Hoy vamos a hablar de un anglicismo cinematográfico que se ha introducido en castellano sin dar pie a vacilaciones ortográficas ni fonéticas en el usuario, ya que podría ser un término de nuestro idioma. Nos referimos al cameo.
La primera acepción de cameo en cualquier diccionario de inglés designa lo que en castellano llamamos “camafeo”, una pequeña figura tallada en relieve sobre una piedra preciosa, usada como ornamento. Hacia mediados del s. XIX, se introduce en el idioma inglés una segunda acepción, referida a piezas literarias muy breves o retratos muy pequeños. En los años veinte del siglo pasado, en las obras de teatro se empezó a denominar cameos a las intervenciones muy cortas de personajes que, sin embargo, destacaban sobre el resto. De ahí deriva el significado cinematográfico. Como vemos, todas las acepciones comparten el concepto de algo pequeño o de escasa duración pero llamativo. Así pues, un cameo en una película consiste en la aparición de una celebridad que realiza una intervención de apenas unos minutos o incluso segundos.
En algunos casos, el cameo lo interpreta alguien que no es actor, especialmente en filmes basados en hechos reales y en biografías, a modo de cortesía hacia esa persona. Por ejemplo, en “Apolo 13” (Ron Howard, 1995) aparece el astronauta Jim Lovell, interpretado en la película por Tom Hanks. Y en el biopic Erin Brockovich (Steven Soderbergh, 2000), la auténtica Erin sale de camarera en un restaurante donde come su alter ego en pantalla, Julia Roberts.
En otros, se trata de reconocer la labor de un actor en una versión previa de la misma película. Así, en «Shaft» (John Singleton, 2000), Richard Roundtree, que interpretó al personaje en la película de blaxploitation “Las noches rojas de Harlem” (Gordon Parks, 1971), comparte una escena con Samuel L. Jackson, el nuevo protagonista. También Charlton Heston hizo un cameo en el remake de “El planeta de los simios” (Tim Burton, 2001), aunque en este caso… como simio. Y en la versión de “El cabo del miedo” dirigida por Martin Scorsese en 1991, Gregory Peck y Robert Mitchum, protagonistas de “El cabo del terror” (J.L. Thompson, 1962), también tienen una pequeña intervención.
A veces, un personaje famoso aparece en una película como un guiño al espectador, una forma de ofrecerle un pequeño extra, ese “camafeo” que puede avivar su atención y, por supuesto, incrementar la curiosidad por la película y animarle a pasar por taquilla. Recordemos a modo de ejemplo los cameos patrios en la saga “Torrente” o la intervención de Michael Jackson, de apenas segundos y al parecer solicitada por el propio cantante, en “Hombres de Negro II” (Barry Sonnenfeld, 2002):
Pero quizá el caso más conocido sea el de los directores que hacen cameos en sus películas. Algunos aparecen solo ocasionalmente, como Roman Polanski, que interpreta al matón que corta la nariz a Jack Nicholson en Chinatown (1974). Otros son aficionados a asomar el rostro en la mayoría de sus filmes, ya sea como extras o con papeles algo más largos. Peter Jackson es uno de ellos:
Martin Scorsese también figura en cameos y papeles breves en sus películas. Lo vimos de extra en Gangs of New York (2002) y “El aviador” (2004), aunque quizá su cameo más famoso sea el monólogo que interpreta en el taxi de Travis Bickle en Taxi Driver (1976):
M. Night Shyamalan suele hacer pequeñas intervenciones en sus filmes. Ha aparecido en roles muy cortos en “El sexto sentido”, “El protegido”, “El bosque”, “La joven del agua” y “El incidente”. En “Señales”, sin embargo, figura como actor de reparto, interpretando al veterinario que provocó el accidente donde falleció la mujer del protagonista (Mel Gibson):
Y no podemos despedir este artículo sin un homenaje al director que fue el rey de los cameos por excelencia, Alfred Hitckcock. En su caso, se trataba de meras apariciones, a veces incluso fuera de contexto, como una fotografía en un periódico o su imagen a través de una ventana. De hecho, los cameos de Hitchcock llegaron a alcanzar tal popularidad entre los espectadores que el director decidió incluirlos en los primeros minutos de sus filmes, a fin de que el público se concentrase en los argumentos y no en buscarlo a él:
[…] nos sumergen en una propuesta más cercana a la presencia del fantasma o del ser de ultratumba (el cameo como víctima de uno de los actores fetiche de Rob Zombie anuncia el baño sangriento). Las millas […]
[…] el director hace uso de la cuarta pared como si de vídeos tutoriales se tratara valiéndose de cameos. En dichos tutoriales —tres en total—, mediante comparaciones con situaciones que nos son […]