Antes de empezar, y para quien no me conozca, decir que la PRE-NAVIDAD y yo tenemos una relación de amor incondicional que no pierde fuerza con el paso de los años y que se repite cíclicamente desde la primera semana de diciembre hasta el día 25. A partir de aquí, sufro un desinfle pronunciado y progresivo en mi entusiasmo navideño (en mayor o menor grado en función de mis circunstancias claro). Para quien analice psicológicamente este aspecto de mi personalidad, decir que soy plenamente consciente de que disfruto mucho más de los preparativos (de cualquier acontecimiento) que de la propia celebración en sí. Lo bueno es que de esa forma soy más feliz durante más tiempo que el resto de los mortales, porque suelo ser de las que se preparan con mucha antelación :). Y dicho esto, puedo afirmar que mi periodo navideño, oficialmente, ya ha comenzado.
Hay dos cosas que suelen verse en televisión por esta época: “Love Actually” (o en su defecto, “The Holiday”) y alguna de las decenas de adaptaciones que se han recreado de la novela corta que el británico Charles Dickens escribió en 1843, «A Christmas Carol» o «Cuento de Navidad».
Ilustraciones de la primera edición de «A Christmas Carol» ( John Leech). 1843
Desde su primera edición fue un bestseller: seis mil ejemplares vendidos en un par de semanas, convirtiéndose inmediatamente en un clásico y en un símbolo de la Navidad occidental. «A Christmas Carol» fue un fenómeno literario primero, y cinematográfico y televisivo después. Su primera adaptación para la pantalla se realizó en 1901 y la más reciente, en 2009 (ese “caro” espíritu pre-navideño del que hablaba me hizo pagar los cerca de 6 euros que costaba la entrada al cine…)
Adaptación «A Christmas Carol» según Thomas A. Edison (1901)
https://www.youtube.com/watch?feature=player_embedded&v=SKJoy2SJLhQ
«A Christmas Carol», ilustrado por Roberto Innocenti
Una vez leí que el mejor cuento es ese en el que el escritor hace a sus personajes cumplir sus propios deseos personales, ya que con eso le da más contundencia a la narración. Si esto es cierto, el cuento de Dickens es una muestra de ello. En él, el autor logra transformar al salvaje capitalismo inglés de mediados del siglo XIX, personificado por Scrooge, en el sistema humanitario y solidario que él deseaba para su patria y del cual él y su familia fueron víctimas.
No obstante, en todo esto hay un gran trasfondo económico. Se cuenta que el autor trabajó intensamente durante seis semanas para tener el libro a la venta para el 17 de diciembre de 1843. Dickens, escaso de fondos y acomplejado por una infancia de pobreza, calculó que un cuento navideño podría ser un buen producto a colocar en el mercado editorial y se puso a ello. Su intuición no le engañó y su obra se convirtió en un libro que jamás dejaría de venderse.
Adaptación: Scrooge (Henry Edwards). 1935
Adaptación «A Christmas Carol» (Edward L Marin). 1938
Adaptación «A Christmas Carol» (Brian Desmont Hurst). 1951
http://www.youtube.com/watch?v=8XNKe1cGucY
Adaptación «Muchas gracias Mr Scrooge» (Ronald Neame). 1970
Adaptación «Los fantasmas atacan al jefe» (Richard Donner). 1988
Adaptación Disney «A Christmas Carol» (Robert Zemeckis). 2009
Sin embargo, el nacimiento de este cuento no solo fue consecuencia de las aspiraciones económicas del autor, o de la situación social de la Gran Bretaña de aquellos años. También fue consecuencia de la situación sentimental de Dicken, que le incitó a adentrarse en un contexto de melancolía (en ocasiones la principal responsable de las grandes obras maestras de la historia). Y esta melancolía era provocada concretamente por el recuerdo de una joven que marcaría su vida.
Cuando alcanzó la mayoría de edad, Charles Dickens no solo consiguió un carné de lector en la Biblioteca Nacional, sino también un primer amor de largo recorrido. Poco después de cumplir los 18 años conoció a Maria Beadnell, protagonista de una historia breve, intensa y extensa en el recuerdo. Los padres de la joven se opusieron a esta relación (que siguió clandestinamente hasta 1833) al estar Dickens un peldaño por debajo en la escala social y no tener un claro futuro que ofrecer a su hija. Perdidamente enamorado como estaba, fue un golpe muy duro, pero le sirvió de estímulo definitivo para lanzarse a la conquista de ese mundo burgués que se le negaba y al que él creía pertenecer por derecho.
