“He’s the one
who likes all our pretty songs
and he likes to sing along
and he likes to shoot his gun
but he knows not what it means
knows not what it means
when I say yeah”
Mucho más fácil así. En realidad, para entender qué fue la «Generación X», no son necesarias todas esas definiciones que proliferan por la red. Basta, por ejemplo, con leer a Monina, comprender a Loriga y cantar con Cobain. De todas formas, y para situarnos un poco, se suele decir que pertenecieron a la «Generación X» todas aquellas personas que nacieron entre mayo del 68 y finales de los 80. Lo que determinó esta generación fue el descrédito hacia las ideologías, las religiones e, incluso, hacia las corrientes artísticas y filosóficas.
En su obra Geopolítica y geocultura. Ensayos sobre el moderno sistema mundial (2007), Immanuel Wallerstein expuso que desde 1968 se produjo un desafío a la cultura que puede resumirse como el rechazo a las pretensiones universalistas del liberalismo. Entre las tesis que Wallerstein sostuvo, subrayamos tres: 1. que la protesta fundamental de mayo del 68 se dirigía contra la hegemonía estadounidense en el sistema mundial y contra la conformidad soviética ante tal hegemonía; 2; que la protesta secundaria, iba dirigida contra los movimientos antisistémicos de la “vieja izquierda”. Estas dos premisas se encuentran perfectamente encastadas en la novela de Michele Monina Esta vez el fuego (1999), cuando desde el principio el protagonista, Michele, desprecia las normas de un lider sindical precisamente por ser de la vieja guardia. Por lo que respecta a Héroes (1993) de Ray Loriga y a la tercera tesis de Wallerstein debemos subrayar que la revolución del 68 supuso un cambio ideológico-cultural a nivel mundial. En esta línea, el protagonista de Héroes afirma: “Los chicos no deberían perdonar a Dios, porque Dios no les va a perdonar a ellos.” ¿Acaso no expone esta frase a la perfección dicha transformación cultural? No es que Dios haya muerto, lo que aún le confería cierto rango de superioridad, es que Dios se ha convertido en un primus inter pares de esos mismos jóvenes que beben cerveza y esnifan cocaína.
La novela neorrealista
En esta literatura de la “Generación X”, también llamada novela neorrealista, los protagonistas carecen de valores, se mueven por el mundo de las drogas, el alcohol, el sexo y, por supuesto, escuchan todos los estilos del rock. No suele haber un narrador omnisciente y justiciero, sino que en su mayoría hallamos un narrador en primera persona. Así sucede en Esta vez el fuego y en Héroes. Ambos relatos comparten algunas características de la novela neorrealista: la utilización de vulgarismos y coloquialismos, abundancia de diálogos (en Héroes el protagonista se habla a sí mismo), referencias a la música y al cine, y por supuesto, el protagonismo de la gran urbe. Si bien en la novela de Monina la ciudad, Roma, está omnipresente, en Loriga la ciudad está como telón de fondo. A pesar de compartir estos rasgos, Monina y Loriga apuestan por senderos diferentes.
El relato de Monina se centra en unos jóvenes que van hacia la manifestación de Roma contra Berlusconi. Michele, Drugo, Roberto, Mirko, Andrea, Lucía y otros se presentan a través de conversaciones intrascendentes, repletas de referencias a la Italia y a la juventud del momento. Frente al concepto de Galtung de violencia estructural del gobierno italiano de Il Ducce, los protagonistas de Esta vez el fuego se enfrentan a través de la violencia directa. La respuesta de estos chicos al encuentro en el callejón al final de la novela es el mejor ejemplo a la anterior frase. Justificada o no dicha acción, no es ésta la idea que debería desprenderse de la lectura. Es importante percibir en estos diálogos sin sentido una denuncia: la violencia estructural, es decir, la violencia de las instituciones estatales que expulsan de su campo a aquellos jóvenes como Michele y Drugo. Es la Italia de los despojos, la Italia del centro contra el margen. El protagonista lo define así: “Es un espectáculo que llena el corazón; por fin también nosotros hemos bajado a la plaza. Nosotros, los de la Generación X, los que hemos crecido con la MTV, los que no teníamos nada por lo que luchar, porque todas las luchas las han hecho ya los otros, y las han perdido todas.” Lo curioso es que el autor no nos describe ninguna lucha, sólo nos expone una serie de diálogos sin sentido de unos jóvenes que se saben despreciados desde el primer día de su existencia.
Por lo que respecta a Héroes, Loriga parece optar por la locura como arma contra la violencia estructural. Escrita como si fuesen flashes del protagonista, la novela de Loriga contiene frases a la altura de cualquier canción grunge: “Sentirte como Jim Morrison no te convierte en Jim Morrison, pero no sentirte como Jim Morrison te convierte en casi nada.” En dicho relato, y a diferencia del de Monina, el protagonista no se mueve, no hay partida, ni tránsito, ni llegada, características intrínsecas del héroe literario. La ausencia de acción está muy presente en el protagonista: “La idea fundamental es: ¿por qué hay que hacer siempre algo?” Que el autor utilice como título precisamente lo que carece la novela, es realmente algo típico de la literatura de la «Generación X».
El protagonista de Héroes, como el de Esta vez el fuego, también tiene una definición de su generación: “Él era muy parecido a Cristo pero tenía una barba de gusanos y todo lo que decía parecían avisos. (…) Decía que a los chicos de los noventa ya no nos quería la muerte y que tendríamos que vivir para siempre.” A estos chicos de los noventa ni Dios les perdona, ni las muerte les quiere. Sin embargo, el reflejo tiene miedo de defraudarles y por eso, según Loriga, les mira con esa cara.
Nihilismo en la Generación X
Violencia directa y locura contra la violencia de las instituciones: el estado, el manicomio, la universidad, las fuerzas del orden, etc. Estas son las posturas de Monina y Loriga pero aun queda otra (o quizás queden más): la de Kurt Cobain. A menudo se han tachado sus canciones de nihilistas sin comprenderse muy bien qué significa nihilismo, como si el nihilismo fuese sólo una negación de todo. Pero no es todo lo que se niega, sino el principio, el dogma, la doctrina y, por extensión, la autoridad. Es precisamente esta negación de la autoridad, más concretamente, la autoridad masculina norteamericana contra la que Kurt Cobain escribió en la mayor parte de sus canciones.
Este nihilismo reivindicativo de Cobain también se percibe en Monina y en Loriga, y en gran parte de la literatura neorrealista. «Cuando pase todo ese tiempo, ¿dónde estará éste de ahora y dónde estaré el de después y dónde estaré yo en medio de todo esto?», se pregunta el protagonista de Héroes. Quizás es eso lo que definió a la «Generación X»: el rechazo a la violencia estructural (institucional) de una juventud heredera de los postulados de mayo del 68 y del descrédito de la política de bloques. Y a pesar de que pueda parecer lejana, aun queda mucho de toda esa «Generación X».