
Ángel de la Guarda
El tipo se apostó en la barra con cara de pocos amigos. Cantaba como una mosca en un vaso de leche: gabán largo, sombrero incrustado hasta el entrecejo y una escopeta en la mano. El camarero se le acercó con la excusa de pasar el trapo. —¿Qué va a ser? Aprovechó para mirarlo de arriba…