Un clásico es un clásico, según Italo Calvino, cuando consigue universalidad y permanencia. Es decir, cuando desde cualquier lugar del mundo y en cualquier momento de tu vida permite la reflexión y las múltiples lecturas. Sin duda, El lobo estepario (1927) de Hermann Hesse pertenece a ese tipo de novelas. Su protagonista, Harry Haller, es un tipo singular: un outsider, un genio desgraciado, un nihilista, pero también es un apasionado de la filosofía, un melómano y un pacifista. Ahora bien, el motivo por el cual la novela se ha convertido en clásico es por el proceso de autoconocimiento que vive Haller a lo largo de la novela.
Es posible que Harry se encuentre un día ante esta última posibilidad. Es posible que un día llegue a reconocerse, bien porque caiga en sus manos uno de nuestros pequeños espejos, o porque tropiece con los inmortales, o porque encuentre quizá en uno de nuestros teatros de magia aquello que necesita para la liberación de su alma abandonada de miseria.
Dividida en cuatro partes y tres narradores diferentes, El lobo estepario cuenta el viaje iniciático de Harry Haller, un hombre de unos cincuenta años, apasionado de la lectura y la música. De aspecto extraño y amable a la vez, Haller mantiene una relación cordial con su casera, pero huye de todo contacto humano. Tras un violento encuentro con un viejo amigo, Haller resuelve dar fin a su vida; sin embargo, esa misma noche decide ir al «Águila Negra» y allí conoce a Armanda (Hermine en otras traducciones). A partir de este momento, la vida de Haller será expuesta a todo tipo de desafíos.
Autoconocimiento: sólo para locos
Una novela es un como un mirador desde el cual podemos apreciar una espectacular vista (subjetiva) del mundo. Además, una novela es un testimonio, puesto que quien escribe realiza un proceso de autoexploración que finaliza con la puesta en público. En El lobo estepario se produce una doble revelación: la de su autor y la de su protagonista. Ahora bien, es el autodescubrimiento de Harry Haller el que más destaca, especialmente en la segunda y cuarta parte de la novela denominadas «Anotaciones de Harry Haller». Por supuesto, también hay que señalar la importancia de la tercera parte, es decir, del «Tractat del lobo estepario» en la continuidad de las anotaciones de Haller.
El lobo estepario representa el espíritu de una época marcada por la crisis que supuso para Alemania la derrota de la Primera Guerra Mundial. Por crisis no nos referimos a la económica, sino a la social, la artística y filosófica. La social se percibe en la autoexclusión por parte de Haller: sin familia, sin mujer, sin amistades; la artística: su desprecio al jazz, a la radio, al cine; y la filosófica: el desprecio e incompresión de su misma existencia.
Harry, a pesar de ser hombre muy ilustrado, se produce como, por ejemplo, un salvaje que no supiera contar más que hasta dos. A un trozo de sí lo llama hombre; a otro, lobo, y con ello cree estar al fin de la cuenta y haberse agotado. (…) Pero de un modo tan simple como en nuestros pensamientos, de un modo tan grosero como en nuestro ingenuo lenguaje, no ocurren las cosas en la vida, y Harry se engaña doblemente al aplicar esta teoría primitiva del lobo.
Harry es un personaje que se autoexcluye y determina un abismo entre él y los demás, a los que considera superficiales y fariseos. Sin embargo, este ser ilustrado y melómano se rinde ante María, Armanda y Pablo, personas que un tiempo atrás el protagonista habría repudiado. Este excluido exclusor acaba por comprender que la soledad es algo terrible, más terrible aún que la propia muerte.
Por lo que respecta a María, Harry se rinde al frenesí del amor, especialmente del sexo. En palabras del protagonista, María le enseña lindos jugueteos y arrobamientos de los sentidos. Por Armanda se rinde a la amistad, al goce de las pequeñas cosas de la vida y, en cierta manera, a la despreocupación. De ella extrae uno de los motivos literarios más conocidos, el carpe diem. Y en referencia a Pablo, de quien sabemos muy poco, Harry se rinde a lo patético. Él, que muy a pesar suyo, sigue creyéndose una especie de héroe, se descubre en el teatro mágico como un ser lastimoso, lo suficientemente lastimoso para que el mismo Mozart así se lo remarque.
El clásico y el lobo estepario
En su obra póstuma Por qué leer a los clásicos (1993), Calvino afirmaba que un clásico no nos deja nunca indiferentes, ya que dispone de un efecto de resonancia lo suficientemente fuerte como para sobrevivir a la primera lectura, y lo suficientemente importante como para perdurar en la memoria colectiva. Nuestro lobo estepario —que es el de Hesse— sobrevive y perdura. Lo curioso, defendía Calvino, es que un clásico no necesariamente debe decirnos algo que no sabíamos, sino recordarnos lo que ya conocíamos. ¿Acaso alguien desconoce al lobo estepario?, ¿a ese ser huidizo, a ese asceta del siglo XXI? ¿No hay, por pequeña que sea, una porción de lobo estepario en todas nuestras almas? En definitiva, es la eterna capacidad de sugestionar que tiene el pensamiento de Haller (Hesse), lo que nos empuja a considerar El lobo estepario como lo que es, un clásico.
Hola:
No, no hay en el alma de todos un pequeño lobo estepario ni para todos es reconocible. HH, el lobo, es único, es indescifrable, es alguien al que te puedes acercar, pero no es comprensible y, mucho menos, aprensible, no digamos ya dominable. El lobo, HH, es estepario porque solo en la profundidad del abierto espacio se manifiesta como es, le molesta el control, el ahogo, las limitaciones, las restricciones del mundo convencional. En el amor desengañado encuentra una salida, pero luego se da cuenta que es un engaño de los sentidos y lo abandona.
Es una biografía, no novela, atemporal, ahí radica la genialidad de HH (Herman Hesse) en haber construido una reflexión perdurable sobre la vida de HH (Harry Haller).
El lobo estepario, fruto de una mente genial como la del nobel HH, vive y, probablemente, no nos abandonará nunca
Muchas gracias por su comentario. Sí, por supuesto «El lobo estepario» es una novela testimonial y pseudobiográfica. Pero quiero creer que puede ser algo más que eso. Quizás no expliqué bien a Calvino. Personalmente me encontré muy cerca de ese lobo. Pero, quizás debería hacer una tercera lectura teniendo en cuenta lo que me comenta.
Gracias.