Quiero invitarlas/os a conocer con otra mirada el Brasil. Seguro ya escucharon sobre la comida, la caipiriña, el fútbol, los paisajes increíbles y el clima maravilloso. Tengo certeza que ya escucharon también sobre las mujeres, en general se comenta de la singularidad de la belleza de la mujer brasileña, de sus cuerpos bronceados y su carisma, pero ¿sabéis que Brasil es el país que más mujeres mata en el mundo? ¿Que cada dos horas una mujer es asesinada? ¿Que cada once minutos una mujer es violada violada? Sin decir que somos el peor país del mundo para mujeres trans y travestis existir.
Pues sí, es de ese Brasil que quiero hablar aquí. Quiero, específicamente, hablar de un aspecto central para comprender la sociedad brasileña: la cuestión racial. Me aventuro a decirlos que vivo en el país más racista del mundo. Sí, eso mismo que leyeron. ¡El país del carnaval es el país más RACISTA del mundo!
Mi decisión al aceptar la invitación de escribir para el Amanecer Metrópolis, fue llevada por una misión que me propuse como profesora y doctoranda, ya que es la temática racial que conduce mis intereses profesionales. Y como investigadora enamorada con su investigación llevo esa temática para mi vida y mis relaciones personales. Además creo en ese proyecto como forma de llevar a cabo una serie de reflexiones que tengo sobre mi identidad, la relación con mis pares y la forma como quiero estar en el mundo.
¿Pero desde dónde hablo yo? Hoy una de las cuestiones más recurrentes en las discusiones entre las feministas es quién puede y quién no puede hablar sobre tal o cual opresión. Tranquilas/os, pero vamos a profundizar ese debate en los próximas textos, lo que deseo ahora es que me conozcan. En resume: me llamo Alyne Nunes, soy mujer negra y brasileña, licenciada en Historia, maestra y doctoranda en Sociología por la UFPE (Universidad Federal de Pernambuco), desde la maestría que vengo trabajando con la temática racial y la prostitución femenina. La cuestión central de mi investigación es comprender cómo se configura la opresión racial en la prostitución donde se establecen jerarquías entre las mujeres negras y blancas.
Es a partir de ese lugar que quiero hablar con vosotras/os. Las lentes que utilizo como forma de comprensión de la sociedad y sus relaciones están hechas a partir de mis vivencias como mujer negra, que ha enfrentado desde muy temprano el racismo en una de sus múltiples perversas dimensiones: la hipersexualidad de la mujer negra.
Empecé mis artículos hablando de cómo el Brasil es conocido y como el carnaval se configura como una de sus manifestaciones más violentas a nivel subjetivo y al nivel de las identidades. Seguramente voy mezclar en mis escritos relatos personales, con datos históricos y sociológicos, cada uno de esos aspectos sitúan mi mirada hacia el mundo.
Decimos, entre los académicos comprometidos con la cuestión racial, que en el Brasil vivimos la falacia del mito de la democracia racial. El sociólogo Gilberto Freyre* en su obra Casa Grande e Senzala, escrita en 1933 intenta hacer una panorama de la sociedad a partir de los elementos formadores de la nación brasileña (el portugués, los africanos y los indígenas) destacando sus contribuciones en la culinaria, bailes, festejos, en los aspectos religiosos y analiza cómo se construía las relaciones en el cotidiano entre esos elementos en la estructura colonial.
Una de las creaciones más exitosa que se insiere en el mito de la democracia racial es la figura de la «globeleza«. Una mujer con tez bronceada, cuerpo curvilíneo, alta y pelos negros que es en sí la definición de la alegría del carnaval y lo demuestra todo el carisma de la mujer brasileña con su baile. Esa mujer negra, pero no mucho, o como acá decimos “morena” es exaltada en el carnaval como unos de sus más importantes símbolos y tiene su identidad resumida a su cuerpo y su sexualidad.
Arriesgo a decir que casi todas las niñas negras en Brasil tuvieron la experiencia por lo menos de tener el pelo alisado, o la nariz afilada, o hasta mismo evitar demasiada exposición al sol, y principalmente tener cuidado al usar ropas cortas o apretadas, pues siempre es posible vivir la experiencia de escuchar de un amigo de nuestros padres o hermanos comentando, y nos deseando desde ya, lo peligrosa que seremos cuando seamos mayores (pero no mucho mayores, ¿eh?). Así pasamos nuestras vidas, intentando sobrevivir, terminar los estudios, tener un trabajo digno, construir relaciones que no estén únicamente basadas en nuestra sexualidad y quizás encontrar el amor, donde y como sea.
Las/os invito a conocer éste, mi país. a partir de mis lentes. Quiero dialogar con vosotras/os sobre privilegios, (re/pós/des) colonización, genocidio de la población negra, el golpe que estamos viviendo y sus retrocesos, las configuraciones de la violencia racial, los feminismos y, principalmente, los procesos de resistencia que vamos creando ante la coyuntura.
Por fin, dejo una píldora musical (A Carne de Elza Soares) que retrata ese tan perverso país que enseño al población negra que luchar no es una elección y sin la condición de existencia.
https://www.youtube.com/watch?v=1YmBHAu-oeg
* Aquí destaco que vivo y estudio en el mismo Estado (Recife/PE) que el autor Gilberto Freyre. Eso es relevante decir porque hay departamentos y profesores que siguen reproduciendo sus teorías sin considerar la violencia con que el autor describía las relaciones entre los colonizadores y sus esclavos, en especifico la mujeres negras esclavizadas. ¡Trabajar con la cuestión racial en Brasil es resistencia!
“Cuando una mujer negra se mueve, toda la estructura de la sociedad se mueve con ella” Angela Davis
[…] a lo que todo indica tendré que radicalizar en lo que había lanzado en mi primera publicación aquí en el Amanece Metrópolis. Yo seguiré hablando de las opresiones y sus estructuras, pero de las […]
[…] a lo que todo indica tendré que radicalizar en lo que había lanzado en mi primera publicación aquí en el Amanece Metrópolis. Yo seguiré hablando de las opresiones y sus estructuras, pero de las […]