Cuando sales de los multicines, el mendigo que cada noche está sentado en la puerta se acerca a ti; pero no te pide dinero para alimentar a sus hijos, ni que le compres un poco de comida, ni siquiera un triste cigarrillo. Solo te pregunta qué película acabas de ver. Luego, mira hacia arriba, como haciendo memoria, y te dice: no, esa todavía no me la han contado, ¿te importaría hacerlo tú?
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