudad Lineal).
De lo viral a lo grotesco
Creo que casi todas las que estéis leyendo esto os enterasteis de la polémica del mural de Ciudad Lineal. Tras la censura por parte del Ayuntamiento de Madrid, y los ataques fascistas y machistas que recibió, el mural se hizo viral. Y el mural-viral hizo que el error se expandiera aún más.
Después vino la campaña del Ayuntamiento de Coslada, en la cual se pusieron las imágenes de las mujeres del mural en las farolas de media ciudad. Creo que más tarde fue el turno de la exposición Mujeres con historia del Gobierno de La Rioja, que ha recorrido un cuantioso número de pueblos riojanos con el error a cuestas, sin obviar que el error se reproduce en la web. Y no puedo dejar de mencionar la campaña de Feminismos Podemos para el 14 de abril, que una vez más ponía la cara de Antonia Fontanillas para referirse a Lucía.
Pero me gustaría detenerme en el último caso: la campaña de Feminismos Podemos en el aniversario de la II República. Si bien la idea de reivindicar la figura de una anarquista en el día de la República en un primer momento puede resultar extraña, puedo aceptar que se divulgue a mujeres que contribuyeron en esa época a ensanchar los estrechos límites de una sociedad conservadora. Lo que es inaceptable es que se distorsione su militancia y sus ideas para generar una confusión sobre su apuesta política. Con una fotografía de Antonio Fontanillas, podemos leer en el cartel de la campaña: «Poeta que entró en contacto con el anarcosindicalismo trabajando en Telefónica, donde comprendió que el movimiento olvidaba a las mujeres. Cofundó Mujeres Libres en 1936 para luchar contra el capitalismo y el patriarcado. Tras la Guerra sufrió un triple exilio: por republicana, por mujer y por lesbiana».
Si analizo bien el cartel, la frase, los colores… infiero algunas ideas de esa mujer que me mira. Si obvio que conozco la biografía de Antonia (y su rostro) y la biografía de Lucía (y su rostro), si finjo que es la primera vez que escucho el nombre de Lucía Sánchez Saornil y leo algo sobre ella, la idea final de la campaña me dice que esta mujer fue una republicana que de forma azarosa «entró en contacto» con el anarcosindicalismo y comprendió que este movimiento era machista, por ello fundó Mujeres Libres. El lenguaje no es casual, y aunque soy la primera que asumo que a veces en la divulgación se cometen equivocaciones de forma inconsciente, no soy tan inocente cuando de un partido político se trata.
Lucía escribió en plena contienda: «Porque todos sabemos que renunciar a la revolución es aceptar la continuación indefinida de los principios esclavistas como fundamento de la sociedad. Y lo mismo por trabajadoras que por mujeres, estamos convencidas de que sólo la revolución puede traernos la liberación moral y económica de tantos siglos esperada», también escribió que «es necesario que la Revolución no solo sea de forma, sino de fondo». Cuando Lucía habla de la Revolución está poniendo en jaque a los antifascistas que solo aspiraban a la defensa de la República, al fin y al cabo esta nueva forma de gobierno —si bien es cierto más proclive a los avances sociales— no dejaba de perpetuar el capitalismo, el colonialismo y la sociedad de clases.
Pienso en la infatigable Lucía, anarquista por convicción, cuyos escritos sirvieron para levantar la moral de miles de libertarias y libertarios; la misma Lucía que, en un abrir y cerrar de ojos, han transfigurado en todos los sentidos: éticos y estéticos.
Escribió Walter Benjamin que «ni los muertos estarán seguros ante el enemigo si éste vence. Y es ese enemigo que no ha cesado de vencer»[6]. Y es que «se tiende a pensar que la proliferación de estudios sobre mujeres ha modificado […][el] punto de vista androcéntrico, cuando una cosa es la cantidad y otra bien distinta el modo en que se sigue pensando en muchos de estos estudios en el objeto mujer»[7], como bien apunta Pura Sánchez. Sabemos que el revisionismo histórico y el marketing político van de la mano; en esta ocasión el ejemplo no puede ser más claro y grotesco.
Por una divulgación histórica responsable
Confieso que la motivación que me lleva a escribir este texto es que sea leído por esas personas a las que nunca les han llegado —o simplemente no han leído o han obviado— los mensajes en una botella, en mitad de este océano-web, que he enviado cantidad de veces para que se modifique el error. La motivación es que deje de haber malas atribuciones en la web y fuera de ella. Lo sé, estoy pidiendo demasiado.
