En nuestro ríos y arroyos, los bivalvos se encuentran desde hace años librando una batalla a tres bandas. Tres especies de agua dulce que se alimentan de la misma manera, pero que a la vez tienen estilos de vida y estrategias reproductivas muy distintas que marcarán la diferencia entre el éxito y la extinción. Vamos a aprender algo sobre estos animales, al tiempo que descubrimos una polémica verdad sobre las almejas asiáticas.
Las náyades autóctonas
Por una parte, tenemos a nuestros propios bivalvos autóctonos, también conocidos como náyades o mejillones de río. Viven enterrados en la arena y los sedimentos del fondo de los ríos, al contrario que los verdaderos mejillones que se adhieren a las rocas, y como la gran mayoría de los bivalvos se alimentan filtrando constantemente el agua que pasa a través de sus branquias y reteniendo plancton y demás partículas alimenticias.
Las náyades están englobadas en dos familias estrechamente relacionadas:
- Uniónidas, o mejillones de río propiamente dichos. Son los más comunes y pertenecen a los géneros Unio, Anodonta y Potomida. Más de uno habrá oído a sus abuelos hablar de los tiempos en que podías bajar al río y cogerte unos cuantos de estos mejillones para echarlos a la paella.
- Margaritiferas, también llamadas «ostras perlíferas de agua dulce». Son más escasas y el género Margaritifera es el único representante ibérico. En la edad media eran recolectadas para buscar perlas, aunque esta práctica dejó de realizarse según estas especies se volvían más escasas y iban llegando perlas tropicales en los viajes transoceánicos.
Estos bivalvos autóctonos se encuentran muy bien adaptados a la vida en los ríos mediterráneos, aunque su estrategia reproductiva los hace muy vulnerables a los cambios en el ecosistema. Sus larvas, llamadas gloquidios, pasan por una fase parásita en la que se adhieren a las agallas de determinadas especies de peces autóctonos, como los calandinos, para más tarde dejarse caer al fondo y enterrarse en el fango, comenzando así su vida como mejillones libres.
El problema es que las larvas gloquidio son muy específicas a la hora de elegir al pez que parasitan, sirviéndoles tan sólo los peces autóctonos. Si algo les ocurriera a estos peces, las poblaciones de mejillones autóctonos también se verían afectadas al no poder reproducirse con normalidad; y de hecho eso es lo que está ocurriendo en la actualidad. Nuestros peces autóctonos están siendo desplazados por especies invasoras que no son hospedadores adecuados para los gloquidios, haciendo que para los mejillones la reproducción sea cada vez más difícil.
El mejillón cebra
El segundo contendiente en la brecha es el mejillón cebra (Dreissena polymorpha), un visitante que llegó accidentalmente en los tanques de lastre de los grandes buques mercantes, venido desde los ríos que desembocan en el mar Negro. En España está presente en las cuencas de los ríos Ebro, Jucar y Segura, y amenaza con penetrar en el resto de ríos ibéricos. Y no sólo aquí, pues también en Norteamérica están poniendo contra las cuerdas a las autoridades.
Los mejillones cebra se alimentan del mismo modo que las náyades, aunque no se entierran en el sedimento, si no que se adhieren fuertemente a las rocas, pilares y demás elementos duros. Viven a la vista de todos, filtrando constantemente el agua y formando enormes colonias de miles de individuos que pueden llegar a atascar canales, acequias y las tuberías de admisión de las centrales hidroeléctricas.
Son unos malos bichos con una reproducción endiablada. Son hermafroditas y pueden fecundarse a si mismos, de tal forma que un solo mejillón cebra en el curso alto de un río puede contaminarlo entero hasta sus desembocadura, liberando en cada puesta millones de larvas que no necesitan de ningún pez intermediario. Estas larvas rápidamente encuentran un buen soporte al que permanecerán ligadas el resto de su vida y empiezan sin más a filtrar y crecer.
La almeja asiática
Y finalmente tenemos a la almeja asiática o dorada (Corbicula fluminea), otra visitante procedente de los ríos del sudeste asiático que llegó como polizón de los buques de carga. Actualmente podemos encontrar poblaciones multitudinarias de estos bivalvos en casi todos los ríos ibéricos, desde el Miño hasta el Guadalquivir, en lugares que hace pocos años estaban ocupados por nuestras náyades.
Yo mismo tengo algunas almejas asiáticas capturadas en el río Gévora, uno de los afluentes del Guadiana. Son un complemento ideal para el acuario, resistentes y totalmente inofensivas. Si las mantienes bien alimentadas, dejarán el agua limpia y cristalina y tendrás filtro viviente para rato.
En libertad, ocupan el mismo nicho ecológico que las náyades, enterradas en el fondo y filtrando el agua, pero en cambio se reproducen igual que los mejillones cebra. Son hermafroditas y sus larvas son de vida libre, sin necesidad alguna de un hospedador intermedio. Por eso puede reproducirse con más facilidad que las náyades.
Un dato interesante. Se han encontrado restos fósiles de especies del género Corbicula en Europa, demostrando que las náyades y las almejas doradas coexistieron pacíficamente en nuestros ríos antes de las glaciaciones del Pleistoceno, que por algún motivo barrieron a las Corbicula.
Ahora se da una situación que recuerda a lo que ocurrió tras el descubrimiento del Nuevo Mundo, cuando los caballos regresaron a las praderas americanas miles de años después de su extinción en el Pleistoceno. La diferencia es que no hablamos de caballos, si no de un género de almejas que han regresado a su antiguo hogar y están recuperando lo que fue suyo. Si antes las náyades y las almejas asiáticas coexistían en paz, ¿por qué ahora nuestras náyades están desapareciendo a medida que avanzan las almejas? ¿Qué ha cambiado?
Es evidente. Antes no había humanos fastidiándolo todo.
La reconquista de la almeja asiática
Hubo una época en que nuestras náyades autóctonas vivían en equilibrio con los parientes de la almeja asiática, cuando el tener larvas parásitas protegidas en las agallas de los peces podía ser ventajoso evolutivamente hablando.
Tras las recientes glaciaciones, las almejas ibéricas desaparecieron por alguna razón; y ahora que han vuelto, si el equilibrio no se restituye es porque nosotros lo hemos cambiado al introducir peces invasores. Ahora, las náyades se han quedado sin incubadoras para sus larvas gloquidios y las almejas asiáticas solo están aprovechando la situación.
En mi humilde opinión, la almeja asiática no es como es el mejillón cebra, una especie invasora que esta desplazando a las especies autóctonas, como quieren hacernos ver. Solamente es una oportunista que esta recuperando el antigua área de distribución de su género a costa del hueco vacío creado por nosotros mismos.
Nosotros tenemos la culpa de que las náyades se estén extinguiendo, y no la almeja asiática. Esta es la verdad.
en el pantano de buendia al estar tan bajo sobre el 18 porciento están saliendo muchas almejas asiáticas por miles se ven son comestibles hay genta que se las come
Tengo una duda, que es lo que comen las almejas doradas, yo tengo en mi acuario pero como lo mencionan viven enterradas y no se si esten comiendo….
Se alimentan de las algas y detritos en suspensión, que absorben junto al agua por su sifón inhalante y retienen entre sus branquias. Me temo que no hay modo externo de saber si se están o no alimentando. Si ves sus sifones asomando tímidamente entre el sustrato puedes verlos abrirse y cerrarse de manera pulsatil, pero poco más.
Mucha suerte con esos bivalvos! 😀