«La lista Falciani», que salía a la luz pública el pasado 9 de febrero, fue publicada tras una investigación coordinada por Le Monde y el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ) en la que participan 60 medios de todo el mundo –en España, El Confidencial y La Sexta–. Ese mismo día, medios como El País, El Mundo, La Razón y ABC relegaban la información sobre la lista al vagón de cola en su particular agenda pública. El principal accionista de El País es el HSBC.. que cada uno saque sus conclusiones.
Continuando con La lista, ésta incluye los nombres de 106.000 personas físicas y jurídicas residentes en 203 países, clientes de la filial suiza del Hong Kong Shanghai Bank (HSBC). Sus cuentas en la filial suiza sumaban entre 2006 y 2007, años a los que pertenece la filtración, más de 100.000 millones de dólares, 78.000 millones de euros.
Más preocupante es lo que nos deja entrever Hervé Falciani. Muchos países no pueden hacer nada y los que pueden, a través de la ley, no lo hacen.
Vemos una situación próxima a lo ocurrido con La lista Falciani en «The International. Dinero en la sombra», una película en la que se habla sobre corrupción, corporativismo y el poder. Incluso el nombre del banco en la película es similar al de HSBC, en clara alusión a dicha entidad. En el film se destaca el poder que tienen las grandes empresas, como los bancos, y lo hipócritas que son los gobernantes de la mayoría de países tomando decisiones contra sus ciudadanos. Conocido es lo que sucede en el sistema internacional, que las élites ecónomicas gozan de trato de favor por Gobiernos a cambio de contraprestaciones pero, ¿contamos con algún estudio que respalde esta connivencia?
Resulta que dos expertos en ciencias políticas, Martin Gilens, de la Universidad de Princeton, y Benjamin Page, de la Universidad NorthWestern, han presentado un estudio, «Testing Theories of American Politics: Elites, Interest Groups, and Average Citizens» acompañado de unas conclusiones desoladoras correspondientes a los Estados Unidos y que tienen consecuencias dramáticas para el funcionamiento de la democracia. Realizan un análisis multivariante que indica que las élites económicas y los grupos organizados que representan los intereses comerciales (lobbys) tienen impactos independientes sustanciales sobre la política del gobierno de Estados Unidos, mientras que los ciudadanos comunes y grupos de interés de masas tienen poca o ninguna influencia independiente. Los resultados del estudio son extrapolables a muchos otros países. Una de las conclusiones más significativa es: cuando los intereses de las minorías selectas, los más ricos, difieren de los del resto de la sociedad, son sus opiniones las que cuentan… casi exclusivamente.
No es de extrañar que el PewResearch Global Attitudes concluya que los humanos somos pesimistas en nuestras expectativas y más cuando se trata de temas económicos. Pocas opciones quedan ante un panorama en el que la religión, nacionalismos, valores familiares, inmigración, y otros temas polarizadores han servido, según Dani Rodrick, para tapar el crecimiento de la desigualdad desde 1970 en Estados Unidos. La misma situación se observa en otros países, lo cual es un problema de difícil solución. Lo es debido a que la desigualdad viene acompañada de una menor capacidad para optar a la educación y desarrollar un pensamiento crítico. Incluso desde the Economist, se asegura que «la meritocia americana (extrapolable a Europa) está en peligro de calcificar en una casta decorada con unos pocos miembros de minorías favorecidas pero separada radicalmente del resto de la población» y que «la jerarquía social se está haciendo más inaccesible y es cada vez más difícil ascender en ella».
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