Pero en verdad, el fondo de este artículo no deja de ser un intento de reflexión sobre las implicaciones de una mala divulgación histórica (en la mayoría de los casos sin mala intención, en otras de forma bien consciente). En una época en que la imagen y la rapidez de contenido priman, las diferentes militancias y activismos tenemos la responsabilidad de asumir un quehacer sosegado, una divulgación con fuentes sólidas. Asumo que ahora que Lucía es más conocida el error se vaya enmendando, pero esto debe hacernos plantear la gran cantidad de mujeres que aún quedan por rescatar, también cierta deuda con las mujeres anarquistas y con el proyecto de Revolución Social que ha sido silenciado durante décadas, hasta llegar a (con)fundir sus aspiraciones e ideales.
Por último, creo que también tenemos que escuchar y enmendar errores. Quizá empezar porque en el mural de Ciudad Lineal se empiece a asumir que quien está pintada, junto a un buen puñado de mujeres luchadoras, es Antonia Fontanillas, una compañera que también se merece un puesto en la genealogía feminista de la historia. (Re)conocerla puede ser un buen paso.
[1] Antonia Fontanillas Borràs nació en Barcelona el 29 de mayo de 1917. Fue militante de CNT y Juventudes Libertarias y trabajó como administrativa en Solidaridad Obrera. Tras la Guerra Civil militó clandestinamente en ambas organizaciones y publicó, también en clandestinidad, la cabecera referida. En 1953 se marchó a Francia junto a su entonces compañero, Diego Camacho (más conocido por su pseudónimo Abel Paz). Fontanillas militó durante toda su vida en organizaciones libertarias. Falleció en Dreux (Francia) el 23 de septiembre de 2014, a sus 97 años y tras una vida consagrada a la idea.
[2] América Barroso García, conocida como Mery, nació el 24 de diciembre de 1908 en Buenos Aire, donde su familia migró posiblemente por motivos políticos. Era actriz y actuó en una larga lista de obras de teatro. La familia volvió a España, de hecho la guerra pilla a Barroso en Madrid, donde tenía una función. Al poco conoció a Lucía Sánchez Saornil, con la que mantuvo una relación sentimental hasta su muerte. Militó en Mujeres Libres y fue secretaria de la revista Umbral. Tras la Guerra se exilia a Francia junto con su compañera, pero al poco tiempo deciden regresar a Valencia, donde vive su familia. Les toca sufrir a ambas un exilio interior desde el anonimato.Barroso fallece el 6 de agosto de 1977, a los 68 años. Nota: Si bien el resto de compañeras mencionadas tienen ficha en Wikepedia, Mery no la tiene, en algunas entradas web aparece el rostro de Lucía atribuido a América, al igual que sucede a la inversa.
[3] Simone Weil nace el 3 de febrero de 1909 en París. Filósofa, poeta y profesora. En la Guerra Civil viajará a España como Internacionalista y se alistará en la Columna Durruti, su experiencia en la contienda la llevará a escribir sobre la revolución apostando, desde postulados pacifistas, por la necesidad de que los explotados tomen conciencia de su situación y encabecen la revolución. En la II Guerra Mundial formó parte de la Resistencia. Su obra se publicó después de su muerte, su editor Albert Camus la describió como «el gran único espíritu de nuestro tiempo». Falleció de tuberculosis el 24 de agosto de 1943, a los 34 años, dejándonos su hondo pensamiento filosófico.
[4] Soledad Estorach Esterri nació el 6 de febrero de 1915 en Albatárrech (Lérida). A los 15 años marchó a Barcelona para ganarse la vida y poder mandar dinero a su familia. En 1930 conoció a compañerxs de CNT y empezó a frecuentar Ateneos y reuniones, al poco empezó a militar en la organización. En 1934 fundó, junto con otras compañeras, el Grupo Cultural Femenino, que más tarde se integraría en Mujeres Libres. Fue una gran oradora y conferenciante. Participó en la toma de la Casa Cambó –sede de la patronal catalana- que pasó a ser de CNT-FAI en plena Guerra Civil. Tras la guerra, se exilió en Burdeos. Murió en París el 14 de marzo de 1993, a los 78 años y tras una vida consagrada a la idea.
[5] El libro es una recopilación de artículos que había guardado Fontanillas durante años de Sánchez Saornil. Antonia escribió una introducción a la obra y aportó toda la documentación que tenía, entre ella buena cantidad de fotografías de Lucía en diferentes etapas de su vida.
[6] Benjamin, W. (2008). Obras, I, 2. Madrid: Abada, p. 308.
[7] Sánchez, P. (2021). Individuas de dudosa moral. La represión de las mujeres en Andalucía (1936-1953). Barcelona: Ediciones Bellaterra, p. 40.