Ambos se escribieron continuas cartas hasta después de que sus caminos se separaran. Podemos seguir con detalle su relación en Dickens enamorado. En este libro, la filóloga Amelia Pérez de Villar ha construido un relato biográfico basado en esas y otras cartas de amor escritas por Dickens.
Maria Beadnell
En verdad no son tantas las cartas que Dickens escribió a Maria ni las que ella a su vez le dirigió, pero cuentan mucho del carácter del escritor y de sus sentimientos más íntimos, aquellos que ocultaba en público para que no dañaran su imagen de hombre íntegro y duro. En ella sólo podía aparecer una relación, su matrimonio de 22 años con Catherine Hogarth, madre de sus diez hijos. Todas las demás, quizá más intensas y apasionadas que la oficial, se mantendrían en secreto para el mundo (pero quizá no para su esposa)
Catherine Hogarth, esposa de Charles Dickens
Con esas cartas dirigidas a Maria Beadnell (e incluso a ella ya como señora Winter) y otras colaterales dirigidas a personajes secundarios en esta historia de pasión, más que de amor (amigos de Charles y Maria), Pérez de Villar ha elaborado esta biografía en la que las cartas son el esqueleto del relato.
En ella se cuenta, de la mano de los protagonistas, cómo los Beadnell enviaron a María a París para que olvidara al joven, entonces periodista y aprendiz de escritor. Dickens se definiría en un poema como «un merluzo sin corazón», «no es que no tenga, alguien se lo robó», refiriéndose a su amor por María. Esta sería la historia que le sumiría años más tarde en ese estado melancólico que generarían el contexto de Cuento de Navidad.
Pero esta relación tendría una segunda etapa, 23 años después, con el periodo de cartas más interesantes, y ya con un Dickens casado, con nueve hijos y convertido en un escritor consagrado. Una relación que se desarrolló a lo largo de unos meses de 1855. Durante este año tuvieron un encuentro con sus respectivos cónyuges, y la decepción de Dickens fue tal que parece que la que fuera su amor de juventud le inspiró después el personaje de Flora, la gorda, glotona y parlanchina de ‘La pequeña Dorrit’ (una decepción para las románticas como yo pero que da mucho que pensar)
Con 43 años, Dicken escribió recordando aquella época inicial de amor loco, y cómo esa historia le apartó de su cabeza cualquier otro pensamiento: «Fueron cuatro años en un momento de mi vida en el que cuatro era igual a cuatro por cuatro».
«Dickens enamorado» finaliza en los últimos días del verano de 1870, los últimos días de la vida del escritor, junto a la actriz Nelly Ternan. La conoció en 1857, cuando él tenía 45 años y ella 18. Estuvieron juntos casi 13 años. Sin embargo ocultaron con tanto celo la relación a sus propios hijos que hoy sólo la conocemos por casualidad (al parecer también por una carta encontrada años después de la muerte de Ternan).
Nelly Ternan, último amor de Dickens
«Dickens enamorado» es un ensayo con un enorme trabajo de documentación detrás. La autora no deja cabos sueltos en la investigación, como cuando documenta con varios datos las controvertidas relaciones de Dickens con prostitutas a lo largo de su vida, un dato oscuro en su biografía. La posibilidad de ver al autor inglés como si fuera un personaje más de una de sus novelas por entregas hacen que sea un libro totalmente recomendable (un ejemplo de cómo la realidad supera a la ficción, o de cómo el artista se vuelve arte)
Volviendo a «Cuento de Navidad» (me desvío siempre a este tipo de historias porque creo que no se podría entender la obra de ningún artista sin conocer su mundo interior y personal), se trata de un viaje constante entre el pasado, el presente y el futuro (algo que ocurre en la vida real del autor con esos reencuentros con amores pasados).
Es muy posible que, como dicen algunos autores, el éxito enorme que Dickens consiguió con este relato se haya debido en parte al clima de nostalgia que vivía entonces Inglaterra por las “viejas” tradiciones navideñas, perdidas o relegadas por la “vida moderna”. Sin embargo, estoy convencida de que toda gran obra maestra es consecuencia de un gran mundo interior del autor, en ocasiones tormentoso, pero sin duda apasionante.
¡¡¡¡Feliz pre-navidad!!!!
Hola Cristina, me encanta la narrativa epistolar y ya me has picado con «Dickens enamorado». Así que me lo tendré que pedir para Papa Noel. Un saludo!
Me alegro entonces de que la entrada te haya picado 😀 :D. Seguro que te encanta!
[…] que hace unas semanas nos presentaba en Amanece Metrópolis un trabajo excelente sobre el famoso “Cuento de Navidad” de Charles Dickens y sus innumerables representaciones en la pintura y en el cine, aprovecho para […]